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Jimin trata mal a Jungkook:

Jungkook respira cerca de Jimin: OH ES UN IMBECIL, ESTUPIDO QUE NO PIENSA PORFA NO LA CAGUES JEON.

Es todo lo que dire.

—¿Serás mi niñera de nuevo?

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—¿Serás mi niñera de nuevo?

•••

Las palabras se escucharon tan fuerte y claras, que fue doloroso.

Jennie, Jisoo y Nayeon compartieron una mirada confundida, todo los previos acontecimientos parecían salidos de una película dramática o quizás una telenovela, sin embargo al mismo tiempo asintieron, concordando en un pacto silencioso que no era de su incumbencia.

Dieron media vuelta e hicieron una reverencia para Jeongyeon quien caminaba apresurada en la dirección contraria.

—¡Jimin! ¿Dónde te habías metido?

Jungkook se tenso, molesto por la interrupción en la escena. Por otro lado, Jimin levanto la cara, limpio sus lágrimas y puso de pie con Jeongsan aún en sus brazos.

—D-disculpa... Yo-

Complicidad.

El momento en que sus miradas se entrelazaron, fue como dos piezas encajando. Compartían los mismos pensamientos. A simple vista podías notar que se conocían. Y eso, lo quisiera o no, produjo una clavada en el pecho de Jungkook.

Porque el sabía nada sobre Park Jimin.

—Tranquilo, he alcanzado a el señor Zhou en la salida y le convencí para programar una reunión.—Jeongyeon lucía contenta y un poco agitada. Jimin abrió la boca.—Conmigo.

El cuerpo del castaño se relajó. Como si hubiera contenido el aire por un largo tiempo y ahora finalmente volviera a respirar. Jeongsan, al mismo tiempo, observaba de forma intermitente a la pareja, sus pestañas brillaban producto de las lagrimas y sus puños tomaban el saco de Jimin con fuerza.

Sin duda alguna una atmósfera bien armada y tranquila.

Alguien se aclaró la garganta a sus espaldas.

Jeongsan, Jimin y Jeongyeon miraron a Jungkook.

—Creo que es hora de irnos.—Miró al suelo mientras metía las manos en los bolsillos, estaba mentalmente exhausto.—Y tu vienes conmigo, Jeongsan.

Ese tono de voz.

Sip, el pequeño Jeon estaba en problemas.

—¡N-no! Jimin~ Me va regañar muy feo.—Escondió su rostro en el cuello del mayor, esperando con los ojos abiertos cómo continuaría el diálogo.

Jeongyeon sonrió enternecida.

Su esposo parecía estar ronroneando mientras sostenía esa pequeña figurita, y no pudo sentirse más feliz.

Hey baby! • KookminWhere stories live. Discover now