02. Viaje a Seattle

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Llegamos al campus y aparcamos. Rebe y yo nos despedimos de los chicos y fuimos a la habitación, ella casi se cae pero la sostuve, no estaba ebria del todo pero si tenía más alcohol de la cuenta en el cuerpo. La metí en la bañera y abrí la llave de agua fría, al instante reaccionó así que salí del baño para darle privacidad y fui a mi propio baño. Me di una ducha alternando el agua caliente y fría de a cuatro minutos. Leí que ayuda a mejorar la circulación, aunque para mi es extremadamente relajante. Al salir me encontré con una Rebecca profundamente dormida en bata de baño y con la espalda sobre el respaldo de la cama, la acomodé y la arropé, ya se vestirá por la mañana. Me puse una pijama suelta azul y vi el reloj. Eran las siete y media de la mañana ¿tanto había tardado en el baño? Después de pensar en ello intenté dormir pero no lo conseguí. Mi cerebro no hacía más que pensar en posibles teorías sobre el chico de la discoteca. Solo veía su rostro y sus ojos tornarse rojos, eran las únicas imágenes que podía ver en esos momentos ¿por qué no podía dejar de pensar en él? ¿Que tiene que hace que quiera saber más de él? ¿Por qué sus ojos cambiaban de esa forma? Supongo que cambiaban al dar órdenes porque eso era lo que pretendía hacer conmigo, ¿no? ¿Darme una orden? Y pretendía que yo le hiciera caso... pero ¿por qué? Nada de esto tiene sentido, no conozco a nadie que pueda cambiar el color de sus iris a voluntad propia. Espera ¡don Google es mi amigo! Lo buscaré.

Mientras enciendo mi tablet, sigo intentando responder el resto de las preguntas, la única que podría tener respuesta es que al ser un tipo misterioso puede que me resulte atractivo, después de todo, he de admitir que es guapo y si por un momento me perdí en sus penetrantes ojos grises ¿quién dice que no puede atraerme? Tal vez por eso quiero saber más de él.

Entro en Google y busco posibles casos de cambio de iris a voluntad pero no obtengo resultados. Solo se me ocurren dos opciones, él es el único caso en el mundo y sus padres no lo llevaron con un médico para saber más sobre esto —cosa que me parece muy extraña— o sus padres nunca supieron de esto y el chico de tatuajes lo guardó para sí mismo. Me parece más convincente la segunda, aunque demasiado fantasiosa.

Poco a poco me entra el sueño y al cerrar los ojos comienzo a dormirme, viendo su rostro.
Despierto a las tres de la tarde y veo que Rebe sigue dormida. Preparo unos filetes y una taza de arroz para almorzar junto a un jugo de durazno, cuando está todo listo, la despierto y comemos juntas en silencio. Está muy callada para mi gusto.

—Rebe, ¿te pasa algo? ¿Estás bien?

—Sí, sí, solo que... te irás hoy por la noche y no estoy lista para pasar el verano sin ti. Es decir... siempre hemos estado juntas. Esto no me gusta. —me dice con cara triste, sin dejar de mirar su plato y es cierto, nunca nos hemos separado, estamos juntas desde que tengo memoria. Éramos muy pequeñas cuando nos conocimos.

Flashback

Estaba en el salón del kinder sola, coloreado una manzana, o eso intentaba. Me salía de todas las líneas pero estaba feliz con mi desastrosa fruta. Llegó una niña, se me quedó mirando y luego tiró todos mis colores al piso. ¡Me molesté tanto! ¡pudo haber roto mis colores! ¡así se rompen las minas! Lo sé porque mamá siempre lo dice. La tomé por las trenzas que llevaba puestas y la arrastré hasta su mesa para romper sus colores, por suerte la maestra no estaba, pero había otra niña. Ella me miró y me preguntó qué había pasado. Le conté e inmediatamente fue hacia la niña que yo sostenía de las trenzas.

Si vuelves a hacer algo así o la vuelves a molestar, te las verás con ambas. ¿Entendiste? miró a la niña con rudeza y ella asintió, así que la solté.

Dioses de Sangre ✔️Where stories live. Discover now