Capítulo 14

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Nos habíamos estacionado frente de un bar. En todo el camino no dijimos ni una sola palabra. Lo cual fue perfecto para mi, odio a ese meserito.

-Espero que hoy me dejes beber un trago.- rompí el silencio.

-No soy tu papá, puedes hacer lo que quieras.- contestó.

-¿Porqué estás a la defensiva? Solo hice una broma por lo que pasó la primera vez que nos vimos.

-Irina, ese era mi trabajo.

No quise contestarle. No iba a dañar mi noche por su culpa. Entramos al bar y la música estaba muy alta. La gente bailaba y tenían sexo con ropa (literalmente).

-¿Quieres tomar algo?- grité en su oído para que pudiera escucharme.

-Una cerveza.- contestó sin mirarme.

El mesero me atendió. Estaba bien feo, Dios mío. No todos los hombres son tan perfectos. Sonreí para mi. Me entregó las bebidas y me sonrió guiñandome un ojo. Oh por Dios ¿que se cree el feo éste?

-Aquí tienes.- le entregué la cerveza. -¿Quieres bailar?- él solo asintió.

Tomó mi mano y me arrastró a la pista de baile. Empezamos a bailar al ritmo de la música. Al principio estábamos alejados, pero luego nos fuimos acercando. Esto estaba saliendo mejor de lo que pensé. Estabamos tan pegados que sentía su aliento encima de mí. Lo tomé por su cuello y lo besé. Lo besé ferozmente y el me correspondió el beso. Pasé mi lengua por la suya, pero él se alejó bruscamente.

-¿Oye qué te pasa?- dije molesta.

Él salió casi corriendo de allí y yo lo seguí.

-¿Qué rayos te pasa mesero?

-Si eres una puta con todos los hombres que se te acercan, conmigo no será así.- explotó molesto.

¿Este idiota me había dicho puta? Me dolió. Sentí mi corazón undirse, y no entendía porqué.

-¿A quién le dices puta naco?- grité.

-A mi me criaron para respetar a las mujeres. Que tenga aspecto de "chico misterioso" como dicen por ahí- hizo comillas con sus dedos. -No significa que le falte el respeto a una mujer. Date a respetar Irina, ¿que dirían tus padres de ti?

-Mira naco, no te permito que me hables así. Tu ni siquiera me conoces. Mi padre sabe muy bien como soy y me respeta.-

-¿Y tu madre? ¿Ella sabe lo puta que te comportas?-

¿Qué acaba de decir este idiota? Unas lágrimas bajaron por mis mejillas. Odio llorar maldita sea. Me acerqué a él y le di una bofetada en la cara.

-Idiota. No vuelvas a decirme así, y mucho menos vuelvas a mencionar a la maldita de mi madre.- caí al piso y lloré. Lloré como hace mucho no lo hacía. Fabián me miró con algo de culpa en sus ojos. Se arrodilló en frente mío y limpió mis lagrimas. Yo solo lo empujé.

-Irina, lo..lo siento mucho. Siento haberte dicho puta. Es que odio la forma en la que tratas de conseguir todo lo que deseas. La vida no es color se rosa ¿sabes?- me miró a los ojos.

-¿Y tú que sabes de mí? Que sabes si mi vida ha sido color de rosa o no. No lo sabes ¿cierto? Pues déjame en paz.- me levanté. Quería buscar un taxi e irme a mi casa.

Fabián agarró mi hombro haciéndome virar hacia el.

-¿Qué ha pasado en tu vida para que seas así?- me miró a los ojos.

-¿Y a ti que te importa naco? Suéltame.- lo empujé haciendo que soltara mi brazo. -Tu pareces un viejo amargado y solo me llevas un año. ¿Y yo pregunto porqué? ¿No, verdad? Pues déjame en paz.

Me alejé de su lado y caminé en busca de un taxi. El sólo se quedó allí parado mirando a la nada. ¡Es tan imbécil!

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Raquel en multimedia.

Besos

También existen chicas malas |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora