048

21K 1.8K 844
                                    

Las miradas eran realmente discretas pero aunque no lo fueran, el par de bobos serían incapaces de notarlo. Eran ellos dos en contra del mundo, sin importar el lugar o circunstancia. Empezaban con una leve sonrisa, una charla banal y luego se quedarían en silencio. Admirándose el uno con el otro.

—¡Ay, ya bésense!

—¡Jeongyeon!

La cobriza rió, su cabeza yéndose hacía atrás mientras recibía un par de empujones, arrugando unos papeles en su mano. Jimin y Jungkook siguieron inmersos en su burbuja.

—¿Que color te gusta más? ¿Amarillo Nápoles o blanco hueso?

Dejando a la pareja de lado, las chicas se incorporan en sus asientos para ver muestras de colores. Una expresión cansada en sus rostros.

La cobriza lo pensó un poco.

—Son iguales.

—¡Por supuesto que no lo son!—Chilló Nayeon. Indignada ante la ignorancia de la mujer a su lado.

Tenían una tarea importante.

Elegir colores.

Para una fiesta.

Pero nos estamos adelantando demasiado.

—Simplemente elige lo que salga más barato. Es una ridiculez que realicen este evento. No tenemos las condiciones.—Jennie cayó cansada en su escritorio.

—De todas maneras alguien debe hacerse cargo. Es un alivio que el empresario Zhou sea dueño de tantas cosas, entre ellas el salón de eventos que debemos utilizar.

—Claro, quizás el maldito viejo debería gastar de su bolsillo y pagar el evento completo.—Aunque no debían todas asintieron de acuerdo.

—¿Está todo listo?—La sonrisa grande y reluciente de Jimin solo lograba irritarlas.

—No.

Incómodo.

—Y como te decía, Jeongsan comenzó a gritar mientras corría desnudo por el departamento...—Park se hizo un desastre de risitas, dejándose caer en el pecho de Jeon. Molestando a las mujeres que quemaban sus cerebros por lograr un trabajo decente.

Dejarle una tarea tan domestica a un grupo de mujeres empresarias no tenía por qué ser buena idea.

—¿Pueden ayudar en algo?—Hablo Jisoo con el rostro serio.

La pareja se paró derecha y aclararon sus gargantas.

—P-Por supuesto.—Respondieron al unísono.

—He dejado un muestrario de manteles en casa.—Habló está vez la cobriza.—También una carpeta de diseño, ¿podrían ir por ella?

—Por supuesto.

Todas gruñeron.

—Solo desaparezcan.

Sin saber cuándo o cómo, entrelazaron sus manos y corrieron por el edificio hasta el auto de Jungkook.

—¿Cómo resulto todo después del cumpleaños? No has dicho mucho.—La mirada del castaño se desvió al brazo marcado con venas del menor, que tenía la camisa arremangada y manejaba experto.

—Bueno, no ha pasado mucho. Joy volvió a su castillo malvado, Eunwoo está en algún lugar luciendo lindo. Todos seguimos con nuestras vidas.

—Claro.

No había escuchado ni una palabra.

Porque en las últimas semana no se habían separado y una niebla comenzaba a rodearlos, no una niebla mala, sino una de olor atractivo, con instintos básicos como un beso robado. Niebla que cada día se volvía más densa y asfixiante.

Hey baby! • KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora