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—Jiminie, recuerda que puedes tomar algo de mi armario si sientes mucho frío, se que a Jeongsan no le gustan las estufas—habló de forma atenta el pelinegro antes de dejar el departamento, Jimin se sonrojó con violencia.

Jungkook era como un verdadero príncipe.

Y le asustaba.

Había cuidado de él de una manera que no consideraba posible, cada vez que sus miradas se cruzaban el pelinegro le sonreía de forma sencilla mientras él apartaba su mirada. De un momento a otro se había vuelto muy servicial, ofreciendo su ayuda incluso en las cosas más tontas.

Los ojitos de Jeongsan brillaron de forma imperceptible.

Los niños siempre tendrán esa capacidad de notar cosas mucho antes que los adultos y él no podía dejar de notar que Jimin y su papá se comportan como lo harían una mamá y un papá.

Y eso hacía su pechito burbujear.

De forma un poco acelerada e impulsiva el castaño no dudo en correr hasta la habitación de Jeon, ahí tomó la sudadera más reciente de uso y la paso por su delgado cuerpo.

E inhalo de forma profunda.

El perfume de Jungkook le hacía temblar.

A paso contento volvió a la sala de estar para sentarse junto a Jeongsan y ver las caricaturas juntos, el pequeño se recostaría a su lado apoyando su cabecita en su pecho, de tanto en tanto haría algún comentario sorprendido relacionado a la televisión y terminaría por pedirle algo para comer al dulce muchacho.

—Más despacio, cariño.— El niño sintió como su corazoncito latía con fuerza ante aquellas palabras.

Las mamás solían llamar a sus hijos cariño.

—S-sí... Perdón— Jimin sonrió antes de acariciar un poco su mejilla y limpiar la crema que caía por la comisura de su boca.

—¿Qué estará haciendo tu papi?—pensó en voz alta.

—Regañando al tío Tae.—Aseguró sin pensarlo dos veces.

Jimin asintió completamente de acuerdo antes de internarse en lo más profundo de sus pensamientos.

Y es que estos terminaban con dos ojitos de forma casi idéntica, oscuros y redondos acompañados con una sonrisa de conejo.

Taehyung no mentía cuando le rogó por ayudar al par, por tratarse de un viejo amigo el castaño incluso dejó su trabajo en aquel café, su corazón no pudiendo estar en paz sabiendo que alguien le necesitaba.

Kim de forma constante hacía comentarios sugerentes y enviaba imágenes de Jungkook en el trabajo.

Y es que era imposible.

Cualquiera termina confundido cuando la duda es sembrada. Sin poder evitarlo cuando te imaginas con alguien de pareja no puedes dejar la idea tan fácil.

Pero Jimin sabía que no llegaría a ningún lado, así que de forma paciente había decidido disfrutar del pelinegro al máximo. Sus charlas, su sonrisa, su cercanía y su amabilidad.

Sabía que no estaría ahí para siempre y cuando se terminará el saber que disfruto todo hasta la última gota siempre le reconfortaría.

Nada dura para siempre.

—¿Ya te vas?— preguntaron los dos al unísono cuando vieron al castaño recoger sus cosas, este sonrió un poco apenado antes de quitar la sudadera de su cuerpo.

Hey baby! • KookminWhere stories live. Discover now