Dioses de Sangre ✔️

04. En Familia

Mi padre y yo llegamos junto a mi tío Jason y mis primos, Derek y Lexie. Mi padre abrazó a su hermano y mis primos a mí. En realidad, Lexie se le adelantó a Derek y me abrazó primero mientras me decía cuánto me había extrañado. Cuando me soltó, abracé a Derek, él es como yo —más reservado—, por lo que no dijimos nada, solo nos sonreímos.

Prácticamente viví mi infancia junto a mis primos. Vivían al lado de mi casa en LA, siempre jugábamos juntos. Incluso cuando conocí a Rebecca, se integró al grupo y es como si fuese su prima también. Cada vez que podíamos estábamos juntos, disfrutábamos mucho jugando en el patio. Era genial, me encantaba jugar a la ere —si eres la ere, las personas corren y tienes que tocar a uno para que sean ellos quienes te persigan a ti—, Chucky —prácticamente igual que la ere, solo que a quien tocas, persigue al resto contigo hasta que no queda nadie a quien perseguir—, a las palmadas típicas que si te equivocabas empezabas de nuevo... Fueron buenos tiempos. Éramos siempre los cuatro juntos y jugando, bueno, también teníamos otros primos que de vez en cuando jugaban con nosotros pero generalmente éramos nosotros cuatro los que estábamos siempre juntos. Luego empezó la secundaria, nos veíamos cuando podíamos porque Derek y Lexie estudiaban en institutos diferentes a Rebe y a mi, que estudiábamos en el mismo. Sin embargo, siempre mantuvimos contacto con ellos, no queríamos que se perdiera la amistad que habíamos mantenido por tanto tiempo.

Sin embargo, no todo dura para siempre. Llegó el momento en que se mudaron a Seattle por el empleo de su madre. Recuerdo que querían quedarse a vivir en mi casa, y yo estaba encantada. Adoraba la idea de vivir con ellos, a veces eran insoportables pero aún así los amaba. Por desgracia, mis tíos dijeron que no, no estaban de acuerdo en dejarlos bajo la tutela de mis padres porque ya en ese momento peleaban mucho. Hasta para mí era insoportable y fastidioso, ¿cómo iba a pedirles a ellos que lo aguantaran? Simplemente no podía, así que nos despedimos y prometimos no perder el contacto. Todos lloramos, no queríamos separarnos pero no teníamos alternativa.

Después de que se mudaran, mantuvimos el contacto por un tiempo, nos escribíamos a diario hasta que entramos en la universidad y ya no nos quedaba casi tiempo de hablar, por lo que nos distanciamos un poco más.
Aún así, cuando los abracé en el aeropuerto después de 9 años sin verlos, fue como si nada hubiera cambiado. Debo admitir que ese viaje me alegró muchísimo, ¿quién diría que amaría un viaje que al principio no quería hacer? Pues aquí estoy entre mis primos felizmente y poniéndonos al día con todo. No podíamos dejar de reír y parlotear sobre cualquier cosa.

Me di cuenta de cuánto los había extrañado. También hablé con mi tío Jason, me dijo cuán alegre estaba de verme, que había crecido muchísimo y que estaba muy cambiada. Me dijo que al llegar a casa me darían un regalo. Sentí vergüenza porque no era necesario pero solo le di las gracias.

Después fuimos a un McDonald's, todos adoramos esa comida, claro que no siempre comemos ahí pero se podría decir que esta es una ocasión especial. Además, no creo que aguante hasta llegar a casa. Mi estómago ruge como si tuviera un león dentro. Espero que no puedan escucharlo.

Cuando terminamos de comer nos dirigimos al aparcamiento por los autos. Tenían un Jeep Renegade negro, guardamos el equipaje en la cajuela y subimos al auto. Era tan cómodo y estaba tan cansada que me dormí en el hombro de Derek.

—¿Seguro no te molesta? —pregunté.

—Tranquila, se te ve el cansancio en la cara. Duerme un poco. Mamá querrá verte en casa. —fruncí el ceño.

—¿Qué? ¿No estaba en un viaje de negocios?

—Correcto, pero arregló todo y volvió antes para verte. No quiere perderse una milésima de segundo —dijo haciendo énfasis en la milésima de segundo e imitando lo que supongo fueron los gestos de Emily, mi tía. Me causó gracia y soltamos unas carcajadas. Después de eso caí rendida.