Capítulo 33

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Habia amanecido pero para Alejandro era como si el tiempo no hubise pasado, con la única diferencia era la tremenda jaqueca con la que había amanecido y que claramente no estaba al estar con Adamaris.

Su cabeza estaba apunto de estallar, sin embargo, no habia encontrado un analgesico para aliviar el dolor. Así que le tocó ir de incógnita a la oficina  aparte de cargar con el dolor su genio no era el mejor, pero aun así se presentó a trabajar más por obligación que por querer.

Apenas llegó a la oficina se encerró en su oficina sin querer saber del mundo. Pero Susana, ajena al estado mental de su jefe, Susana entra a la oficina para iniciar el dia y echar andar sus planes.

—Buenos días jefe, ¿cómo amanece? ¿leo su itinerario?.

—Largo, hoy no quiero ver a nadie... especialmente a ti, cancela todo mi itinerario y tráeme un analgesico para el dolor de cabeza—ordena, sin preocuparse en sonar cortes. Quería estar solo, pensar y matar ese dolor de cabeza pero lo único que lo mantiene distraído, si quiera la mujer de anoche logró distraer su mente.

Susana respira con fuerza y hecha una furia sale de la oficina, tirando la puerta en el proceso. Alejandro cierra los ojos cuando su cabeza taladra por el sonido, agarra el teléfono y lo descuelga, marcando un número.

Ramón, prepareme una carta de despido por favor y tráela cuando la tengas lista. Ah, hoy vendrá un muchacho, su nombre es Pedro quiero que lo incorpores a la empresa de inmediato —habla Alejandro.

⚊¿A qué cargo señor? ⚊le pregunta.

Como mensajero, ocupaté por favor de todo.

Esta bien señor.

⚊Pero quiero que me informes de cualquier movimiento que haga, ¿esta bien? ⚊al recibir una afirmación, cuelga.

Esa mañana cuando Adamaris le comenta a su hermano sobre la decision de salir a buscar trabajo ese día este se opuso de manera consiliadora.

—Creo hermana que deberias tomarte un descanso, has trabajado tan duro y de sol a sol que agradezco al cielo que te hayan despedido... y no me lo tomes a mal pero no me hustaba que trabajaras para una señora tan poco grata. Tomate tu tiempo, descansar, cuidatu salud... disfrutaun momento del tiempo.

—No me quedaré en casa sin hacer nada Alan, yo tambien tengo mis gastos y sabes que me gusta sentirme util.

—Pero ya eres util. Yo te dije que yo puedo ocuparme de todos los gastos de la casa —insiste—, tomate un tiempo para descansar, últimamente has vivido muchas cosas y tu salud...

—Mi salud está perfectamente Alan —lo interrumpe sin ánimo de iniciar una eterna discución—. Estoy tan bien que tengo ganas de hacer algo, por eso voy a comparar algunas hojas de vida para llenarlas y salir mañana en busca de trabajo.  

Alan no quiso seguir hablando al ver a su hermana empeñada en buscar un trabajo, siguio desayunando en silencio.

En la tarde cuando salió del trabajo, Maria se presentó en la casa de la castaña dispuesta a pasar un rato agradable con esta. Sin embargo, tuvo que esperarla ya que Adamaris había salido a repartir hoja de vida pese a que su hermano le había insistido hasta el cansancio en que ya no era necesario que esta trabajara. Cuando Adamaris llega a su casa Maria se encontraba sola. La morena al verla bebe del vaso y lo deja en la mesa.

—Hola, ¿qué haces acá? yo te hacia en el trabajo —le pregunta la castaña. 

—Hoy salimos temprano así que me dije: Maria, tus uñas están realmente horribles ya necesitas con urgencias una manita de gato; ¡Y taran! vine corriendo a invitarte al salon de belleza ¿qué te parece?. 

Los Cambios En El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora