Dioses de Sangre ✔️

34. Siempre Te Voy A Proteger

Narra Demetrius

-¿Por qué no me dejas morir? Así te librarías de muchos líos. -tenía razón pero no dejaría que nadie la asesinara.

-Ya te dije que no puedo hacerlo. -me cabrea el hecho de que piense que soy capaz de simplemente dejarla morir.

-¿Por qué no? -joder, ¡¿por qué no puede olvidarlo y ya?! Suspiré cansado del puto tema y miré hacia el lado contrario de donde se encontraba su rostro. No quería verla prácticamente pidiendo que la matase.

-Porque no puedo.

-¡¿Pero por...?! -no quería que siguiera preguntando estupideces así que no le permití terminar la frase y la callé con un beso.

Posé mi mano en una de sus mejillas mientras la otra seguía sosteniendo su cintura y besé sus labios con suavidad. Tenían un sabor dulce a pesar del vodka que había tomado. Su sabor era tan delicioso que si me hubiera dejado llevar por el deleite que sentía, el pecado nos habría llevado consigo para castigarnos por lo que hubiéramos hecho. Le costó corresponderme por la impresión de mis acciones, aunque decidió seguirme y dejarse llevar por mis labios.

Tenía tanto tiempo queriendo besarla que gracias a la irritación que me causaron sus imparables preguntas, terminé haciéndolo. Esta no era la forma en la que quería que pasara pero si me daba una oportunidad, no la iba a desaprovechar. Quería disfrutar de su compañía en silencio pero al hacer tantas preguntas, opté por callarla de una mejor manera que a gritos. Quería hacer lo mejor para ella, ¿y qué hice? Condenarla. Al besarla la había condenado a mis caricias, a mis besos, a mis rabietas y a mi vida entera llena de desastre y destrucción. Sabía que era inevitable que esto sucediera pero mi intención siempre fue retrasarlo. Sabía que no debíamos estar juntos. Yo solo ya era un desastre que aún no se había desatado por ser cuidadoso, pero si ella estaba conmigo, podríamos llegar a ser caos desencadenado en un mundo frágil. Nuestra unión podía consumirnos de dos formas, podríamos hacer de nosotros algo hermoso e incomparable o algo peligroso que acabaría con cualquier rastro de vida en el universo. Lamentablemente yo estaba dispuesto a correr ese riesgo y por el bien del mundo, esperaba que ella no. Sin embargo, muy dentro de mi, tenía la esperanza de que se arriesgara sin tomar en cuenta cuanto nos afectaría esto. A pesar de todo, también estaba dispuesto a esperar porque tarde o temprano, sabía que ella me elegiría por sobre todo. Solo era cuestión de tiempo, tiempo que tenía que esperar. No quería estar con nadie y aún así ella logró que quisiera estar con ella. Se metió tan dentro de mi piel sin siquiera conocerla que ya no había forma de sacarla ahora que sí la conocía. La odiaba por ello, pero anhelaba su compañía a pesar de que mi boca nunca expresaría aquellas palabras en voz alta.

En el tiempo que Hades me mantuvo cautivo no tenía nada que hacer más que entrar en su mente y observarla a través de sus ojos, la veía caminando por el campus de la universidad, arreglándose para salir de fiesta, ir a su heladería favorita en su ciudad, la vi discutiendo con su mejor amiga por cualquier ridiculez y luego las veía reconciliarse como si nada hubiera pasado. Rebecca nunca me agradó pero tuve que tolerarla si quería saber sobre la vida de Vanessa. A pesar de que ella estaba en mi mente a diario, ni Hades, ni Lucifer pudieron obtener una sola gota de información sobre ella, bien sabían que en mi mente no entraba cualquiera a menos que yo lo permitiera y a ellos los quería lo más lejos posible. Mi única distracción en esa asquerosa celda era ella, ver su rostro sonriente me reconfortaba, me hacía saber que estaba haciendo lo correcto por ella, resistía por Vanessa y ellos no me la iban a quitar por una estúpida venganza.

La había observado con atención por dos años y por ello sabía que con palabras no haría silencio, la única forma de acallar una pregunta era formulando otra. En efecto, funcionó, pero al hacerlo la había condenado. Sabía que se tomaría su tiempo en ser mía, pero como le había dicho, mi infierno esperaría por ella.