Capítulo 46

605 48 5
                                    

No hay nada mejor que tomar aire para relajarse, alejar malos pensamientos y tomar decisiones. Es bien sabido que muchas veces hay que pensar con la mente despejada o mejor dicho, con la cebeza fría.

Por eso había salido de la empresa, sentía que esas paredes la estaban asfixiando, y ahora, después de despejar su mente ya había tomado una decisión. Tomaría los toros por los cuernos, atravezaría la calle, entraría a la empresa, subiría e iba a estar en el mismo espacio que Ricardo, y todo estará bien, porque ella no sentía igual que hace algunos años.

Ahora era fuerte y había aprendido a dejar los rencores en el pasado. Todo para sanar su corazón.

Con esta idea subió a paso firme y decidido. Se presentó ante la secretaria, y estar en frente ésta la anunció, para dicha de Alejandro y desdicha de Ricardo.
La castaña le agradece pero su celular suena, era una llamada de Maria.

—Dime María, ¿qué pasa? ¿cómo te terminó de ir en la entrevista?—le pregunta.

Al otro lado, Maria toma aire por la boca.

—A-adamaris, ¿e-estas todavía en la empresa? Te-tenemos que vernos, e-es urgente —comenta con voz nerviosa.

La castaña frunce el ceño, preocupada.

—¿Dónde estás, Maria? ¿por qué se te escucha la voz tan rara.

Del otro lado, Adamaris escucha tiritar su mandibula.

—E-estoy que me da un ataque de pánico Adamaris, eso es lo que pasa —cuenta intentando calmarse inutilmente, sus manos al igual que se cuerpo temblaban y su rostro estaba pálido y sudorosos.

Adamaris se aleja intentado no ser escuchada. Maria inhala y exhala rapidamente.

—Okay, calmate Maria... calmémonos, ¿en qué parte del edificio estás?.

—En-encerrada en un cubículo del baño de mujeres.

—Okay, tenés que calmarte —repite más para ella que por su amiga, solo una vez en su vida vivió junto a la morena uno de sus ataques, y no fué nada placentero. Se asustó mucho, y ahora también lo estaba. Se mordió con fuerza el labio para tratar de calmarse y se apresura a continuar.—mira, mira yo ahora no voy a poder ir a buscarte porque estoy apunto de ver al presidente, pero apenas salga voy a encontrarte, ¿vale?.

—Okay, corre —dice y cuelga.

Adamaris cuelga y se guarda el teléfono en el bolsillo de la falda. Suspira pero no guarda el teléfono, rapidamente tecleo a su hermano. Enviándole un mensaje de texto.

La pesada de mi hermana.

Alan, Maria esta a punto de tener un ataque de pánico, por favor vé con ella. Está en uno de los baños de damas del edificio. ¡Corre!.

Al notar que lo había leído, apaga el aparato y lo guarda en el bolsillo de su falda. Inhalando y exhalando para terminar de calmarse abre la puerta de la oficina después de tocar.

—Permiso —dice, asomando medio cuerpo. Alejandro ya se encontraba de pie, ajustandose con insistencia la corbata. Apenas su secretaria la anunció se había olvidado de lo que estaba haciendo y hasta de las personas que se encontraban con él. Adamaris terminó por entrar, obligandose a mirar exclusivamente al empresario. Alejandro ahogó un jadeo de sorpresa al verla, pero su rostro, totalmente rojo reflejó lo que tanto quería esconder. Su mirada recorrió las piernas de su novia y después el resto del cuerpo. Tragó con fuerza. Inéz frunce el ceño y se gira a ver a la castaña.—el señor Julio me mando a entregarle estos papeles y también me pidió que le dijera a usted que si podría enviarle los bocetos de las telas, necesita urgentemente mostrarselo a la señorita Miranda.

Los Cambios En El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora