03. El Sueño

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Estaba en un bosque solitario lleno de pinos y en el cielo se veía la aurora boreal, nunca las había visto con mis propios ojos, era preciosa.

Bajé la mirada y vi que había mucha niebla, tanta que apenas podía ver, pero a lo lejos divisé unas luces naranjas. Pensé que podrían ser bombillas, pero aclaré mi visión y vi que en realidad eran llamas. Medían más de sesenta metros, nunca imaginé que podría ver llamas tan altas. Casi llegué a pensar que ese fuego provenía del Infierno, aunque eso sería muy irreal, no creo que el Infierno esté lleno de puro fuego.

Caí en cuenta de que era un extraño paisaje. Si veías un lado, todo era hermoso, lleno de colores y vida, pero si veías el otro, solo había fuego y destrucción.

De pronto surgió una sombra a lo lejos, precisamente de entre las llamas. Era un hombre vestido de negro, cada vez que se acercaba, paso por paso, pude distinguir nuevos detalles. Era alto, cabello castaño y mechones rubios, chaqueta de cuero, pantalones estilo militar y camiseta con cuello V, zapatillas deportivas negras con suela blanca, usaba una cadena plateada cuyo dije eran dos alas negras con las puntas de algunas plumas que iban de tonalidades grises a blancas. Cuando ya estaba a una distancia prudente de mi, pude identificarlo. Era el chico de la discoteca, el de los tatuajes y ojos grises penetrantes. Se acercó aún más a mí, hasta estar a unos dos pasos de distancia, me sacaba una cabeza de altura, se veía serio e imponente. Me miraba directo a los ojos, no despegaba su mirada de la mía. Metió las manos en sus bolsillos mientras fruncía el ceño y luego habló.

—Creí haber dicho que te olvidaras de mi, que te alejaras, ¿acaso no entiendes?

—No, no lo entiendo. Ni siquiera nos conocemos. ¿Cómo voy a alejarme de alguien a quien no conozco? —dije obvia cruzándome de brazos y levantando una ceja.

—No quieres conocerme. —rió cínico.

—¿Por qué no? ¿acaso tienes secretos oscuros? —me arrepentí de haber dicho eso al instante. Sus ojos se oscurecieron mientras su mirada se volvió fría y despiadada.

—No te incumbe. Además, ¿por qué querrías saber eso? Como bien dijiste, no nos conocemos. ¿Por qué habría de decirte algo sobre mí?

—Pues según recuerdo, fuiste tú quien haló mi brazo en la discoteca para decirme que me alejara, que te olvidara... y creo que sabes el resto. Lo que sucede es que no entiendo por qué, ¿por qué justamente a mí? ¿No hay más chicas? ¿Soy una clase de objetivo o algo? No tiene sentido que de la nada llegues y le digas eso a alguien que ni siquiera conoces.

—Eso es lo que crees. —murmuró.

—¿Qué? Yo no recuerdo haberte conocido antes así que a menos que seas una clase de acosador, espero una explicación.

—No necesitas una explicación, solo aléjate. Este sueño solo es producto de la curiosidad que te carcome por dentro. Si me olvidas, la curiosidad se irá y podrás estar tranquila. Será por tu bien, no debes involucrarte con personas como yo. No te conviene.

—¿Personas como tú? ¿Y qué clase de persona eres que no me convienes? ¿Cómo sabes que esto es un sueño?

—De todo lo que dije ¿solo eso te quedó? —se frotó las sienes con impaciencia. Ya esta conversación nos estaba cansando a los dos, a él por mis preguntas y a mi por su falta de respuestas.

—Sí, necesito respuestas y solo tú puedes dármelas. Si respondes a mis preguntas, me alejaré, te olvidaré y no volverás a saber de mí. ¿Quieres alejarme? ¿Eso quieres? Pues dame respuestas y no te molestaré más.

—El problema es que no sé si quiero que dejes de molestarme. —dijo en un susurro— Sólo te diré que no te convengo y que si no me haces caso y sigues buscando respuestas, podrías salir malherida.

Dioses de Sangre ✔️Where stories live. Discover now