Capítulo treinta - Descubriendo realidades.

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El insomnio es una basura. A pesar de que he vivido ya un cuanto tiempo así sin dormir, todo había cambiado anoche y lo que poco que “descansaba” se había reducido a nada.

Sí, quisiera pensar que no había sido por el hecho de haber estado pensando en Ryan y su declaración patética, pero no podía. Ni siquiera a mi mente puedo negarle lo que era más que obvio. Quiero decir, ¿con qué cara miraría ahora a ese chico? Yo no quiero y no necesito a alguien que venga y haga mi vida más complicada de lo que ya es.

Salgo de la casa muy temprano, decidida a no tomar el autobús y hacer un poco de ejercicio matutino. Más para no verle el rostro a alguien que por otra cosa.

El clima sigue igual de bonito puesto que apenas estamos comenzando agosto, dentro de un par de meses la lluvia va a estar inundando la casa, estoy segura.

Después de una caminata de unos veinte minutos, llego a la escuela, me dirijo a mi casillero y recojo los libros que voy a ocupar. Cuando cierro la puertilla de metal, brinco del susto. Que me trague la tierra en este momento para evitarnos esta conversación completamente incómoda.

Lo ignoro tanto como puedo, pero el simple hecho de que camine a mi lado me hace tener cosquillas en el cuello. Esto es demasiado vergonzoso para mí.

——Sobre lo que dij… ——comienza pero de inmediato lo interrumpo.

——Guárdate las explicaciones y olvídalo por completo ——digo sin mirarlo y me sorprendo yo misma con mi tono de voz, es incluso más frío que de costumbre.

——¿Uh? ——pregunta deteniéndose en la mitad del corredor.

Me detengo también y lo miro, no estoy para nada de ánimos.

——Que lo olvides, no te quiero ver cerca de mí o de mi casa. Esto se acabó ——aclaro y Ryan me mira con el ceño fruncido.

——¿Esto? ¿Y qué significa esto? ——pregunta moviendo sus manos entre nosotros. Un escalofrío me recorre la espalda y tengo más cosquillas en el cuello.

 ——¡Nada! ¡No significa nada! ¡Ya deja de jugar con la mente de la gente! ——exclamo y renuevo mi caminar.

Lo escucho reírse y luego sus carcajadas se combinan con el ruido escolar.

Me esfuerzo por concentrarme lo más que puedo en clase, pero termino en detención;  supongo que después de todo estoy destinada a quedarme allí por siempre y sé que tía Susan no estará muy feliz el día que entreguen las boletas de calificaciones.

En el fondo de mi mente no dejo de pensar en Ryan, quiero detenerme. Sus palabras siguen retumbando en mi cabeza. Quisiera creer que aquello me tiene tan preocupada y molesta porque simplemente me repugna que piensen sobre mí de esa manera y me recuerda a aquellos días, pero con Ryan nunca ha sido así.

Cuando regreso a casa por la tarde estoy más que disgustada, me duele el pecho, hay algo que no anda bien. Corro escaleras arriba y me meto en mi cama sintiendo ganas de vomitar. Me paso toda la tarde en la computadora o pintando uno de los dibujos sin terminar en mi habitación, tía Susan toca mi puerta a eso de las cinco y media, me pregunta en cómo me ha ido en el día, respondo que bien; sin embargo, siento como si pudiera leer mi mente y saber que hay algo que me disturba, pero no dice nada al respecto.

Después de que hemos cenado ensalada caliente de papa con tortas de carne, Fanny corre hasta la sala y enciende el televisor, yo ayudo a tía con los platos sucios. Una pregunta sale de mi boca sin siquiera pensarlo.

——Tía Susan… cuando conociste al tal Daniel, ¿cómo te sentiste? ——digo secando uno de los platos, con solo decir su nombre me arde la lengua. Me quiero golpear a mí misma, no debería estar haciendo esa clase de preguntas.

11 maneras de morir.Where stories live. Discover now