Capítulo tres - Yo... traté de suicidarme.

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Cuando despierto la mañana siguiente, el sol apenas está saliendo. He tenido una pesadilla y ha sido lo mismo de siempre. Ellos tocándome la cara con sus asquerosas manos, así que, tan pronto como me acomodo, me paso las manos sobre la cara, soltando un chillido y moviéndome como una lombriz, todavía puedo sentir su tacto.

Me levanto y camino hasta la mesilla de la habitación, levanto el horario y leo las casillas de los martes; Grupo de apoyo. Odio toda esta mierda.

Pienso en hacer algo mientras llegan las siete y treinta de la mañana, que es la hora indicada en el papel. Son las cinco y media, y entonces se me ocurre ir por allí a caminar, eso me ayudará a relajarme. Si es que eso es posible.

Me acerco a la maleta y saco una camiseta celeste y unos pantalones de tela suave con un doblecillo hasta la rodilla, busco un par de calcetines y los zapatos deportivos. Cuando estoy lista, salgo de la habitación y me topo con un chico que tiene el cabello rubio oscuro, no puedo ver su cara, pero se me hace familiar. Camino cuidadosamente y miro que el andar del muchacho está mal, entonces me acercó un poco más y logro distinguir sus facciones; es Harry. Entonces, entiendo por qué camina de esa forma, está sonámbulo. Recuerdo que lo hacía la mayoría del tiempo y no lo dejan encerrado porque Harry es claustrofóbico, pero no de esos que se desmayan o comienzan a sudar frío, no. Él da cabezazos a la puerta. Cuando lo trajeron aquí por primera vez, Harry se encontraba dormido, así que lo encerraron bajo llave en su habitación, pero en cuanto despertó y notó la situación en que se encontraba, comenzó a gritar y a patear la puerta al igual que todos en su primera experiencia aquí, pero minutos después solo se escucha un sonido pausado y moribundo, los doctores pensaron que se trataba de él golpeando la puerta con el pie o la mano, pero a la mañana siguiente, justo cuando yo iba saliendo, un grupo de personas estaba en la habitación de la par. Mis ojos se concentraron en el cuerpo de un chico que estaba siendo llevado en una camilla y que traía una gran mancha de sangre en su ropa y en la frente. Nunca más volvieron a dejarlo encerrado y a veces, se le da por ser sonámbulo. Así que ahí va, mi compinche, Harry Sullivan. Dormido como un oso al hibernar y caminando tal persona normal. Bueno, ni tanto.

Se supone que cuando ves a una persona así, debes acompañarla a su cama, así que lo tomo por el codo suavemente y lo guío de vuelta a su cuarto. Automáticamente se da media vuelta y se sienta al sentir la cama en sus rodillas, luego se acuesta, quedando exactamente como si nada hubiera pasado.

Luego de eso, camino fuera de la habitación. Bajo las escaleras de dos en dos y corro hasta la gran puerta de vidrio que da al patio, sin antes, saludar a Mirna, una mujer cuarentona que ha aún no se cree el hecho que haya envejecido y se viste con sacos que le quedan como embutido, peinado alocado, labios gruesos rojos, zapatos de aguja y que en este momento se está limando las uñas tras el recibidor.

--Buen día, Mirna --digo levantando una mano.

--Buen día --dice con un tono arrastrado que casi parece imitación.

Abro la puerta de vidrio y una brisa me golpea el rostro al estar afuera. El suelo está mojado por el rocío que ha caído y el ambiente un poco oscuro por la falta del sol a esta hora de la mañana, perfecto. Comienzo a correr por todo el lugar, yendo primero por el edificio de Terapia Sicológica, que es de un color café horrible y tiene ventanas gigantes. Luego corro por el jardín, han puesto flores nuevas y el lugar huele mejor que nunca, tiene un aire hogareño que no sé de dónde ha salido, también han instalado varias fuentes y un quiosco de color blanco. Bueno, eso está un poco patético, honestamente. Sigo con mi carrera y paso a un lado del lago, que ahora, después de haber fracasado mi intento, no me llama para nada la atención. Podría intentarlo de nuevo, sin embargo. No hoy, no es el día. Hoy es un día para correr.

11 maneras de morir.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz