Capítulo veintiocho - Deseos de la vida. PARTE 2.

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En algunas ocasiones, tengo un sueño distinto. En este, estoy en un edificio abandonado, lleno de cartones viejos con olor a orines, la pintura está caída y el polvo junto con las telas de araña han poseído el lugar. Estoy descalza y puedo sentir el polvo bajo las plantas de mis pies, doy un paso hacia adelante, indecisa, incluso un poco asustada, y entonces de pronto, un pequeño pinchazo en el talón, levanto el pie y le doy vuelta para observar mejor, me he cortado y ahora la sangre me cubre toda la piel.

Escucho pasos acercándose lentamente, las manos me tiemblan y miro como el líquido rojo moja con frialdad el sucio piso. A pesar de que no quiero voltear, lo hago y mi cara se encuentra frente a frente con el mismo hombre de siempre, hombros grandes, brazos tatuados, pañuelo cubriéndole la cara y un sombrero negro. Estira una de sus manos hacia mí y no me doy cuenta hasta que mis oídos se tapan al escuchar un singular sonido, que lleva un arma en la mano.

De pronto me siento un poco más liviana, las piernas se me mueven, lo cual es una clase de acción reflejo. Doblo mi cuello en un ángulo de noventa grados y doy una mirada a mi estómago; está un poco hinchado y mi camisa entonces se comienza a marcar primero con un par de gotas rojas que luego se convierten en una gran mancha.

Nunca llego a descubrir qué es lo que sucede, aunque muy dentro entiendo que la muerte está muy cerca, pisándome los talones, en realidad. También el mío roto, incluso creo que le gusta más el olor a sangre.

En el siguiente momento todo se torna negro y luego estoy gritando.

Tía Susan salta de la cama como un rayo y me mira desubicada. Yo trago grueso y hago mi mayor esfuerzo para poder volver mi respiración a la normalidad. Los pelos de mi nuca están erizados y estoy sudando frío.

Me quito rápidamente una mano que se posa en mi hombro con suavidad  y comienzo a mecerme yo misma, esperando que las imágenes regresen al cajón de mi mente de donde han salido.

——Lisa ——escucho que me llaman. No puedo responder, mi boca no se abre——. Lisa, cariño ——aquella voz insiste de nuevo——. Lisa ——reconozco el agudo timbre y trato de orientarme un poco——, Lisa ——dice una vez más. Es solo tía Susan, concéntrate.

Inhalo profundamente y exhalo tanto como puedo, repito el ejercicio varias veces y la vista se me pone más nítida, dejándome observar claramente a mi tía en cuclillas frente a mí, con esa típica cara de preocupación y lástima. Odio la lástima.

——Cariño, todo está bien. Estás en casa ——repite una y otra vez. Después del incidente, mi tía Susan participó en las terapias conmigo y la doctora Siman le dijo que debía decirme todas esas cosas y hacerme sentir en casa.

Un sonido extraño me sale de la garganta, parece que estuviera rogando por alguna cosa, a excepción de que ahora mismo no puedo hablar, tampoco pensar nada coherente.

Pruebo de nuevo con mi respiración, comienza a funcionar y después de unos minutos vuelvo a ser yo misma. Tía Susan se siente en el borde de la cama y comienza a sobarme la espalda. Me paso las manos por la cara, tengo el nerviosismo a flor de piel.

——Ve a bañarte, es casi hora de irnos ——me dice y entonces la miro como si hubiera dicho alguna locura. Sin embargo, ella asiente confirmándome que he escuchado bien.

Me levanto de la cama y me dirijo hacia la ducha, después de diez minutos debajo del agua, que de alguna forma me da una sensación de paz, salgo y me visto. Bajo las escaleras con rapidez y me dirijo hacia la cocina. La primera cosa que observo es a Fanny, tengo tanto miedo de que esta sea la última vez que la pueda ver tan cerca, que la estudio detenidamente. Sus ojos grandes y azules llenos de inocencia, como arruga su pequeña nariz cuando intenta pinchar un pedazo de fruta con el tenedor, como las piernas le cuelgan de la silla, pero más que nada la manera en que actúa, es como si el mundo no existiera, como si no importara.

11 maneras de morir.Where stories live. Discover now