Capítulo treinta y cinco - Buenos y malos momentos. PARTE 2.

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El mal momento. Es raro ver como un buen momento puede tornarse en uno malo en cuestión de minutos, incluso segundos.

Cuando aparezco en la sala ya tengo la completa atención de ambas miradas desde el sillón.

Tía Susan con una enagua de color azul marino y una camisa blanca, está sentada junto a un hombre viejo de traje entero, tiene solamente cabello en los costados de su cabeza y sin duda todo el pelo que le falta allí, lo tiene en ese bigote espantoso, parece como si tuviera una ardilla en el labio superior. Guácala.

Ambos se ponen de pie y mi tía se acerca a mí con cautela.

——Lisa... um... este es el detective Miller ——dice poniéndome una mano en la espalda sin quitarme los ojos de encima. Como si me estuviera tratando de mantener calmada o al menos tratando de decirme que lo haga.

Miro por unos segundos al hombre o más bien a su enorme bigote. Luego reacciono y observo la mano del hombre estirada, como si fuera un robot estiro la mano y apenas doy un pequeño apretón la retiro de nuevo con demasiada rapidez, su toque me hace volver al pasado, sus dedos contra la parte de afuera de mi mano. El hombre me mira extrañado, luego habla.

——Mucho gusto, Lisa ——dice con un tono de voz mucho más feo, agudo, irritante.

——Cariño, el detective quiere hablar contigo ——vuelve a expresar tía Susan y la mano que se encuentra en mi espalda, me empuja en dirección al sillón.

Doy un paso solamente porque he perdido el balance——. ¿Por qué? ——pregunto con la voz rasposa parándome mucho mejor allí en medio de la habitación.

——Por favor, toma asiento ——esta vez realmente me sugiere mi tía.

Parpadeo un par de veces y finalmente camino los pasos que me faltan y me siento en el sillón, tensa, sin dejar que mi espalda toque el respaldar, como si no tuviera permitido estar cómoda en este momento.

——¿Qué pasa? ——pregunto mostrando un poco mi impaciencia. El hombre con el bigote de ardilla tiene toda mi atención.

——Lisa, hace un par de semanas encontraste a una chica en el Parque Hallow, ¿cierto?  ——explica y mi mente queda en blanco, un pitido suena justo en mi oído derecho, es completamente molesto.

——¿Lisa? ——escucho. Sacudo ligeramente mi cabeza y miro al detective de nuevo.

——Sí ——murmuro casi inaudible, sin embargo él asiente entendiendo.

——Necesitamos que des tu declaración ——especifica. De inmediato, frunzo el ceño y comienzo a negar con la cabeza.

——No, no. Yo no puedo ——comienzo a decir y volteo mi cabeza hacia arriba, el rostro de tía Susan se encuentra pegado a mi cabeza, me sostiene por los hombros——. Tía, no me pidan que haga eso, por favor ——suplico. Es como si estuviera regresando al pasado, pero no sutilmente, sino que puedo sentir todo, ver todo. Como el detective encargado de mi caso llegó a casa y como la manera en que le supliqué que se fuera, que no tenía nada que decir al respecto, luego el hospital y el intento de suicidio. Una y otra vez. ¿Por qué me sigue ocurriendo la misma historia a mí?

——Lo siento, cariño ——dice tía Susan con los ojos brillosos.

——Me temo que debes presentarte en el departamento de policía a más tardar el miércoles ——dice, aprieta los labios en una mueca de pena——. Lo siento ——se pone de pie.

De nuevo miro el rostro de tía Susan, suplicándole. Ella no dice nada, solamente me sostiene fuertemente con la piel más pálida de lo normal.

——Buenas tardes ——en el momento en que el detective se despide, tía Susan me suelta lentamente, luego sigue al hombre hasta la puerta principal. Después de un saludo cordial cierra y regresa a la sala. 

No me he movido ni siquiera un poco, tengo la mirada clavada en el piso y le doy vueltas a todo lo que acaba de pasar. No puede ser posible que tenga que ir a ese lugar.

Siento los brazos de tía junto con su aroma atraparme, solo es cuestión de segundos para que suelte un sollozo y después de eso lágrimas en abundancia.

——Lo siento muchísimo, cariño ——habla apretándome tanto como puedo, se mece de atrás hacia delante y finalmente se recuesta contra el brazo del sillón conmigo contra su pecho. Nos quedamos así por horas, hasta que Fanny baja y pregunta qué es lo que sucede. Me seco las lágrimas rápidamente y le digo que estoy llorando porque he sacado una muy mala nota en la prueba de música. Como si me importaran un poco las calificaciones.

Fanny se abraza a mí y me dice que seguro lo haré mejor en el examen siguiente. Le sonrío y las tres nos hacemos una pelota en el sillón por un buen rato. Luego tía se levanta y hace pasta con salsa roja y aceitunas, nos deja comer en la sala mientras vemos televisión, que es básicamente algún programilla de caricaturas que a Fanny le ha gustado. Tía Susan se sienta con nosotras y al menos por un rato, se me olvida que el miércoles tengo que ir a la policía.

Subo a mi habitación a eso de las nueve y media de la noche, cansada, estresada y hasta un poco asustada. Cuando estoy sacando mis libros para remplazarlos por los correspondientes al día en que viene, me encuentro con la cajilla transparente, a través de la cual se pueden observar los dibujos chuecos en marcador. Abro el empaque y de pronto algo se cae de este. En el suelo encuentro un pedazo de papel doblado en cuatro, dentro de este, una letra un tanto fea se puede observar.

"La música y yo siempre hemos estado unidos de una manera casi sobrenatural, tengo un lista de reproducción para cada momento en mi vida. Quiero que estas canciones sean nuestra lista de reproducción."

Sí, tal vez no era la nota más inteligente e inspiradora del mundo, pero no sé cómo, al terminar de leerla mi corazón sintió con si le hubieran dado un pellizco. Se sentía raro, yo nunca había vivido esto, no sabía cómo responder, sin embargo sabía que aquella pequeña nota se sentía mejor que muchas de las cosas en todo el tiempo pasado.

Me acerco a la computadora y meto el disco compacto en el lector, rápidamente About A Girl de Nirvana comienza a sonar y una tras otra las canciones me contaron pequeñas historias, así como mi cerebro selecciona pequeños momentos de mi vida para relacionarlos con estas.

Cuando el disco se acaba pienso en reproducirlo de nuevo, sin embargo es bastante tarde, por eso me limito a apagar el ordenador y me lanzo en dirección a mi cama, no me doy cuenta cuando me quedo dormida, solamente sucede.

11 maneras de morir.Onde histórias criam vida. Descubra agora