Capítulo veintisiete - Nuestra aventura. PARTE 2.

3.2K 288 18
                                    

Dedico un buen rato acostada en el suelo a mirar como el cielo se aclara con el pasar de los minutos.

——Quiero regresar ——digo duramente poniéndome de pie, suspiro y miro la ciudad por última vez para después darme la vuelta y así encaminarme hacia el inicio de la escalera.

Escucho pisadas detrás de mí unos cuántos minutos después y luego siento como me tocan el hombro, a lo que reacciono pegando un brinco y soltando un grito de miedo.

——Sh, sh, Lisa, soy solo yo, mírame ——sisea la voz de Ryan, puedo reconocerla.

——Quiero irme a casa ——repito con la voz ida mirándole, aunque no me aparto de su agarre.

——Está bien, tranquila, te llevaré a casa ——dice él encaminándome de nuevo hacia el auto.

Bajamos la colina y me subo en el vehículo con Ryan observando cada uno de mis movimientos, no sé porque se queda allí de pie. Cuando ya estoy dentro, él da la vuelta al carro y se sube al otro lado para arrancar la camioneta y comenzar a andar.

Ryan me da miradas por intervalos de tiempo, supongo que solo se asegura de que esté bien, de todas maneras ya me he calmado y solo me dedico a mirar por la ventana.

——Aunque antes de ir a casa, hay algo más ——murmura haciendo que voltee bruscamente mi cabeza hacia él.

——Quiero volver ya ——exijo mirándole de una manera no muy amigable. Él ni me hace caso, está mirando al frente con toda la atención puesta en el camino——. Ryan… ——mi voz con tono de advertencia suena.

——Es solo una cosa pequeñita ——dice y en ese mismo momento dobla hacia la derecha. Bufo, ¿es acaso posible que exista un minuto en el que este chico no me saque de mis casillas? No lo creo.

Miro por la ventana una vez más, mi frente chocando contra el vidrio, mis ojos mirando más allá de las colinas, el cielo se ha aclarado mucho más, deben de ser como las tres y media de la mañana, en un segundo veo la silueta de un pajarillo solitario volar y suspiro con un dolor punzante en el estómago y un nudo que se forma en mi garganta. No sé por qué quiero llorar.

De pronto nos detenemos de nuevo, las sorpresas nunca han sido la mejor cosa para mí, pero después de estudiar el lugar, no es más que obvio lo que sucede.  Ryan parquea el auto frente a un sitio donde en el techo sobresale un gigantesco helado color rosa, ¿cómo es que una cosa de estas está abierta a esta hora? Pensándolo mejor, nunca está de mal un helado en plena madrugada. Mi boca se estira en una sonrisa pequeña y niego con la cabeza, este muchacho es lo más impredecible que jamás he conocido y el sentimiento que me invadía antes casi lo he olvidado.

Después de sacar la llave del contacto y quitarse el cinturón de seguridad, abre la puerta y sale de la camioneta sin decir una palabra, yo solo lo miro con el ceño fruncido y segundos después mi puerta se abre de improviso.

——¿Vienes o no? ——me pregunta sonriendo. Estúpida debilidad por los helados, él no sabe lo que me está haciendo en este momento.

El clic de mi cinturón junto con mi ceja enarcada y mis labios fruncidos hace que su sonrisa se convierta en una carcajada.

——A mí no me da risa ——hablo dedicándole mi mejor mirada de muerte.

Ryan viene detrás de mí, pero apenas mi mano se estira para abrir la puerta, él se apura y la abre por mí, ruedo los ojos.

——No tienes que hacer eso ——digo volteándome para mirarlo——. No es como si no pudiera hacerlo por mí misma.

——Pero yo quiero hacerlo ——contradice levantando las cejas mientras alarga su brazo hacia dentro del comercio indicándome que entre.

11 maneras de morir.Where stories live. Discover now