Capítulo 42

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Mientras se iban acercando el corazón de Adamaris empezó a latir con más rápidez, su pecho empezóa doler y el nerviosismo se iba apoderando de ella. Trata de controlarse, se repite que todo estaría bien pero era inutil, nada servia y en cualquier momento podía empezar a temblar.

Teme por lo que puede llegar a encontrar, en la reacción de Joel al verla, en lo que puede preguntar las personas.

También teme por lo que su corazón puede empezar a sentir. ¿Cuándo se empezó a inclinar por una persona diferente a la que pensó querer?. Hace unos días había estado segura de lo que sentía por Joel era amor, pero ahora parece que todo se había esfumado.

No podía parar de pensar, de temer y dudar.

Su mano tembló y aunque Alejandro no dijo nada también empezó a preocuparse, pero por otros motivos.

—¿Te encuentras bien? —le pregunta, mirandola de reojo.

Adamaris suspira profundo y voltea verlo.

—No, pero lo estaré. ¿Ya casi llegamos? —le pregunta tratando de desviar la conversación. Alejandro asiente en respuesta.

—Estamos a dos calles de llegar —contesta.

Adamaris asiente y toma aire.

—¿Crées que Joel quiera verme? —le pregunta expulsando el aire que no sabía que estaba reteniendo.

—¿Qué persona en este mundo no quería verte? —le pregunta de vuelta haciendola reír.

—Eres un bobo —vocifera mientra ríe.

Adamaris niega y se mantuvo en silencio. Al llegar, Alejandro buscó estacionar su auto y cuando lo hizo, ambos bajaron. El ambiente era caluso, Adamaris lo empezó a sentir apenas puso el pie fuera de la camioneta, sin embargo, le sonrío a Alejandro cuando éste le preguntó si estaba bien.

—No te preocupes por mi, ¿vamos? —propone. Elempresario le sonríe dudoso pero calla.

Caminan hacia la puerta del hospital donde son atendidos por el celador.

—Disculpe amigo, estamos buscando a una persona que lo trajeron ayer si no estoy mal, venia porque se había intoxicado con una bebida —habla Alejandro.—su papá esta adentro, ¿será que podemos pasar?.

—Lo siento amigo pero no los puedo dejar pasar.

—Pero hermano, Podemos esperar en la sala de espera.

—Lo lamento pero esta llena la sala de espera, estamos a reventar. ¡Ya no le cabe ni un alma! —le explica.

Alejandro y Adamaris comparten una rápida mirada.

—Bien, muchas gracias —vocifera Alejandro resignado y agarrando a la castaña por la cintura, se alejan.

El empresario saca su teléfono y marca el número del padre de su amigo. Éste no tarda en responder.

¿Señor Agustín? Estamos afura del centro de salus, pero el celador no nos dejó entrar —comenta Alejandro.

—¡Alejandro hijo! No, no. Ustedes mejor vayan adelántandose. Lo vamos a transladar al hospital de siempre, ya esta mejor pero aún falta realizarle otras cosas pero aquí no se cuenta con el equipo para acerlar. Allá ya nos están esperando, vayan ustedes adelántandose —repite mientras espera al médico.

Alejandro suspira pronfundo y asiente.

Muy bien, Agustín, me adelanto entonces. Adiós.

Cuelga y guarda el teléfono en el bolsillo de su chaqueta.

—¿Y? —le pregunta Adamaris impaciente, viendolo guardar el aparato.

Los Cambios En El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora