Capítulo 47

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Calidez y amor.

Son sentimientos tan diferentes pero fáciles de confundir por lo bien que te hacen sentir. Y es lo que en estos momentos invaden su mente y corazón, aparte de otros sentimientos positivos. Ambos lo sentian, uno por primera vez y la otra con mayor fuerza.

Más fuegos artificiales aparecen para que las palabras escritas en el aire no desaparezcan pero estas ya estaban grabadas en la mente y corazón de la pareja.

Gruesas lágrimas de felicidad caen de sus ojos sin control alguno y que muy seguramente llegarían a desmaquillarla si tuviera maquillaje. Niega, sin poder creer el espectaculo que ven sus ojos. Su dudosa mirada se desplaza del cielo al empresario sin poder decidirse por cual de los dos debería captar su atención. Ríe e intenta secar las lágrimas pero más empañan su rostro. Hasta que Alejandro enamorado de los gestos contresnados de la castaña se acerca a ella sin apartar su mirada y con una sonrisa deslumbrada y le tiende un pañuelo la cual agarra agradecida y se seca el rostro. Adamaris quisiera preguntarle tantas cosas pero siente que si abre la voca su voz nada saldría de ella. Fijó su vista ya no tan borrosa y se sintió aturdida por lo bien que se veía pese a que su cabello -antes perfectamente peinado- se encontraba revuelto, siendo utilizado por la fría brisa de aquella noche.

—¿Qué es esto? ¿Qué haces aquí? Mi hermano te puede ver y los vecinos pueden llamar la policia —comenta Adamaris sin atreverse a mirarlo mientras seca los restos de lágrimas.

Alejandro hace un puchero. Adamaris suelta una risilla, conmovida.

—No podía ir a la cama sin verte, bonita, así que tomé mi auto y monté todo los que vez —su cabeza se mueve señalando hacía atrás donde todavía se escuchaban los petardos de las explociones.— necesitaba verte —explica sonriente, agarra sus manos y las une cubriendolas con las suyas, las besa y añade.—y decirte en persona decirte que —besa dulcemente las palmas de sus mano.—te extraño —finaliza besando castamente sus labios pero ambos lo sintieron con dulzura.

Los ojos de la castaña se volvieron a llenar de lágrimas y se sonrojó. Si bien no era la primera vez que se decian cosas realmente lindas y lo expresaban abiertamente, que Alejandro lo dijera en voz alta y con semejante escena montada era conmovedor y no pudo evitar afligirse. Debido a que no tenía maquillaje Alejandro pudo ver su sonrojo sintiendose cada vez más enamorado y feliz porque es él el motivo de sus emociones, extiende su sonrisa, mostrando sus dientes mientras la observa con cariño. Adamaris suelta una risilla mientras lloraba. Alejandro pensó que se veía adorable y no pudo evitar llevar sus manos a su rostro, secar una lágrima que se encontraba bajando a su mentón y quedarse acariciar aquella zona.

—Adorable —menciona con suavidad. Adamaris avanza atraída por su belleza y envolviendo sus brazos, lo abraza envolviendo sus dedos tras su chaqueta.—¿te gustó la sorpresa? —le pregunta.

—¿Qué si me gustó? Amor me encantó, me encantó todo —menciona después de lanzarse a sus brazos y repartir besos en su rostro para gusto del empresario quien se hechó a reír; primero en su frente, seguido de la punta de su nariz mientras no dejaba de halabarlo.—¡eres el mejor, el mejor! ¿cómo se te acurrió semejante espectaculo? —por último besó sus cachetes y boca.

Alejandro se encoje de hombros.

—Simplemente quería verte y de camino acá me tope con estos señores —explica con indiferencia.—quería sorprenderte, ¿estás sorprendida? —parpadea esperando su respuesta.

—Ay Alejandro a veces haces unas cosas —dice apenada. Suspira y envuelve sus manos en el cuello del otro.—Alejandro. Yo también te extrañé —gesticula cariñosa, besa su boca. —pero estás loco —Alejandro suelta una risilla.—¿Y... y tu auto? —le pregunta y se apartan, sin apartar el agarre en sus manos.

Los Cambios En El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora