Capítulo 44: Ministro

5.9K 414 537
                                    

Aria


—De vuelta al rodeo —musité viendo a un camarero amenazar a varios invitados con un arma blanca—. Que empiece la cacería.

Me di cuenta que había echado de menos la acción, el olor de la pólvora, sentir mi corazón a cien, el sonido de los casquillos... Los días que había estado inactiva había estado entrenando un poco para no perder el ritmo, pero nada se comparaba a una misión de verdad.

—Cuiden de nuestros nuevos invitados —habló una grave voz por el pinganillo.

Con eso, James nos advertía que no matáramos a los intrusos a no ser que la situación lo requiera.

Lancé una de las cuchillas a una de las luces del techo del pasillo para crear una distracción y a la vez, desenfundé la pistola-móvil y le herí en la pierna, el efecto fue que cayó al suelo apoyándose en una rodilla y soltando el arma. Las personas huyeron despavoridas y volví a dispararle en el hombro derecho para dejarle inutilizable. Para que no intentara nada, me apropié del cuchillo y golpeé su cabeza con el mango noqueándole. Después seguí mi camino hacia la sala principal.

Como ya no me servía para nada, tiré el móvil-pistola. Tenía que haber escogido el que ocultaba la taser, pero entonces tendría que acercarme, y no me hacía gracia hacerlo si tenían armas de fuego. Una presencia a mi izquierda me alertó.

—¿Qué prefieres, una Smith & Wesson M&P22 o una Sig Sauer P226 E2? —preguntó mostrando ambas pistolas en una bandeja.

Miré hacia arriba y vi un hombre trajeado con una flor blanca en la solapa, una barba perfectamente recortada y unos profundos ojos azules destacados por su antifaz azul cielo.

—Silver —saludé con un movimiento de cabeza—. Es obvio que la Sig Sauer, además, es más manejable para personas con manos pequeñas o tamaño medio y está cromada, me encanta que estén así —sonreí empuñándola—. Asimismo, veinte balas a mi disposición, nada mal.

Él cogió la otra pistola y nos separamos. Al ser doscientos cincuenta y cinco contra cincuenta, era obvio que iban a quedar reducidos en nada, pero lo mejor era no confiarse.

Retomé mi camino a cubierta para llegar a la zona principal. Ahí estaría James y de seguro que habría más agentes, pero también estaban mis amigos y quería asegurarme de que todo estuviese bajo control. Cuando accedía a cubierta, alguien me disparó. Utilicé el bolso de escudo y me escondí detrás de una tumbona. Estuve ojo avizor al atacante mientras toqueteaba la sortija intentando encontrar un interruptor o algo que proyectara el holograma.

Al final me di cuenta de que era la propia piedra de jade quien lo activaba, y menos mal, porque me había empezado a poner nerviosa y había probabilidades de que acabáramos a tiros antes de tiempo.

Activé el mecanismo y la sortija proyectó mi figura al lado contrario de donde me encontraba, cerca del tirador. Éste, sorprendido, se giró apuntando y aprovechando su error, disparé a su mano y cuando se giró de nuevo, a su abdomen. Me acerqué a él velozmente y pateé su pistola alejándola unos cuantos metros de él, tirándola al mar, y con la correa del bolso, le até las manos y le encadené a la barandilla. Otro ladrón menos.

Había algo extraño, o estos eran ladrones de poca monta, o no estaban preparados para la seguridad que había preparada. Lo raro era que se habían podido colar como si nada y no nos habíamos dado cuenta hasta que lanzaron el ataque.

Decidí no pensarlo más y entré a la sala. Fallo técnico: estaba trancada. Disparé dos veces en la cerradura, pero estaba blindada. En un momento de lucidez, me acordé del brazalete y me apresuré a abrir la puerta. Una vez abierta, abrí de una patada y la escena con la que me encontré, me impactó en cierto grado. Me olvidé hasta de los Stone y de mis amigas.

Agente 1546Where stories live. Discover now