12. Primer Entrenamiento

1.9K 293 60
                                    

No estaba para nada lista, tenía miedo porque no sabía que podría pasar por su cabeza y quién sabe, tal vez terminaba rostizada viva, en otra dimensión, solo con él. Confiaba en él. Pero solo conocía su parte humana por así decirlo, no conocía casi nada de sus dones. No sabía a qué me enfrentaría. Sin embargo, no estaba dispuesta a perder mi dignidad así que escondí el miedo y me mostré fuerte y segura.

—Lista. —se alejó unos siete metros.

—Recuerda, si tu cuerpo reacciona solo, no lo detengas y si se te viene una idea a la cabeza de como atacarme, ejecútala. No dudes. Cuando diga que pares, paras. Mientras tanto, sigue a la defensiva. —asentí y todo empezó.

Empezó a lanzarme bolas de fuego que venían a más de ciento noventa kilómetros por hora.

Hice lo mismo que en aquel sueño. Me cubrí con los brazos y oculté mi cabeza tras ellos. Mis piernas seguían posicionadas una adelante de la otra y separadas para mantener el equilibrio.

Sentí mis ojos cambiar y cuando vi que no me quemaba subí la cabeza. Seguía lanzándome bolas de fuego pero había una especie de pared de fuego color aguamarina, con algunas llamas negras, blancas y naranjas. Cuando sus ataques chocaban contra mi pared, la zona en la que impactaba la bola cambiaba de color por unos instantes y luego el fuego que él me lanzaba se volvía del color del mío.

Llegó una idea a mi mente. Se me ocurrió subir mis brazos por separado y cuando estuvieran arriba de mi cabeza, los uniría para controlar el fuego y atacar a Demetrius.

Como él dijo, ejecuté mi idea. Separé los brazos de mi cabeza, miré fijamente al fuego y con mis manos lo fui absorbiendo. Poco después mis todo mi cuerpo estaba envuelto por las llamas, no me quemaban, en realidad se sentía bien.

El seguía atacándome y aunque sus ataques impactaban en mi cuerpo, no me dolían, ni siquiera los sentía. Entonces subí mis brazos y lancé mi primera bola de fuego directa a su pecho. El golpe no lo derribó pero lo hizo tambalearse. Sonreí orgullosa porque era algo que nunca había hecho.

Se estabilizó y volvió a atacar, yo puse las manos al frente para recibir sus bolas de fuego, que llegaban hasta mi y cuando tocaban las yemas de mis dedos, cambiaban de color. Después de unos minutos decidí volver a atacar. Puse mis brazos a los lados de mi torso, hice un movimiento circular con mis muñecas, me concentré en mi objetivo y disparé. De mis manos salieron una especie de balas hechas de fuego que iban directo a su corazón. Me sorprendió mi puntería pero hice caso omiso y seguí disparando. Dejé una sola mano al frente disparando mientras que con la otra, atraje la rama de un pino, apenas la toqué estaba en llamas, pero no se quemaba y ahora era flexible, se movía como un látigo. Él se estaba protegiendo de mis balas, así que con mi nuevo látigo azoté lo que sería su campo de protección. No era una pared de fuego como la mía, parecía una carpa de cristal negro que lo protegía por completo. Cuando mi látigo impactó contra su carpa, se hizo trizas, me miró asombrado por un momento pero volvió a concentrarse. Está vez elevó un brazo y miró al cielo. En cuestión de segundos había una tormenta eléctrica sobre nosotros. Iba a caerle un rayo encima pero el lo tomó con la mano. Se fijó en mi, se lo pensó por un momento y luego sonrió malicioso, pero no era una sonrisa de las que ya había visto, era una sonrisa un poco ¿psicópata? Yo lo miré con los ojos entrecerrados intentando predecir su siguiente movimiento. Terminó por intentar azotarme con el rayo, pero lo tomé con mi mano libre. Se lo arrebaté y ahora tenía un látigo hecho de una rama de pino envuelta en fuego y un rayo.

Empecé a acercarme a él sigilosamente y empecé a azotar la zona en donde él se encontraba intentando golpearlo, se movía rápido, era ágil. No pude darle ni una vez.
Solté la rama, al caer al suelo se apagó.

Dioses de Sangre ✔️Where stories live. Discover now