Capitulo 8

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Volví a la mansión, tenía las cosas claras y debía de hablar con los cuatro hermanos. Richard Stone se había pasado y mucho. No solo tenía la misión de protegerlos a toda costa, sino que también debía de hacer los trabajos que me mandase la Organización, aunque, claro, él no tenía ni idea de esto, y tenía derecho a tener una vida privada.

—Vaya, por fin llegas —me saludó con una media sonrisa Oliver—. Al final he sido yo el que ha tenido que esperar. ¿Dónde has conseguido el permiso para conducir esa moto? Porque estoy seguro de que con tu edad es ilegal conducir cualquier vehículo matriculado.

Le encaré entrecerrando los ojos, estaba segura de qué estaba pensando.

—Yo que tú me quitaría esa idea de la cabeza, tienes que esperar hasta que tengas dieciocho y dieciséis si es un scooter. Ahora, reúne a tus hermanos en el salón.

A regañadientes, me hizo caso y en seguida estuvimos los cinco reunidos.

—Hagamos un trato —empecé—. Vuestro padre se ha pasado tres pueblos y medio con las imposiciones. Si vosotros os comportáis, yo no estaré vigilándoos constantemente y cada uno podrá tener un poco de privacidad por ambas partes. Los días de instituto, haré de guardaespaldas, a uno por día y el quinto, estaréis libre de mi presencia. Sin embargo, el fin de semana seguiré vigilándoos a distancia a los cuatro.

"Tendré que hablar de esto a James, como diga que no, ya puedo irme muriendo".

Terminado de decir en qué consistía mi propuesta, se miraron entre ellos y se giraron haciendo un corro para que no escuchara. De vez en cuando me echaban miradas de reojo y murmuraban entre sí. Al final se separaron y tomó la palabra Matthew.

—Aceptamos, pero con una condición. No nos conocemos en el instituto y te mantendrás a una buena distancia de nosotros.

—Es un placer hacer tratos con vosotros —dije dando por finalizada la reunión.

—Haré un calendario para marcar qué día acompañaras a cada uno y cuál tendremos libre. Para ello nos reuniremos después de cenar en mi cuarto —propuso Dylan.

Todos aceptamos su idea y nos dirigimos a nuestras respectivas habitaciones para hacer los deberes de mañana y estudiar.

Dos horas más tarde, dieron las nueve y nos llamaron para cenar. Lo malo era que me estaba duchando y llegué tarde al comedor: los platos ya estaban servidos y los comensales, cenando.

—¿Qué pasó, Aria, te perdiste? —preguntó Roy con intención de molestarme.

—¿Lo dices por experiencia? —pregunté mientras me sentaba.

—Chicos, no empecéis. Estamos cenando —nos amonestó Matthew.

Nos quedamos en silencio y cada uno se centró en su plato. Un rato después, Oliver carraspeó antes de preguntar.

—¿Habéis entendido el problema de la página ochenta y dos de matemáticas?

—¿Cuál? ¿El de las ecuaciones? —preguntó Matthew.

—Ese yo tampoco lo entiendo —dijo con algo de vergüenza Dylan.

—¿Qué tal si después de cenar nos reunimos para repasar y hacer el calendario? —sugerí—. Así matamos dos pájaros de un tiro.

—Me parece bien —aceptó Dylan.

Roy y Oliver se miraron dudoso entre sí antes de aceptar y Matthew se encogió de hombros.

—No me molesta siempre y cuando me ayudes con ellos tres —dijo con un movimiento de cabeza señalando a sus tres hermanos mientras sonreía.

—Hecho —dije devolviéndole la sonrisa.

Agente 1546Où les histoires vivent. Découvrez maintenant