023

28.5K 3.3K 769
                                    

Todos hemos tenidos días malos, incluso semanas que quedan en nuestra memoria debido a la carga emocional que conllevan.

Jimin jamás fue una persona pesimista, un poco quejica tal vez pero nunca pesimista, lamentablemente estos días en específico podían no ser los peores pero si habían quedado marcados de forma cuidadosa en su memoria, cada que vez que pensaba la situación no podía estar peor, simplemente venía una ola de acontecimientos para demostrar lo contrario.

¿Por dónde empezar?

Era como si una neblina densa y transparente rodeara el área. Se concentraba cada vez que Jungkook estaba cerca, con aquella actitud tan fría e incluso despectiva, sin embargo aquella neblina desaparecía de golpe cuando Jeongsan entraba en escena, despejando el paisaje e iluminándolo de forma potente.

Pero cansaba.

Tener que fingir una sonrisa que estaba lejos de llegar a sus ojos. La presión en su pecho cada vez que recordaba lo rápido y ridículo que había sido todo eso. Sentirse penoso por lo lejos que habían llegado sus pensamientos e ilusiones.

Pero definitivamente no podía ser peor.

O eso creía.

En este momento Jeongsan jugaba sentado en la alfombra de la sala, cubierto por una gruesa manta que Jimin había dejado de forma cariñosa en sus hombros, cubriendo su cabeza y espalda haciéndole lucir más pequeño que de costumbre.

Suspiros retenidos y un ánimo fingido era todo lo que tenía para ofrecer. Y se sentía mal por eso, no obstante se había sorprendido a sí mismo con lo bien que podía llegar a fingir ¡Incluso reír a carcajadas por aquel pequeño!

Jimin daría todo por él, no había duda.

Jungkook no había sido más que una pequeña piedra en el camino, molesta pero irrelevante, antes de que pudiera notarlo estaría riéndose de lo ridículo y dramático que fue.

En este instante el pequeño Jeon no dejaba de jugar con sus muchas versiones de Iron Man mientras de su boca salían tiernos sonidos de explosiones y vitoreós por la victoria.

Una verdadera admiración de deslizaba por los ojos de Park, tan inocente e indefenso. Los sentimientos que creaba el niño eran abrumadores.

Pero cada vez que empezaba a mejorar un poco todo se destruía.

Hoy por ejemplo fue con el sonido de la puerta siendo abierta y unos característicos pasos.

Jeongsan detuvo todo para correr hasta sus brazos y ser llenado de mimos.

Y esa fue la señal para retirarse.

Ya no había más que hacer.

Jungkook se había negado a que siguiera cocinando, todas las mañanas el niño ya estaba bien alimentado, el almuerzo preparado y su presencia lejos para la cena, su horario de entrada estaba atrasado y el de salida adelantado.

No más paseos, no más películas, no más momentos de los tres juntos.

A medida que Jimin buscaba su bolso cada uno de esos pensamientos parecía caer en sus hombros con un peso peor al anterior. Su garganta se contraía y entonces las lágrimas amenazaban con salir.

Hey baby! • KookminWo Geschichten leben. Entdecke jetzt