AMANECE

CAPITULO XXXII

Lenox sonrió satisfecho al recibir la llamada desde el lugar del transporte confirmándole el éxito de la operación, mientras Luna se mordía nerviosamente el labio inferior esperando noticias.

Cuando Dan les había dejado a solas, le había explicado que ya tenían toda una operación de rescate en marcha para liberar a Risk, en la que participarían todos los componentes de su grupo, menos Mario, que a esas horas ya debía de haber llegado al campamento, tal y como les había informado Carla hacía unos minutos.

Dan no había sido informado sobre la operación, y Lenox confiaba, además, que el general no se atrevería a emplear con su hijo ciertos métodos persuasivos para hacerle confesar. No porque le tuviera el menor aprecio, si no por las consecuencias que ello podría acarrearle al propio general, ya que Dan era un científico reconocido y admirado por la plana mayor de la Gobernación. Tanto él como Carla habían conseguido muchos adelantos con sus investigaciones, y ellos les consideraban como un activo demasiado valioso como para perderles en ciertas intrigas del general.

*****

Un soldado acompañó a Mario hasta la vivienda donde estaban instalados sus amigos. Todavía estaba algo mareado, pero definitivamente no era nada que no pudiera controlar.

Abrió la puerta de acceso a la vivienda y miró en su interior.

En medio de la sala estaban Eric, Chris y Elena que sostenía un apósito sobre el brazo descubierto de Eric.

Cuando Elena vio a Mario parado en la puerta de la vivienda, soltó el apósito y con un pequeño grito se abalanzó sobre él, haciéndole casi perder el equilibrio.

—¡Eh, pequeña! —le susurró Mario en la oreja mientras ella rompía a llorar— No llores, ya estamos juntos y todo ha pasado, estoy bien no te preocupes más.

Mario la mantuvo contra su pecho mientras entraba en la sala. Antes de que pudiera darle las gracias al soldado que había en la puerta, esta se cerró de golpe haciendo a Mario sobresaltarse.

—Veo que todavía no has perdido tu toque ¿Eh?

Elena se convulsionaba entre sus brazos riendo y llorando al mismo tiempo.

—¿Qué tal estás? –le preguntó Eric dándole una palmadita en la espalda.

—Bien, creo que saldré de esta. –le respondió por encima del hombro de Elena.

Chris le miraba con los brazos cruzados sobre su pecho y Mario vio que lo hacía con el ceño fruncido y cara de pocos amigos.

—Parece que no te alegras mucho de verme, Chris.

—Menuda la has armado tío, —Chris parecía capaz de taladrarle con la mirada— ¿has pensado siquiera en la gente que has jodido con esto?

Eric se apresuró a sujetar a Chris por el brazo cuando vio que se acercaba rápidamente inclinándose sobre Mario.

—¡Cálmate Chris! Él lo ha hecho por Elena, cualquiera de nosotros habría hecho lo mismo en su lugar.

Chris se revolvió contra Eric y se soltó con un fuerte tirón de su brazo.

—Todos hemos aceptado lo que nos ha caído, y ninguno de nosotros ha puesto en peligro a nadie más. —Chris se volvió otra vez hacia Mario que seguía inmóvil con Elena entre sus brazos— Espero que disfrutes de estar aquí, porque al menos hay dos personas que pagarán por ello.

Chris soltó sus palabras como si las escupiera y salió de la vivienda sintiendo que la furia le consumía. Él se había sacrificado para que Luna fuera feliz con Risk, y ahora este asunto les había separado. Sabía hasta que punto Luna estaba destrozada, y eso era algo que él no podía perdonarle a Mario. Se alejó de allí corriendo hacia el pabellón médico antes de ceder a sus impulsos y agarrarle por el cuello hasta estrangularle.

*****

—No le hagas demasiado caso, —Eric intentó suavizar la situación— ya sabes como es, no piensa lo que dice. Está preocupado porque ha tenido que alejarse de Luna, pero ya se le pasará.

El nudo en la garganta de Mario no le dejó responder, sabía que Chris le había dicho la verdad, y la culpa le consumía.

Había conseguido lo que tanto deseaba.

Había sufrido para llegar hasta allí, pero lo había logrado.

Ahora podría estar con Elena, pero ¿a que precio? Había destruido la vida de su hermano y de Luna.