Capítulo 29: Oportunidad

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Aria


Por fin viernes. El único consuelo que tenía era que es el único día que tenía libre. Ayer, después del susto que nos dio Allison, la acompañé personalmente a su casa y comprobé que como dijo Alice, no tenía nada grave, solo la conmoción del susto.

Hoy estaba en el segundo recreo en la segunda planta del instituto charlando con Kaitlyn y Allison. Lys estaba con Oliver en la cafetería en amor y compañía. Raro, ¿verdad? El tema era que, a cambio de aceptar participar en su estúpido reto, ellos debían de llevarse bien una semana por lo menos. Los demás hermanos estaban en la biblioteca haciendo deberes y Roy y Jade de vez en cuando, se echaban miraditas y sonreían.

Estábamos charlando sentadas en el banco y se me ocurrió comentarles una idea que me rondaba hace tiempo.

—Oye, chicas, como la semana de los exámenes está próxima y la biblio siempre está llena y hay mucho ruido, tenía pensado pedirle a José, nuestro jefe de estudios, si me deja utilizar su sala de reuniones ya que no la utilizan.

—Ya, claro. Y te preguntará también si quieres una pista de aterrizaje privada para helicópteros en el tejado —ironizó Kaitlyn.

Me aguanté la risa.

—Oye, ¿por qué no?

Ambas bufaron.

—Kaitlyn, vamos a ver cómo a Aria le dan el no de su vida —dijo Allison con malicia.

Sonreí como cuando anticipaba un reto.

—Bien, pues vamos bajando.

Fui por delante de ellas y cuando llegamos a la planta baja, caminé con aplomo y confianza. Detrás mío, oía reírse a Kaitlyn y a Allison. En el pasillo vi a José caminando con prisa y le corté el paso. Mis amigas se quedaron algo rezagadas.

—Hola, José, ¿estás ocupado? —saludé con un poco de hipocresía, porque se notaba a leguas que lo estaba.

—Eh... ¿Qué necesitas? —contestó parándose.

—Quería preguntarte si podría utilizar vuestra sala de reuniones para mis sesiones de estudios. Yo y mis amigas —las señalé con la cabeza— porque en la biblioteca hay mucho ruido.

Parecía no ubicar la sala, así que se la señalé.

—Ah, sí, claro. Lo único, que cuando esté ocupada no podéis utilizarla —dijo como disculpándose.

—No te preocupes por eso, gracias —me despedí.

Caminé con mis amigas de vuelta y cuando estuvimos al final del pasillo, me eché a reír a carcajadas por sus caras y porque en contra de cualquier pronóstico, había aceptado.

—¿Y esas caras? —les acabé preguntando entre carcajadas.

—¿Pero tú te has oído? ¡Parecías una niña buena y todo! —gritó Kaitlyn.

Esto lo decía porque me había granjeado cierta fama en el instituto de agresiva y los de los cursos inferiores me tenían miedo porque amenacé a unos imbéciles con una patada de kárate. Además, había enfrentado a uno de los mayores, grande y seboso, con el que nadie osaba a meterse, con una sonrisa y le había retado, además de que un día le pegué una ostia con la mano abierta.

—¡Si hasta cambiaste la voz a una más suave! —siguió Allison—. Además, ¡tu cara era toda inocencia!

Me encogí de hombros riendo.

—Pues no lo hago a propósito.

—Yo pensé que esa no eras tú y que te nos habían cambiado —dijo Kaitlyn.

Agente 1546Where stories live. Discover now