—Tía te voy a recomendar que le cambies el agua a las florecitas, ¿si? Que se ven como marchitas —comenta la castaña saliendo de la cocina.

—Pero yo lo hago todo los días. Porque si no es por mi las pobres florecitas se marchitan y nadie hace nada.

—Bueno ya nos vamos —Adamaris le da un beso en el cachete a su tía y se apresura a salir de la casa, Maria se despide y la sigue, más tarde las sigue Alan.

Al llegar a la empresa se despidieron y cada uno fue a su destino. Apenas la castaña entra a su sitio de trabajo es abordada por Milena, que se encontraba arreglando unas medidas que Miranda le había encomendado el día de ayer y de la que no pudo terminar pero al sentirla llegar saltó hacía ella olvidandose de lo que se enonctraba haciendo.

—¡Llegaste! ¿cómo te fue ayer?.

—¿El señor Julio esta en la oficina? —le pregunta evadiendo el tema de su cita. 

—No —chasqueo la lengua.—ni él, ni la señorita Miranda han llegado. Por cierto, ¿qué fue lo que te dió Julio en la caja?.

Adamaris suspira profundo.

—Ay Mile, ni me recuerdes ¿si? Mejor vamos a trabajar —propone.

Si alguien apareciera en tu miserable vida y te dijera que habia la posibilidad de volver a sentirte plenamente feliz seguramente él no lo hubiera creído, sobretodo porque seguramente hubiese dicho que ya lo era. Pero actualmente solo podía sentirse plenamente feliz con ella y hace mucho tiempo que había aceptado ese hecho. 

Esa mañana se había despiertado muy feliz con el pensamiento de ver aunque sea unos minutos a  Adamaris y aún después de estar algunas horas en la oficina no podía con la ansiedad de verla. Estuvo parte de la mañana en reunión pero su mente estaba lejos de aquella reunión.

De regreso a la oficina Barbie Zeldris lo estaba esperando y toda alegria se había transformado en una mascara de seriedad.

—¿Qué haces aquí? ¿quién te dejo pasar? —le pregunta sin poder controlar la nota de fastidio que sonó en sus palabras.

La modelo gira la silla y sus miradas se conectan. Había tensión en el ambiente pero ésta la ignoraba y en cambio, sonrió.

—Que tosco te has vuelto. Antes tus ojos saltaban cada vez que me veías, pero ahora... ¿qué no puedo visitarte aunque sea como amiga? Es una lastima que tus rencores puedan más.

Mientras hablaba se levantó de la silla en que estaba sentada y se acercó a él, agarra su corbata y haciendo un poco de fuerza logra que este recorra la poca distancia inexistente entre ellos y ya no haya espacio, incluso en sus rostros.

—¿Acaso todavía me quieres?—pregunta con voz seductora. Intentó besarlo, pero Alejandro la aparta y él regresa a su asiento. Barbie finge estar aburrida. —que aburrido te has puesto. Me imagino que es por la edad —añade en forma de burla.

—Te repito, ¿qué es lo que quieres al volver?.

Barbie lanza un sonido lastimero y recorriendo la misma distancia del empresario logra acorralarlo al sentarse en la mesa de su escritorio y detener la silla con sus manos.

—Y yo te repito que solo estoy aquí porque quería visitar a un amigo. Aunque para ser más exacto visitarte.

—Alejandro quería que... —Adamaris calló sintiendo un doloroso pinchazo en su corazón. Frente a sus ojos, un figura femenina y sexy se encontraba extremadamente cerca de Alejandro. No podía verle la cara puesto que la mujer le daba la espalda y su cabello caía hacia delante.

Los Cambios En El AmorWhere stories live. Discover now