CAPITULO XXIX

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Dan contempló la fachada del edificio antes de subir los escalones de la entrada. Se había dado mucha prisa en llegar, y aunque Lenox le había advertido de que la Liga se ocuparía y que no tenía de que preocuparse, la idea de no volver a ver a Carla después de entrar en aquel edificio que tenía delante, le cortaba la respiración.

El alto edificio tenía la fachada recubierta de cristales acumuladores de energía solar, esto junto con su forma cuadrada y su cubierta en forma de cono, le convertía en uno de los más bellos y ostentosos del centro de la ciudad.

Dan subió lentamente los escalones de la entrada, y una vez en el hall del edificio se detuvo para contemplar el escudo de la Gobernación que estaba incrustado en su suelo de mármol.

Caminó despacio hasta la recepción para dar sus datos y huellas, Christine se sonrió al verle.

—Cuánto tiempo Dc. Grieg

—Si, Christine, mucho. ¿Podrías anunciarle a mi padre que ya he llegado? Por favor.

—Inmediatamente, Doctor.

Mientras la recepcionista comunicaba la llegada de Dan, él dio un vistazo a su alrededor, algunos jóvenes oficiales estaban saliendo de los ascensores que había en la parte de atrás de la recepción y se quedaban mirándole con curiosidad al pasar a su lado.

Dan sabía que algunos de ellos le habrían reconocido, y para nadie en la ciudad era un secreto la mala relación entre él y su padre.

—El general le espera en su despacho.

—Muchas gracias, Christine, espero que tus chicos sigan portándose bien con su madre.

—Dejémoslo en que es difícil cuando no son tan chicos. –la mujer sonrió a Dan y este le devolvió la sonrisa mientras caminaba hacia los ascensores.

Dan temblaba ante la rabia de tener que volver a verle, intentó calmarse convenciéndose de que algún día se haría justicia con él. Pero ahora solo le importaba el poder sacar a Risk de su encierro con vida.

La puerta del despacho se deslizó para dejarle ver la figura de su padre recortada contra la luz del crepúsculo que se filtraba por la ventana.

El general ni siquiera se volvió cuando Dan entró en el despacho, estaba de pie con las manos cruzadas en la espalda, y vestido con su uniforme de la Gobernación, se limitó a decirle que tomara asiento, y Dan lo hizo en silencio.

Pasaron unos minutos más hasta que el general se volvió para encararle y tomó asiento enfrente de él, detrás de la mesa de su despacho.

Le dirigió una mirada de desprecio y Dan se la mantuvo hasta que comenzó a hablar.

—Veo que realmente te importa lo que le ocurra a esa escoria que detuvimos.

—No se trata de escoria, es uno de los mejores soldados de las fuerzas especiales.

—¿Y desde cuando te interesas tú por las fuerzas especiales? –El general alzó una ceja esperando la contestación de Dan, quería pillarle en cualquier indiscreción para poder detenerle al igual que había hecho con Risk.

—Se trata del hijo de un amigo mío.

—Conociéndote, me imagino de que clase será ese amigo tuyo.

El general Grieg sabía perfectamente de quien estaban hablando y no perdió la oportunidad para provocar a su hijo, pero Dan le conocía demasiado, y también sus métodos, así que se contuvo.

—Era una persona leal y con sentido de la responsabilidad, murió en un asalto cumpliendo con sus deberes de soldado. –respondió manteniendo el tono más neutral que pudo.

AMANECEHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin