Capítulo veintinueve - Cuando el tiempo se detiene.

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Respiro por la boca para así no tener que soportar el horroroso olor, lo que provoca un sonido como el de un perro después de una larga carrera. Me duele la columna, las muñecas y también los tobillos, debido a la cantidad de tiempo que he estado retenida en esta cama.

Me tenso cuando escucho pasos rápidos acercarse. De pronto, una mano se coloca en mi pierna y se mueve hacia arriba, silenciosa y con cuidado. Me siento asquerosa, ni siquiera me siento como un ser humano.

——Marie… Debemos salir de aquí ——murmura. Estúpido nombre, odio ese estúpido nombre, pero me alegra que no use el mío, porque estoy segura que querría cambiármelo.

Aprieta su asquerosa mano alrededor de mi brazo y me jala hacia arriba después de desatarme, para así ponerme de pie, aunque mis pies están muy débiles para resistir mi peso. No quiero que me toque, entonces con las pocas fuerzas que me quedan, lo empujo.

——¡Maldita, perra! ——grita y su voz retumba en el cuartillo. Me quedo quieta, solo porque si corro sé que me atrapará de inmediato y no podré disfrutar de mi libertad un poquito, eso me hace querer morir. Él me pega una cachetada y me jala para taparme los ojos y la boca, y comenzar a caminar hacia afuera.

Hay días en que el tiempo se detiene,  situaciones que hacen que todo lo que está a nuestro alrededor se pare y solo podamos escuchar nuestra respiración. Durante mi vida, he vivido infinidad de estos momentos, pero nunca uno tan raro como hasta ahora.

Me levanto de repente cogiendo tanto aire como mis pulmones son capaces de tener. Los mismos síntomas son visibles; tengo las manos temblorosas, el sudor frío, el dolor en la garganta y la cabeza dándome vueltas. Salgo de la cama tan rápido como puedo y corro hasta el baño, abro la tapa del inodoro y el vómito está esperando justo allí. Es asqueroso.

——¿Lisa? ——preguntan desde la puerta——. Oh, cariño… ——dice tía Susan, tocándome en hombro. Me recoge el pelo y me acaricia la espalda hasta que termino.

——Estoy bien ——digo cuando me estoy lavando la boca, ella arrolla mi cabello en un extraño moño.

——No, no lo estas ——dice mirándome por el espejo. La miro desaprobatoriamente, pero ella me mira mucho peor.

——Solo fue… solo fue un mal sueño ——digo secándome la boca. El sentimiento de ser perseguida, de ser tocada por ellos; no se irá nunca.

La mujer me acuna en su pecho sin decir nada más. Yo la abrazo de vuelta. A pesar de que solo haya sido un mal sueño ahora, no quiere decir que me sienta mejor, esos sueños se basan en recuerdos.

Después de tomar un baño, me alisto para ir a la escuela. He convencido a la tía Susan de que estoy bien y que no necesito quedarme un día en casa, es más porque quiero salir de allí. Cojo una bolsa plástica y pongo en ella, el traje de nadar, una toalla limpia y un conjunto de deporte.

Cuando llego a la cocina, doy a Fanny un beso de buenos días y me como rápido una manzana, escapándome del regaño de tía por no comer lo suficientemente bien y que esto y que aquello.

Espero el autobús sentada tranquilamente en la banca de la parada, escuchando las noticias en la radio de mi teléfono, esperando que por fin se dignen a poner música en esa emisora de cuarta y dejen de estar baboseando sobre religión y saluditos por mensaje.

Alzo la mirada rápidamente cuando escucho pasos. El día está oscuro, hemos a entrado a otoño y llueve mucho estos días.

Ryan llega hasta la acera, con el pelo revuelto, una camisa de rayas celeste y azul, y unos pantalones negros. Parece que acaba de salir de la cama, tiene los ojos achinados y las mejillas rojas. Cae a mi lado y me mira por un segundo, yo lo miro de vuelta.

11 maneras de morir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora