Capítulo 31: Sospechosas

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Volvimos a la mansión sobre las diez y cenamos algo ligero, después, revisé a los demás hermanos. Oliver estaba en su habitación jugando con la PlayStation, Matthew veía la película"Spider-Man: lejos de casa" en su televisión de plasma de cincuenta y cinco pulgadas, y Dylan, estaba en su cuarto pintando un cuadro. Estaba muy raro. Cruzamos unas cuantas palabras y tartamudeaba un poco. Me miró unas cuantas veces de reojo y cuando nuestros ojos se cruzaban, se sonrojaba de inmediato y apartaba la mirada enseguida.

Fui a mi habitación para tumbarme un poco en la cama cuando vi el papel de la apuesta encima de la sábana. Un ramalazo de ira me envolvió. ¿Cómo pude haber sido tan estúpida como para olvidarme de la apuesta? Encima, casi le cuento mi pasado. Enfadada conmigo misma por ser tan idiota, lo tiré encima del escritorio.

Alguien entró sin llamar.

—Aria, James nos ha reunido a los tres en la organización —dijo Marcus.

—Voy —dije mientras me levantaba.

—Nos vamos en mi Mitsubishi Eclipse Cross rojo —sacudió las llaves.

Salimos de la mansión y nos dirigimos al garaje. Apoyado en el coche, nos esperaba Chase. Reunidos todos, entramos y Marcus arrancó poniendo en marcha el coche.

—Sabéis, tengo la sensación de que esta reunión va a ser movidita —dijo Chase.

—¿Por qué lo dices? —inquirió Marcus mirándolo por el espejo retrovisor.

—Bueno —habló despacio—. Nos han reunido a los tres, pero estoy seguro que por distintos motivos.

Alcé una ceja.

—Aria, a ti James te ha reunido para que informes sobre el ataque del francotirador de hoy, pero a mí para informar sobre el comportamiento de mis agentes.

—Y a mí para informar sobre la gente que está alrededor de los Stone.

No me gustaba el cariz que estaba tomando la situación. Una cosa era sospechar de la gente que estaba a su alrededor y otra cosa muy distinta era que había un traidor dentro de la propia Organización. Durante el trayecto, me mantuve cavilando.

Al llegar, Marcus aparcó y entramos con paso firme. Los agentes que allí había nos miraban con desconfianza o respeto a partes iguales. Subimos en el ascensor y entramos en el despacho de James tras llamar a la puerta.

—Jefe, ¿requirió nuestra presencia? —inquirí.

Claramente era una pregunta retórica.

—Os he reunido por una sola razón: los Stone —dijo levantándose para coger un libro—. Han recibido dos ataques en dos días seguidos.

Sabía lo que iba a hacer. El edificio de la Organización ya era grande de por sí, pero también había más debajo. Pocos tenían acceso desde aquí, solo nosotros cuatro, si alguien quería acceder, lo tenía que hacer desde el aeródromo, ya que el ascensor general se encontraba averiado.

Lo que había debajo, era denominado como Zona Cero. James tenía acceso directo al centro de control e investigación y nosotros a zonas más remotas. Chase, al almacén, Marcus a la zona deportiva y yo a la zona de la biblioteca y donde se guardaban los archivos e informes. Para poder acceder, teníamos unos ascensores en nuestros despachos y debíamos introducir un código en el sitio que hayamos escogido como escondite.

Una vez metido el código, la estantería se movió dejando ver un pasadizo. Para acceder a los ascensores teníamos que internarnos por un laberinto lleno de trampas, diver, ¿verdad? Solo el recorrido correcto estaba libre de ellas. No había mapas y el camino estaba iluminado escasamente, pero gracias a nuestras memorias y a que lo habíamos recorrido tantas veces, nos resultó un juego de niños.

Agente 1546Donde viven las historias. Descúbrelo ahora