Capítulo 21

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Los rayos del sol que pasaban a través de la ventana me despertaron. Me sentía mareada y me di la vuelta tapándome completamente. Un momento.... ¡¿Rayos del sol?! Salté inmediatamente de mi cama y miré mi reloj: marcaba las ocho y media de la mañana. No entendía como es que había dormido tanto y ni Chase ni Marcus me habían despertado para la misión.

Encima de la mesita había un papel con algo escrito, pero la cabeza me palpitaba y no podía hacer nada o pensar con claridad. Además, en el aire había un leve olor a cloroformo...

Espera un segundo, ¿había dicho cloroformo? Fui directamente a abrir la ventana llevándome por delante varios muebles. Respiré y espiré profundamente. El aire de la ciudad, con contaminación incluida, era cien veces mejor. Poco a poco, la cabeza me dejó de palpitar. 

Apoyada en el marco de la ventana, analicé la habitación. Todo estaba en orden menos tres cosas: faltaba Colmillo Blanco, el papelito anteriormente mencionado y un ambientador que juraría que la noche anterior no estaba.

Me golpeé con fuerza la frente, ahora empezaban a encajar las piezas. En el café me echaron un hipnótico para que me durmiera de inmediato y que no me despertara cuando ellos entraran a poner el cloroformo metido en el ambientador. Abrí las demás ventanas y encendí el aire acondicionado para que se fuera con más rapidez. Cogí el ambientador y me fijé en que casi ya no quedaba cloroformo. Por si acaso lo apagué y lo tiré al cubo de la basura.

Mientras me vestía atropelladamente con la ropa del día anterior, leí la nota.

Como la misión está a medio terminar y no hay más dificultades, te hemos dejado descansando.

P.D. el lobo está con nosotros.

Atte. Chase y Marcus.

Rodé los ojos mientras lo arrugaba y lo tiraba a la basura. No sé qué entenderían por descansar, pero en mi diccionario tenía otra definición. Fui al baño a echarme agua a la cara para quitarme parte del sopor y no me molesté en peinarme, me hice una coleta y listo. Abrí la puerta con presteza, pero me di cuenta de un detalle y la cerré con un resoplido.

Lo admito, habían sido muy listos y habían jugado muy bien sus cartas. Utilizaron mi papel de chica ciega en mi contra. Súbitamente, tuve una corazonada. No me creía del todo que Colmillo Blanco se hubiera ido con ellos, pero lo podía comprobar perfectamente. En su collar había implantado un microchip escondido que estaba directamente conectado a mi teléfono.

Como sospechaba, la señal mostraba que estaba en algún lugar de este hotel. Para eso utilizaron también el cloroformo, para dormirle a él. No podía salir de la habitación sin levantar sospechas, por lo que estaba encerrada. Sin embargo, aún tenía cartas bajo la manga. Lo haría a la antigua usanza, utilizaría los conductos de ventilación.

Dejé la mochila que contenía el fusil a mano y posé al lado mis pistolas. Cerré la puerta con llave y la guardé en el bolsillo de la chaqueta. Me aseguré de tener la correa del lobo y ayudándome de un mueble, accedí al conducto de ventilación.

Con la daga entre los dientes y el móvil en la mano, fui reptando siguiendo la señal. A decir verdad, estaban bastante limpios, creí que tendrían algo de polvo y telarañas. Iba a ciegas, mi única referencia era el punto rojo que parpadeaba intermitentemente en la pantalla de mi móvil y la señal azul que me situaba a mí.

Después de unos angustiosos minutos, sentí que me iba acercando. De lejos oía a un animal arañar lo que parecía una puerta y golpearla furioso. Hacia demasiado escándalo. Silbé en su dirección y pronto se calmó. Con la ayuda de mi daga, quité los tornillos de la rejilla y salté al interior. Estaba totalmente oscuro y tras palpar unos objetos que estaban a mi alrededor, llegué a la conclusión de que estaba en el cuarto de la limpieza.

Agente 1546Donde viven las historias. Descúbrelo ahora