Capítulo ocho - Inhalo, exhalo.

8.4K 367 18
                                    

Después de dos semanas, no quiero volver a la escuela. Las tareas y los trabajos me tienen con dolor de cabeza, a pesar de que no hago ninguno. El aula de la Señorita Ginne se ha convertido en mi salón oficial, porque paso la mayoría del tiempo allí. Ninguno de los profesores soporta la presencia de la suicida en su clase.

****

El sábado por la mañana me la paso jugando con Fanny, quién ha descubierto que su diente derecho de en frente está flojo, ha planeado comprar muchos dulces con el dinero que el "Hada de los Dientes" le dejará. Está emocionadísima, en realidad. Creo que ese diente no sobrevivirá mucho tiempo en el interior de la boca de esa niña.

Por la tarde acompaño a tía Susan y a Fanny a uno de los partidos más importantes de la temporada de la niña. Francamente, me siento contenta de haber venido, puesto que Fanny se ve feliz corriendo con sus trenzas amarillas y sonriendo a todos. Es tan carismática como lo es tía Susan o lo fue la misma Mamá. Recuerdo que siempre sonreía y hacía amigos en todo el barrio, invitaba a los vecinos frecuentemente a cenar, les llevaba pasteles, participaba en la congregación de comunidad organizada y en algunas veces, planeaban una feria para poder recaudar fondos y mejorar el lugar dónde vivíamos. Mi madre era de ese tipo de mujeres que le encantaba colaborar en todo lo que fuera necesario. Ella era completamente lo opuesto a mí.

El juego se cancela justo en el minuto en el que los Tiburones de Atlantic School -el equipo de Fanny-, van ganando. La razón; que se ha venido un aguacero, en el que ni siquiera se ve el paso de las pelotas y los uniformes de los niños que antes solían ser blancos, ahora están chocolate. Es una locura. Tía Susan y yo estamos empapadas y después de buscar a Fanny, tomamos un taxi y nos dirigimos a casa. Cuando llegamos nos mandan a cambiar rápidamente para que no enfermemos, subo las escaleras directo a mi habitación, dónde me seco y me pongo ropa caliente. Tiritando, me meto debajo del edredón y cierro los ojos, quedándome dormida inmediatamente.

Las consecuencias vienen después, peor que nunca y hubiera preferido un brote de varicela a esto, me siento tan mal que no puedo ni moverme de la cama, tía Susan ha tenido que encargarse de mí todo el fin de semana y me ha puesto toallas con agua fría en la frente para bajarme la temperatura.

****

Saco los libros que necesito para el siguiente periodo con pesadez, por la gripe insoportable. La nariz no deja de echar mocos y tengo que sorbérmela cada cinco segundos, me siguen doliendo los brazos y los hombros, y además, tengo tanta tos que la garganta se me seca y parezco un perro. Definitivamente ha sido un error venir hoy.

Decido que es mejor irme a casa ahora mismo, antes de que vomite en el pasillo. Entonces pongo los libros en el casillero de nuevo, cierro de un portazo y comienzo a caminar hasta la salida. El abrigo de algodón no me sirve de nada, porque tengo tanto frío como si fuera invierno y los escalofríos me atraviesan la espalda cada cierto tiempo.

Despacio, bajo las escaleras de la entrada de la academia y me dirijo hasta la acera de en frente, esperando por el primer autobús que se aparezca.

--¿Lisa? --escucho extrañamente llamar detrás de mí. Doblo mi cuello para ver de quién se trata.

Oh, no. Esto es peor que detención. Ryan, a quién no había visto en un buen tiempo, estaba de pie a unos diez metros de mí. En realidad, después del día de la cena, solo me lo tope un par de veces en el salón de la Señorita Ginne, dónde se quejaba porque no tenía permitido protestar contra la guerra o contra el maltrato animal o contra las injustas decisiones que tomaba Dios para con los seres humanos. Una locura.

--¿Qué haces aquí? --pregunta con el ceño fruncido.

--¿Qué no es obvio? --digo sorbiendo la nariz, y fijo mi vista hacia el frente otra vez, ignorándolo hasta que el autobús llegue.

11 maneras de morir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora