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—Efectivamente está roto.

Una respiración temblorosa escapó de su boca y se paso las manos por el rostro.

Jeongsan había decidido que saltar desde el armario era buena idea. El pequeño había amontonado todo en su cuarto para llegar a lo más alto del mueble, nunca imagino que perdería el equilibrio y caería. Una suerte que todo en el departamento estuviera empotrado a la pared o el armario hubiera caído encima de su pequeño cuerpo.

Jeongsan se removió un poco y sorbió su nariz, su carita hinchada producto del llanto y es que su padre no quería ni imaginar el dolor que había pasado.

Jungkook caminó fuera de emergencias con su hijo aferrado en su pecho. Apenas levanto la mirada pudo observar un par de ojos que le traspasaron con el mismo grado de preocupación. Jimin se acerco rápidamente y arrebató a Jeongsan de sus brazos para apretarlo contra su pecho. Jungkook se sorprendió al notar la manera en que el niño enterró su rostro en el cuello del castaño y olió su perfume antes de caer dormido.

No sabía que eran tan cercanos.

—¿Cómo está? ¿Qué te dijeron?—. Jungkook parpadeó y ordenó un poco sus palabras, su cuerpo exhausto por la preocupación.

—Su pie se fracturó, cinco milímetros más o menos. Debe ser muy cuidadoso y guardar reposo, ahora buscaré una farmacia para los medicamentos, tiene control en tres semanas y su cuerpo formará algunos hematomas, cayó feo—. Jimin asintió a cada palabra con las cejas arrugadas, luego volvió su atención en el pequeño y dejo un besito en su cabeza.

—No vuelvas a asustarme así, te lo prohíbo—. Regañó al pequeño que dormía aferrado en su pecho, luego miró a Jungkook—¿Qué esperas? Conozco una farmacia veinticuatro horas y sé que un pastel le hará sentir mucho mejor. ¿Qué crees que prefiera, fresa o chocolate? Olvídalo, haré los dos.

Jungkook se detuvo y observó la manera en que Jimin caminaba a su auto con toda la naturalidad del mundo.

—¿No quieres ir a tu departamento?—. Preguntó confundido. Su horario era hasta las nueve de la noche y ya eran pasado las una de la madrugada.

—Y-yo-

—De verdad no tengo el dinero para pagar tantas horas—. Admitió avergonzado. El rostro de Jimin se deformó.

—¿Crees que hago esto por dinero?—. Tragó con fuerza.

—Es un trabajo.

—Que tu no tengas vocación no significa que yo tampoco deba tenerla—. Soltó de forma dura, Jungkook se sintió incluso aun más avergonzado. Abrió el auto y ayudó al castaño en su tarea de sentar al niño y colocar su cinturón de seguridad. A pesar de que el ambiente era tenso se sorprendió de la fluidez que tenían para trabajar en conjunto.

El motor de aquel auto rugió un poco y antes de que quitara el freno de mano, Jimin aclaro su garganta.

—Solo lo diré una vez—. Comenzó—. No tienes el derecho de llegar y acercarte a mi de esa forma, mucho menos besarme sin consentimiento. Fue irrespetuoso, de mal gusto y demuestra la inmadurez que te rodea. No soy un objeto y mucho menos un juguete como para que llegues y decidas a tú antojo en un intento desesperado de experimentar tu sexualidad. Eres joven y lo entiendo pero has lo que se te de la gana fuera del departamento. También quiero ofrecer una disculpa, ya que yo debería haber estado cuidando a Jeongsan en el momento que cayo. Te comprendo perfectamente si decides despedirme—. Todo eso salió de su boca de forma calculada, la frivolidad de su tono desapareciendo en sus últimas palabras. Jungkook tomó el manubrio y arrugó la frente procesando las palabras del castaño.

—¿Por qué te despediría?—. Eso había sido lo único que había tomado de sus palabras. Jimin pareció removerse incómodo—. Los accidentes pasan, no es tu culpa ni la mía, claro que alguien debió haber estado cuidando de él pero Jeongsan sabe que no debe hacer ese tipo de cosas, solo bastaba un descuido para que subiera a algún mueble y esperó que haya aprendido la lección. No trato de excusar mi culpa pero es parte de ser niño caer una y otra vez, solo estoy aliviado de que no haya sido grave... Y disculpa Hyung, no volverá a pasar—. El castaño asintió con la vista al frente y luego aclaró su garganta.

—Llévame a mi departamento, no dejaré a Jeongsan sólo.

—Pero estará conmigo.

—Pero tienes que trabajar y estará irritable cuando despierte, solo hazle caso a tu mayor—. El pelinegro le dio una mirada de soslayo, el tono demandante de Jimin ocultando su incomodidad y preocupación, Jimin no podría dormir tranquilo si no sabia el estado del pequeño así que le dio su dirección y manejaron hasta un lindo complejo de departamentos un bastante lejos del suyo, eran lujosos y nuevos.

Sólo diez minutos y de nuevo iban por las calles de la cuidad en dirección a la farmacia que el más bajo aseguró estaría abierta. Jimin obligó a Jungkook a usar su código de descuento para los medicamentos y siguió dando distintos tipos de ordenes incluso dormido.

Jimin esa noche la paso en la habitación de Jeongsan mientras un feo sentimiento se arremolinaba en su inexistente pancita. Jungkook no pudo evitar acariciar la frente de su hijo quien dormía a su lado mientras analizaba todas sus expresiones asegurándose de que el pequeño estaba sano y salvo.

Esa mañana cuando despertó y se encontró con ambos lindos chicos no pudo evitar que sus ojos brillaran ante la imagen de un desayuno servido para él.

Las mañanas parecían haber cambiado, ya no necesitaba correr por todos lados y descuidar su imagen porque ahora había alguien que cuidaba de Jeongsan y él.

Sólo una cosa daba vueltas en su mente.

Y es que su cerebro se negaba a no poder probar aquellos labios rosados.

Jimin tendrá que disculparlo.

O quizás solo debía convencerlo.

Pero no había duda en que lo haría.

El besaría a Park Jimin.

Hey baby! • KookminKde žijí příběhy. Začni objevovat