—Dice que lo van a transladar a otro hospital, que nos vayamos adelantando pero que Joel ya está bien.

A la castaña se le iluminaron los ojos, sonrío y lo abraza.

—¡Que maravillosa noticia! ¿y sabes dónde lo van a llevar? —le pregunta, apartandose un poco para mirarlo. Adamaris parpadeo esperando la respuesta. Alejandro asiente, sonríente.

—Vamos entonces —le dice, agarra su mano y automaticamente entrelaza sus dedos.

Estaban cerca de llegar al coche cuando Alejandro nota que su amada empieza a fruncir el ceño y a perder el ritmo en que se movian.

—¿Te encuentras bien? —vuelve a preguntarle Alejandro. Adamaris lo mira, trata de soreírle pero falla.

Estaba muriendo de calor. Sentía todo su cuerpo harder en llamas y una pequeña punsada en el centro de su cabeza empezaba a tomar fuerza.

—¿Cuanto falta para llegar tu coche? —le pregunta con voz débil y cansada. Se empezaba a sentir mareada.

Alejandro se preocupa puesto que éste solo estaba a unos cuantos pasos de ellos.

—¿Te pasa algo? ¿por qué mejor no aprovechamos a que estamos en una hospital y te revicen? —le propone.

—¡No, no por favor! —exclama aferrandose a él, temiendo a que la dejaran internada.—llevame al auto, por favor.  Te aseguro que me sentiré mejor.

Alejandro se apresura a llevarla hasta su coche. Con suma delicadeza la deja sobre el asiento del copiloto, Adamaris intenta agarrar su bolsa pero no la ve, su vista empieza hacer borrosa y sus parpados los siente irritados.

—¿Qué? ¿qué estas buscando? —le pregunta Alejandro, al verla imtentando encontrar algo.

—Mi bolsa, no la encuentro y-y necesito mis pastillas —le explica y entecierra sus ojos para poder encontrarlo.

—Deja, deja y yo lo buscó —le dijo, cierra la puerta, rodea el auto y se monta, pasea la mirada por el lugar pero todo esta vacio. El empresario suspira y la mira sin saber que decir. —no hay nada. Al parecer olvidaste tu bolsa en el trabajo —le informa con cautela.

—¡¿Qué?! ¡No! ¡necesito tomarme la pastilla de la presión! —gime, adolorida. Alejandro se desespera y no sabe que hacer. Ante él, Adamaris se lleva la mano a la cabeza y tira con fuerza de su cabello.—¡dios, me va a estallar la cabeza!.

—Esta bien, calma, calma amor. Dime que pastilla tomar y te la compro.¡Me parecio ver una farmacia al cruzar la esquina! —acorda al ver la forma en que se altera.

—Losartán. Así se llama la pastilla —responde rápidamente y gime. Intenta respirar porque empezaba a sentir que Alejandro se estaba desesperando.

Pero estaba muy lejos de acercarse puesto que éste estaba volviendose loco.

—Muy bien ya regresó. Tu no te muevas, cierra todo y-y no le abras a nadie —pide mientras se baja del coche, sus manos estaban temblando. Era la primera vez que experimentaba ese tipo de quebrantos en una persona y su corazón estaba revoltoso. —pon seguro y cuenta hasta diez. Ya veras que cuando te des cuenta ya estoy a tu lado —Alejandro duda si dejarla sola pero no lo piensa dos veces al volver a oírla gemir de dolor.

Asiente y empieza a contar cuando éste cierra la puerta.

—Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis...

Mientras Adamaris contaba en el coche, Alejandro cruzó la calle y llegó a la farmacia. Pero justo su empleada acababa de colocar el aviso de cerrado.

Los Cambios En El AmorWhere stories live. Discover now