CAPITULO LI

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Risk, Rixon y sus compañeros fueron conducidos de nuevo al local donde se entrevistaron con Sandor esa misma tarde.

Ahora el local estaba lleno de gente y la calle rebosante de vehículos que no cesaban de llegar con más gente que venía a contemplar las luchas y a hacer sus apuestas.

Los cuatro fueron conducidos a la parte trasera del edificio y desde allí se les llevó a los vestuarios, desde donde se suponía que tendrían que salir para combatir contra otros de su misma hermandad.

Cuando Risk se estaba sujetando las muñequeras, Logan entró para hablarles. Vestido de forma elegante, su aspecto nada tenía que ver con su atuendo de aquella tarde.

Las camisas de seda blanca y rayas azules, una sobre otra, y con los botones superiores desabrochados, que dejaban ver una pequeña porción de piel, contrastaban sus pantalones vaqueros desgastados y su correa de cuero marrón con una hebilla de plata. Una chaqueta sastre de color azul marino y unos zapatos de piel negros teminaban de darle ese toque formal.

El pelo que en la tarde había llevado sujeto en una cola, ahora estaba suelto y descansaba sobre su nuca. Parecía haber salido de una revista de moda. Y aunque a Risk le seguía pareciendo un rostro familiar, no conseguía recordar en que lugar le había visto antes.

—Bueno chicos, –comenzó a decirles en un tono jovial– espero que estéis decididos a darlo todo. Sandor está esta noche entre el público y no le gustan las decepciones. Han venido otros luchadores desde otros lugares y espera que le dejéis en buen lugar, yo haré esta noche una apuesta por vosotros mismos, y cuando ganéis lo suficiente como para pagarme os entregaré las ganancias. ¿Alguna pregunta?

Los cuatro se miraron entre ellos, y luego de nuevo a Logan, pero no dijeron una palabra.

El hombre se metió las manos en los bolsillos y extrajo unos papeles de apuestas, los rellenó allí mismo y salió de la habitación sonriendo.

Risk y Rixon estaban calentando, mientras Leo y Vanni hacían lo mismo por su parte.

—Risk, ¿crees que estos tipos nos darán lo que prometieron?

—Sin duda alguna.

Risk sonrió de medio lado, pero Rixon no se percató de la ironía de sus palabras.

Risk estaba seguro de que aquello terminaría costándoles un precio demasiado elevado, pero tendría que aguantar un poco antes de marcharse.

En ese momento, Coust entró en la sala y llamó a Vanni y a Leo. Risk y Rixon les desearon suerte antes de verlos salir por la puerta.

Cuando por fin les llegó el turno a ellos, la gente estaba enardecida. Risk había revivido todos sus recuerdos una y otra vez durante las últimas horas y sabía lo que aquello podía costarle.

Se subió a la tarima y esperó a que les dieran la señal. Un par de hombres con el mismo tatuaje se subieron por el otro extremo.

—Tú encárgate del más bajo, —le advirtió a Rixon antes de que empezaran a luchar— yo me encargaré del otro.

El tipo que le había tocado como contrincante se abalanzó sobre él, pero Risk fue más rápido, le bloqueó con una mano golpeando contra su cuello y le agarró del brazo haciéndole una llave a la espalda y tirándole sobre el tatami.

El hombre se levantó rápidamente dispuesto a atacarle de nuevo, pero Risk se ladeó en el último instante y le agarró del brazo por encima de su pecho tirándolo hacía atrás de nuevo.

Aquel hombre enorme volvió a levantarse y a lanzarse contra él, pero Risk volvió a agarrarle por uno de sus brazos y girando sobre si mismo le hizo caer de nuevo delante de él. Esta vez le mantuvo sujeto en el suelo por el brazo, pero el hombre le dio un par de patadas en las costillas mientras le sujetaba. Al fin logró soltarse y volvió a golpear a Risk en el cuello, pero Risk se había percatado de la maniobra antes de que pudiera hacerla, y gracias a ello solo fue un golpe más.

AMANECEWhere stories live. Discover now