Capítulo 9

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Me acerqué a Tom y e5l me lanzó una cerveza. Esto era justo lo que necesitaba. Tom me observaba mientras tomaba su cerveza, yo solo seguía bebiendo la rica y fría cerveza. Luego de unos minutos, Tom se acercó a mí. Mientras me miraba, derramó de su cerveza en mi cuello. Estaba helada, pero no dije nada. Se acercó a mi cuello y lo lamió.

-Mmm, sabe mucho mejor en tu cuello.- me guiñó un ojo.

-¿Tratas de seducirme de nuevo Tom?- lo miré a los ojos.

-Tal vez.- me miró y reímos a carcajadas.

Tom es una buena compañía, apesar de que esté metido en cosas ilegales. Es como un hermano para mí, al igual que Esteban. Excepto que es un hermano con el que tengo sexo.

Pasó el tiempo y ya se estaba haciendo de noche. Las llamadas de papá y Sara no paraban, así que decidí irme o sería mucho peor.

-Tom, ¿me llevas a mi casa por favor?

-Claro hermosa, déjame buscar mis llaves.- se levantó y fue por ellas.

*****

Estábamos llegando a mi casa. Sentía miedo por lo que mi padre pueda decirme, pero no me puede matar o sí?

-Ya llegamos hermosa.- Tom se estacionó en la calle donde está mi casa, pero lejos de ella para que mi padre no viera el auto.

-Gracias Tom, me hacía falta distraerme.-

-No hay de qué. Oye, ¿has sabido de...- aclaró su garganta. -Bueno tu sabes,... de tu mamá?

Sentí como la sangre subió a mi cerebro y me dio un fuerte dolor de cabeza.

-Emm, no Tom. No sé nada. Prefiero no hablar de ella, ¿sí?- contesté.

-Está bien hermosa. Es solo que, mi mamá la fue a visitar a la cárcel y preguntó por ti.- bajó su cabeza.

-¿Enserio? No me interesa. Bueno gracias por todo Tom, te quiero.- besé su mejilla si darle ninguna importancia a lo que me dijo y me bajé del auto.

Hablar de mi madre hace que mi estado de ánimo cambié de un segundo a otro. Abrí la puerta de mi casa y vi a mi papá dormido en el sofá. El auto de Sara no estaba así que imaginé que había salido. Me acerqué suavemente y acaricié el cabello de mi padre. Sin él no sé que sería de mí en este momento.

-Irina, amor alfin apareces.- mi padre me abrazó.

-Lo siento mucho papá, pero...- me interrumpió.

-¿Pero qué? Me tenías con el Jesús en la boca. Tuve miedo de que te pasara algo. Estás castigada Irina. No saldrás de aquí por todo un mes. De la escuela a la casa y de la casa a la escuela.- dijo serio.

-Pero papá, no es justo. Me escapé por que al naco que escogiste como mi profesor es un tarado y no lo soporto.

-Irina, el es un gran chico. Me inspira confianza.- contestó.

-No lo puedo creer, el universo está en mi contra.- me tiré al sofá.

-Hija, no seas tan dramática. Mañana volverá después de clases y espero que seas amable, porque sino te pondré un mes más de castigo.

-¿Queeeeee?- grité. -¿Papá estás jugando no?- pregunté incrédula.

-No Irina, no estoy jugando. Es mi última palabra.- me miró por última vez y se marchó.

Esto era lo que me faltaba. Subí a mi habitación y saqué mi teléfono. Busqué el mensaje que me había enviado el naco del mesero y le contesté.

Número desconocido

Estarás contento naquito, mi padre me obligó a ser amable contigo. Pero no te creas, sólo lo seré cuando seas mi profesor. Así que en la escuela, prepárate. ;)

Envié el mensaje y guardé mi teléfono. Ésta sí que me las pagas meserito.

También existen chicas malas |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora