Capítulo treinta y tres - Momentos.

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Hola a todos :).

Aquí les dejo un capítulo más, espero que lo disfruten un montón, porque yo sé que muchas personas estaban deseando leerlo. También al ladito les dejé la canción de esta vez, muy acorde con la ocasión. Si se les acaba leyendo, vuélvanla a poner y ya saben, a cantar como gallito fino (una de esas expresiones de madre, lol). 

Recuerden que me pueden seguir en Instagram, @judelibros, para información, fotos, adelantos, lo que sea lo publico ahí. *Sigo a todos, lo juro*

Y nada, aquí les va esta partecita, gracias por todo el apoyo<3

Está lloviendo, es lo peor. Me pongo un pantalón de algodón y una camiseta blanca, junto con el par de zapatos deportivos, luego encima del suéter me tengo que poner otra chaqueta que pesa una tonelada.

Camino hasta la escuela por una ruta diferente, sin ganas de mucho. El profesor Harrison no me da mucho problema y a pesar de que es más que obvio que sabe que no estoy haciendo un carajo, lo ignora y da su clase en paz.

Almuerzo en silencio sentada en el borde del corredor el emparedado de queso que tía me ha preparado. Todo el ambiente está húmedo; los chicos del equipo de fútbol están jugando mientras sus camisas que antes eran blancas se ponen café por el barro. Cada uno tiene una sonrisa en la cara, están teniendo el momento de sus vidas, sin preocupaciones, sin atrasos, sin miedos. Son solamente ellos y la alegría de un buen partido entre los charcos que han quedado esparcidos en el jardín.

Mi atención se centra en el corredor que se extiende del otro lado, frunzo el ceño y un calor me nace en el cerebelo, sacudo la cabeza tratando de alejar la sensación, no pasa nada. Es incluso peor cuando la misma chica del otro día sonríe y él le sonríe de vuelta con la misma simpatía de coqueteo, maldito mentiroso.

Ryan estira la mano y le toca la mejilla, ella se ríe y él la acompaña un segundo después.

Tengo náuseas, me alejo de allí antes de vomitar y llego a la dinámica clase de matemática. Treinta y dos ejercicios para el día de hoy, menudo plan.

De todos, apenas contesto dos, me quedo allí mirando los números, estudiando como danzan en las líneas de mi cuaderno, preguntándome si la sensación de soledad desaparecerá pronto.

Después de clases me decido a caminar de vuelta. El tráfico es increíble y me alegra mucho no ser amante de manejar porque de verdad es una pesadilla. Como no tengo nada que hacer, me siento en la acera en frente de la calle peatonal más transitada del vecindario; la gente camina demasiado apurada, incluso chocan unos con otros sin cuidado y sin un “lo siento”. Observo a cada una de las personas, tan ocupadas; madres jalando de sus niños con apuro, hombres muy enojados al teléfono, y ninguno se pregunta cómo está el otro. Es divertido pensar en todos esos que creen en la perfección.

Un par de pasos llaman mi atención, miro por el rabillo del ojo y no me sorprende en lo absoluto.

——Hola ——saluda mientras se sienta a mi lado. Yo memorizo los últimos detalles de la escena y luego me pongo de pie. Hoy de verdad que no tengo la cantidad de autocontrol necesario para tirarme el chisme con él——. Lisa, por favor, ayúdame un poco, ¿quieres?

El enojo comienza a emerger, me doy la vuelta y comienzo a caminar en dirección a casa. No he dado cinco pasos cuando Ryan aprieta su mano contra mi brazo. Volteo hacia él lentamente.

——¿Qué pasa contigo? ——dice con el ceño fruncido. Ahí mismo quiero golpearlo fuertemente en la cara.

No respondo, nuestras miradas se encuentran y me quedo allí por unos segundos. Aprieto la mandíbula, casi puedo escuchar mis dientes chirriar.

11 maneras de morir.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz