28. Experimentando Dolor

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Eso me dio un poco de miedo, no sabía si salir corriendo o quedarme ahí.

-Tranquila, no voy a matar a nadie -si eso debía calmarme, no ayudó lo suficiente. ¿Y si torturaba a alguien frente a mi? Es decir, adoro cuando torturan a los malos en las películas pero nunca he presenciado algo así en persona-. Vanessa, no estamos es una película, cálmate.

-Deja de leer mi mente.

-No lo hice, solo que tu cara es tan trasparente como un cristal que se puede leer con facilidad. No voy a torturar a nadie en tanto estés conmigo.

-¿Lo prometes?

-No puedo prometerlo.

-¿Por qué?

-Aún te buscan y si alguien intenta hacerte daño no puedo arriesgarme a dejar que se vaya así sin más. Tendría que torturarlos primero para que hablen y dar un mensaje.

-¿Y no puedes intentar dialogar con ellos? -bufó y se sentó en la cama, todos sus músculos se veían tensos y marcados. Por Dios, Vanessa, deja de pensar en deseos carnales y concéntrate. Me senté.

-No. Lo más seguro es que primero envíen demonios y déjame decirte que no todos tienen forma humana. -estaba serio y con el ceño fruncido, no me miraba, tenía la mirada perdida- Ellos no conocen el diálogo, algunos ni siquiera saben hablar y otros ni se comunican. Es más que difícil sacarles información, la única opción es la tortura. Si no quieres, no tienes que ver.

-¿Y si ellos no funcionan?

-Tal vez venga Lucifer, pero en algún momento tendrá que venir porque no van a funcionar.

-¿Cómo lo sabes?

-Porque me tienen miedo. -se giró a mirarme- Cada vez que me ven bajan la cabeza y esquivan mi mirada.

-¿Por qué?

-Hay mucho de mí que aún no sabes, Vanessa. -me evadió. Se levantó de la cama e iba camino al baño cuando hablé.

-Pues cuéntame. -se detuvo, estaba de espaldas a mi y giró un poco su cabeza, solo podía ver su perfil.

-No es algo que quieres escuchar.

-No decidas por mí. -se dio vuelta para que pudiera ver su rostro. Estaba muy serio, sus labios formaban una fina línea y no me respondió-. Si crees que no puedo soportarlo, te equivocas.

-Sé que puedes soportarlo -bajó la cabeza-. Pero no estando conmigo.

Antes de que pudiera decir algo entró al baño y pocos segundos después, escuché el agua de la ducha caer.

¿Qué era eso que no me quería contar? ¿Sería tan terrible como para no decirme?

Me quedé pensando en ello hasta que salió del baño. Tenía una toalla envolviendo su cintura y ni siquiera me miró, buscó su ropa y entró al baño de nuevo. Después de unos minutos estaba vestido. Luego salió de la habitación y no entró hasta pasados unos diez minutos. Se sentó en un sillón y solo me observó.

-¿Qué te pasa? -pregunté pero no dijo nada-. ¿No me vas a hablar?

-¿Qué quieres que te diga? -dijo seco.

-No lo sé, pero tal vez hablar de otra manera sería un buen comienzo. -tomé mi vestido molesta y fui hasta el baño bajando la camiseta que al caminar se subía y dejaba demasiada piel expuesta para el momento. Me tomó de la muñeca y me ofreció un pantalón y una camisa.

-Ponte esto -Lo miré, tomé la ropa y seguí mi camino.

Entré en el baño y me cambié, al salir vi que estaba sentado en el sillón de antes.

Dioses de Sangre ✔️Where stories live. Discover now