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—J-jungkook-

—Señor Park Jimin.


El extasis que produjo la mezcla de sus perfumes debido al espacio dentro el ascensor, fue como entrar en el cielo. A pesar de ello, sus espaldas estaban rectas y la tensión solo seguía creciendo.

Jimin abrió la boca para hablar.

—¿Cómo está su esposa, señor Park?—Las palabras salieron con suavidad y una genuina preocupación, entonces Jimin cerró la boca de golpe sabiendo que de todos los escenarios posibles, se había encontrado con el peor.

Un escenario donde todo había sido malinterpretado y Jungkook no le permitiría explicar.

Y su estómago dolió, hundido en las ansias de explicar todo, sentarse frente a frente y abrir su corazón pero el ascensor se detuvo en un piso, Jungkook le miró expectante y trabajadores del edificio ingresaron.

—Está bien, gracias por preguntar.—Murmuró tratando de esconder el dolor.

Y Jungkook asintió, contando hasta diez y evitando parpadear demasiado.

Solo un breve lapso pasó y el ascensor volvió a detenerse, aquellos que habían ingresado se despidieron de forma amable y entonces nuevamente se encontraban solos.

—¿Cómo está Jeongsan?—La pregunta llegó de golpe, completamente inesperada.

Sonrió con tristeza.

—Él... E-está... Está inmenso.

Ambos miraron al frente tratando de pasar el nudo en sus gargantas. Tener que enfrentarse cara a cara sonaba terrorífico y extremadamente estresante. Habían dado unos buenos pasos hacia adelante, no obstante también habían creado una pared de distancia.

—Tenga muy buen día, señor Park.—Jungkook prácticamente corrió fuera de la caja metálica, con su corazón rogando porque volviera y lo tomara entre sus brazos, secuestrarlo por unas horas, engañarse y luego entregarlo a su esposa.

Jimin por su parte, observó la manera en que su imagen se perdía y las puertas se cerraban.

—Tú también, c-cariño...

—¡Te dije que no hicieras eso!—Chilló Jeongsan avergonzado. Ryujin retuvo una carcajada antes de soltar su mano.

El pequeño Jeon estaba creciendo, y de momento las chicas eran totalmente repugnantes. ¡Era horrible si le veían con una de la mano!

El pelinegro caminó unos pasos adelante de la pelirosa con todos los ánimos de hacer un berrinche.

—¿Estas enojado, amigo?

Jeongsan gruñó.

—Déjame, tu no eres Jimin.

Ryujin suavizó su expresión.

—Eso lo sé pero, ¿realmente te gustaría que lo fuera? No sería especial si hubiera dos Jimin en este mundo, o dos Jeongsan...

El pelinegro tragó con fuerza y siguió caminando sin saber exactamente a dónde se dirigía. Miró su mano con disgusto, probablemente se le habían pegado piojos.

—Jeongsanie~ Jeongsanie~

—¿Qué?

Apasionado, fuerte y dominante. El niño era pequeño pero su temperamento claro y definido.

A medida que crecía se parecía cada vez menos a su padre.

—¿En serio no quieres ser mi amigo?—Picó la pelirosa.

Hey baby! • KookminDove le storie prendono vita. Scoprilo ora