Capítulo 2: actuación

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El sábado llegó sin darme cuenta. Entre los últimos exámenes que tenía, y los ensayos que hice por mi cuenta en la escuela a penas me di cuenta de lo rápido que pasaba el tiempo. Solo había tenido tiempo para llorar la ruptura con Alex por la noche antes de dormir y, gracias al cansancio, caía en los brazos de Morfeo al poco rato. Mis padres ni se dieron cuenta de que me pasaba algo, pero vamos, no me extrañaba en absoluto. Estaban siempre demasiado preocupados de sus trabajos, y si algo iba mal en ellos se lo reprochaban el uno al otro. Desgraciadamente me había acostumbrado a ser invisible a sus ojos desde hacía un buen tiempo ya. Tenía prácticamente un máster.

Preparé la bolsa de deporte con todo lo que iba a necesitar, para mi sorpresa, mi padre llamó a su chófer para que me acercara al teatro. Bueno, por lo menos de vez en cuando se acuerdan de que tienen una hija. Al llegar al teatro me senté con Sophie, me seguía mirando con cara de pena y yo odiaba eso.

—Enserio deja de mirarme así, ¿o vas a salir al escenario con esa cara? Venga, ¡alégrate!

—Es que, Leah... Me cuesta mucho aceptar lo que te ha hecho Alex, si no le viera en las clases pensaría que me hablas de otra persona.

Fijó la vista en sus deportivas y ambas nos quedamos en silencio un buen rato. No era incómodo, simplemente era lo que ambas necesitábamos para hacer como si nada durante el resto del día. Un minuto para guardar el tema en el lugar más recóndito de nuestras cabezas y no volver a sacarlo.

—Venga, vamos a prepararnos —me dice sonriendo a la vez que me tiende la mano.

Yo la imito y acepto su mano. Caminamos hasta el vestuario y nos ponemos nuestros maillots y tutús. Cojo el estuche de maquillaje y me encamino al espejo.

—Espera Leah. ¿Tienes aguja e hilo? Me gustaría coser esto un poco más —dice levantando sus puntas.

—Claro, está en la bolsa, cógelo.

Me maquillo con calma, como hemos llegado pronto tenemos tiempo. Además, me gusta maquillarme despacio, así veo si debo mejorar algo. El vestuario se va llenando a medida que pasa el tiempo. Cada vez más compañeras llegan, se sientan para ponerse las zapatillas de ballet y hablan de lo nerviosas que están porque sus familias las estarán mirando entre la multitud. Para bien o para mal, yo no sufro de eso. Por supuesto que me duele que mis padres prefieran el trabajo a verme bailar, pero han sido tantos los festivales que se han perdido que no me molesto en buscarles entre el público. Ya tengo asumido que la única persona que me hace fotos es la madre de Sophie, siempre y cuando tiene más de medio carrete lleno de fotos de su hija. Por lo menos ella me proporciona un recuerdo de mis bailes, aunque sean diez fotos por espectáculo.

—Salís en diez minutos —nos informó una joven con un pinganillo en la oreja.

Todas nos pusimos en pie y formamos una fila frente a la puerta, nos nervios estaban presentes en el ambiente. No era la primera actualización que hacíamos, pero seguíamos sintiendo esas cosquillas en la tripa como si lo fuera. Teníamos aproximadamente cinco minutos antes de salir a los bastidores, y siempre los aprovechábamos en comprobar mutuamente que todas teníamos todo en orden.

—Lisa, ¿mi moño está bien? -preguntó Kendall.

—Sí, no te preocupes. ¿Mi maillot? —preguntó dándose la vuelta, quedando de espaldas a ella.

—Todo ok.

Yo me giré hacia Sophie. Me cogió ambas manos que juntó con las suyas. Sonrío.

—¿Lista para brillar?

—Por supuesto. Nous pouvons le faire.

Sonreí también mientras le daba un suave apretón en las manos.

Our Last Sunset [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora