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Pov Stephan
Los rayos del sol se colaban por los ventanales de cristal del piso superior del almacén que había reformado para que fuera mi lugar, no podía exponerme ya que los albanos estaban tras de mí, por lo que busque uno de los almacenes abandonados con vistas al rio y me quedaba allí. Instale todo un sistema de seguridad alrededor del lugar y salía en la moto solo de ser necesario, sentía que mi Harley se estaba oxidando en este lugar cutre mientras esperaba a mi próxima misión, la cual rezaba para que fuera bien lejos.

No puedo seguir con esto, estar encerrado me pone de los nervios y las misiones aburridas son agotadoras, no llevo siquiera una semana de vuelta desde la última y ya mi jefe me ha llamado para una nueva misión en la mañana mientras me fumaba mi porro matutino, por lo que me comento es algo arriesgado, siempre dice lo mismo y salvo los albanos el resto han sido un paseo al campo.

El antiguo gimnasio donde nos reuníamos siempre estaba en penumbras, todo salvo aquella oficina llena de posters de boxeadores y pintada de ese tono verde vomito que tanto le gustaba usar. El linóleo manchado de sangre y con quemaduras de cigarro haciendo el lugar aún más lúgubre. Detrás del escritorio de madera maciza aquella persona tan desagradable a la vista me miraba con superioridad, su cara plagada de arrugas y el traje que solo acentuaba aún más su estómago prominente mientras dejaba descansar sus zapatos de diseñador sobre la mesa.

- Stephan, como ya sabes tenemos una nueva misión para ti.- Asegura el hombre, por demás calvo, no más pongo un pie en el marco de la puerta.

-¿De qué se trata esta vez?- cuestiono aburrido, el cigarrillo en mi mano medio consumido, por lo que doy una última calada antes de aplastarlo bajo la suela de mis botas.

- La Interpol se ha enterado de que Vladimir Marcov, el líder de la mafia rusa, ha muerto y que el nuevo jefe busca reclutas. Queremos que te unas a las filas rusas para que nos facilites información. Te dimos la redención al entregarnos al líder de la mafia albana, por lo que también queremos a este- me impone con esa sonrisa que te dice claramente ¨me debes algo¨.

-¿Cuál es la estrategia?- inquiero con tono aburrido, si Marcov está muerto, el peligro se reduce a la mitad, difícilmente haya nacido alguien más peligroso que él. Nadie en su sano juicio se metía con el tío.

- Te unirás a los reclutas, integraras las filas y luego seducirás a la hija de Marcov, creemos que él que ha asumido el puesto esta con ella, ya que Marcov debería haberla casado para asegurar que la familia siga al mando en caso de su muerte-me informa con la duda de respaldo, no está seguro de lo que me dice, lo que bien puede significar que voy directamente a una trampa. Al menos con Marcov uno sabía que esperar.

- ¿Cómo sabré quién es la chica?- demando, de seguro es una joven tonta y no muy agraciada, pienso, en todos estos años no recuerdo haberla oído mencionar- No puedo adivinar y cualquier error haría que me maten.

- La chica se llama Irina Marcova, más conocida como la Zarevna aunque ahora debería ser la Zarina, tiene 21 años.  Una luz se enciende en mi mente, la Zarevna es una sicaria bastante conocida en Rusia. Me saca de mis cavilaciones poniendo una foto de una chica rubia hermosa, ojos azules y la cara de un ángel, pero toda la ternura que pudieran aportar esos rasgos se ven opacadas en su mirada, frio, eso es lo único que reflejan sus ojos. Luego de dejarme detallarla coloca otra de la misma joven más adulta mientras va por lo que parece un centro comercial, tiene un cuerpo perfectamente proporcionado, cintura fina, buen busto y unas piernas torneadas que terminan en un trasero con forma de corazón, es la tentación andante.

- Veo que has reparado en sus encantos, supongo que la chica sea inofensiva, Marcov nunca le dio valor por ser una niña, lo peligroso es lo incierto del trabajo. Aunque con semejante ejemplar quién se negaría-dice mirando la foto con lujuria, a la mujer que bien le triplicaría la edad, pero a el que diablos le importa, al final solo es un cerdo más. -Tienes una misión que vas a disfrutar mucho, pensaba enviar a mi hijo pero el acento lo delataría. Por no hablar de que es demasiado estúpido para ello.

La emperatriz de la mafia roja Where stories live. Discover now