Capítulo 15: ¿un baño?

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Salí del local con el móvil en la oreja, aún sin créeme lo que me decía Sophie, tan solo escuchaba el bombeo de mi sangre.

—¿A qué te refieres con una sobredosis?

—Pues que ha consumido de más, Leah. Está muy grave en el hospital —dijo con la voz rota.

Me mordí la piel del pulgar, cuando estaba realmente nerviosa necesitaba hacer algo con las manos y en ese momento fue lo único que se me ocurrió.

—¿Y por qué me cuentas esto a mí? Me ha arruinado la vida.

—Lo sé, pero ha estado a punto de morir y esperemos que no lo haga aún. Todavía no está fuera de peligro. A sus padres casi les da un infarto cuando lo encontraron. Querían llamarte pero se enteraron por Maggie, al ir a hablar con ella sobre la expulsión de Alex, de que no estabas en el país.

Joder, todo aquello me superaba. Estaba avanzando, estaba rehaciendo mi vida tenía nuevos amigos y una nueva esperanza para el amor. ¡Maldita sea! ¿Por qué tenía que ocurrir ahora?

—Lo siento mucho Leah, no sabía que hacer y decidí llamarte. Estoy muy asustada.

—No te preocupes Soph, ahora está en el hospital y ellos cuidarán de él. No hay nada que nosotras podamos hacer.

Me repetí esas frases una y otra vez, quería convencerme de ellas, quería que se acabara tan pronto como empezó, quería....

El ruido de la alarma me despertó. Menos mal, estaba soñando con la conversación de ayer y no era nada agradable volver a revivirlo. Esa mañana me levanté antes que de costumbre, mis exámenes estaban a la vuelta de la esquina y necesitaba estudiar. Entré a la cocina a coger algo de fruta y volví a mi cuarto, ni siquiera me molesté en quitarme el pijama, no tenía ganas. Recogí mi pelo en una trenza y encendí el ordenador lista para trabajar. Debía mantener mi mente ocupada, no pensar en ello.

Estuve toda la mañana sin salir de la habitación hasta que llamaron a la puerta. Murmuré un "adelante" mientras escribía en el ordenador, buscando información sobre unas operaciones de matemáticas. Debía ser mi abuela, la verdad es que tendría que haber salido a decirla algo, como que seguía viva, tal vez, para que no se preocupara. No quería darle sustos a su edad.

—Hola.

Me giré tan rápido que me escurrió el boli que sujetaba con la boca. Esa no era la voz de mi abuelita y tenía toda la razón porque quien estaba en el umbral de la puerta era Cameron.

—¿Puedo pasar?

Asentí. Recogí el bolígrafo y lo dejé sobre el escritorio. ¿Cómo era posible que este hombre me pillara siempre en pijama?

—No has aparecido por la playa y estábamos preocupados.

Metió las manos en los bolsillos de su bañador, justo como aquel día que vino a por las galletas. Con un suspiro me senté en la cama y le invité a hacer lo mismo.

—Estaba estudiando, a diferencia de vosotros yo tengo la semana que viene repleta de los exámenes finales antes de las vacaciones de Navidad. Lo siento, no quería preocuparos.

—No te preocupes, ¿necesitas ayuda con algo?

Asentí con la cabeza. Sabía que se refería al ámbito académico, pero yo necesitaba otro tipo de ayuda. Me sentía horriblemente mal, cada vez que cerraba los ojos veía a Alex tirado en el suelo con una aguja clavada en el brazo. No podía parar de recrear la imagen una y otra vez y me estaba volviendo loca.

—¿Puedes abrazarme?

Se quedó perplejo ante mi pregunta, aunque enseguida apoyó la espalda contra la pared y me envolvió entre sus brazos. Al apoyar la cabeza en su pecho podía escuchar los latidos de su corazón, y eso me relajaba. Al parecer era algo natural, nos recordaba a cuándo éramos bebés y nuestras madres estaban siempre pendientes de nosotros.

Our Last Sunset [✓]Where stories live. Discover now