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Irina POV

La llegada de los trillizos me tenía impaciente, quería recibirlos como se merecen pero no puedo estropear el plan, necesito muerto tanto a Daemon como a su jefe. No me gusta tener enemigos declarados vivos. Y eso solo podría lograrlo si su espía le hacía caer directo en una trampa, sabía que iban por mí así que decidí que sería una buena carnada para ese viejo verde el cual estaría loco por vengar a su hijo.

Su llegada fue recibida por toda la guardia con alegría, yo deseaba estar presente, por lo que solo me quede en lo alto de la escalera, donde yo podía ver a todos pero ellos no a mí, hacia un rato me encontraban en el cuarto de Milenka para avisarle de la llegada de los chicos lo que la hizo realmente feliz. Verlos ingresar por el umbral fue un impacto para mi corazón, los extrañaba pero no era el momento de ablandarse, necesito completar el plan. Josef tenía oscuras ojeras y había perdido peso, lo que causo una gran molestia en mi pecho, sus ojos verdes estaban apagados y su mirada carecía de esa picardía característica. Era como estar viendo el cascaron de lo que un día fue. Yo por mi parte pasaba el día dormitando tal vez por la presión de tener que actuar todo el día y mi apetito había aumentado a causa de la ansiedad, el chocolate había pasado a ser parte permanente de mi dieta al punto que Clarie había tenido que ir a comprar más a media semana ya que me había acabado la reserva para dos semanas de mis hijas.

Milenka, fue la primera en correr a los brazos de sus padres, fue abandonando los brazos de cada uno tras un fuerte abrazo, al llegar a Josef por segunda vez repitió la misma acción y miro sus manos expectantes. Está pequeña es codiciosa con los juguetes.  

- ¿Es para mí?- pregunto despacio, haciéndose la inocente, ese truco que había hecho caer a tantos.

- ¿Y para quien más sería, querida?- le pregunto él a la niña ofreciéndole uno de los juguetes. La tierna mirada en su cara me demostró cuanto deseaba un hijo y por primera vez me cuestione si sería tan malo darle lo que deseaba.

- ¿Y el otro?- dijo pícara mirando hacia Perla que se hallaba escondida tras los pies de Clarie.

- Alice- la llamo él mismo con una sonrisa conciliadora, para infundirle confianza- o creo que ahora te llamas Perla, ¿no?- le dijo mostrando esa sonrisa que tanto me gustaba, la chica asintió cuando llegó frente a él.- Este es mi regalo por ser tan valiente, espero que estés entrenando muy duro- le dijo y al mirar hacia arriba su mirada se encontró con la mía, sus ojos se tornaron oscuros y apartó su mirada rápidamente, como si le doliera.

- Si padre, lo está haciendo- respondió Milenka haciendo que su sonrisa decayera un poco, sé que en este momento eso no le trae consuelo y me siento mal por ello- ¿No trajiste nada para mamá?- le pregunta haciendo que enfoque la vista más en él para ver hasta la más sutil reacción, sus ojos brillaron brevemente pero él no respondió a su pregunta. Lo había hecho, a pesar de que lo utilice de la forma más baja había traído algo para mí.

Bajo por las escaleras despacio para no causar ruido y queriendo estar cerca de ellos, de él, oír sus voces.

- ¿Por qué no vas a jugar con Perla, Mile?- Le dije y al ver a Daemon me vi obligada a recordar el plan y al pasar por su lado acaricie su mejilla y luego regrese a mi actitud fría viendo que Josef no había perdido ni un segundo de la acción, sus puños se encontraban a ambos lados de su cuerpo con los nudillos blancos de la presión y las puntas de sus orejas rojas de la ira contenida.

- Si madre- contestaron mis hijas y les sonreí a cambio mientras iban camino al jardín.

- ¿Cómo les fue en la misión?- les preguntó cordial.

Josef se puso rígido al oír mi voz dirigida a ellos y relajó las manos.

- Esta todo resuelto, zarina, le daremos el informe cuando usted decida- me indico Ivan.

- En la oficina a las 5 pm si no es urgente- dándoles la espalda para no seguir en el mismo lugar que ellos, mire a los ojos coqueta a Daemon y me dirigí a él - Daemon te necesito para hackear una cuenta, ahora- digo dura pero sin perder la mirada picara.

- Como órdenes, mi reina- me utiliza para molestar a los chicos, mis chicos.

******

Cuando llegaron a la oficina a las cinco me encontraron sentada sobre las piernas de Daemon de las cuales no me paré en ningún momento mientras este no paraba de acariciarme la espalda o piernas. Dieron el informe conciso como si no les importará la situación y salieron rápidamente. Me preocupo grandemente su actitud indiferente ya que en otro momento nadie hubiera impedido que como mínimo dejaran caer alguna indirecta acerca de la situación. Pero aun así seguí cumpliendo mi función, el plan se llevaría a cabo en dos días y necesitaba que todo fuera perfecto, no podía permitirme ni un error. Solo dos días más y estaría de vuelta en los brazos de los que nunca debí salir, debo muchas disculpas a Josef por jugar de esa forma con sus sentimientos, si tan solo el fuera capaz de recordar esa noche.

******

La noche cayó con rapidez mientras las niñas me mostraban los regalos de los trillizos, juguetes, armas y hermosos vestidos con las más finas telas tailandesas llenaban las maletas, aun así me llamo la atención que una de las maletas aun estuviera cerrada.

- Mile, cariño, que hay en esta maleta- dije acercándose a la misma, la curiosidad halándome hacia allí.

- Es la maleta de papá Josef, Koby la trajo por error así que estamos esperando a que el venga a buscarla cuando vea que falta- me dice y sigue sacando cosas de las que están abiertas.

Mi curiosidad gana cuando abro la maleta, dentro de ella se encontraba un minúsculo par de zapatos de bebé blancos dentro de una bolsa con un chupete que se unía a la ropa por una cadena dorada y un pequeño mono de bebe de hilo cubierto con buenos deseos bordados en tailandés con hilos de oro y plata, una lágrima corre por mi mejilla al darme cuenta de cómo debe sentirse mi pequeño ante el rechazó. Tomó el paquete en mis manos y siento algo en mi interior que no puedo identificar, una fotografía nuestra enmarcada en un elaborado portarretrato se encuentra debajo del mismo. En la foto solo estamos los dos, él tiene la cabeza en mis piernas mientras me ofrece un pedazo de manzana clavado en la punta de uno de mis cuchillos, mientras yo sostengo un libro y sonrió ante el gesto. No era consciente de que esa foto siquiera existiera pero no era muy antigua, ya que los elementos en ella, como el cuchillo por ejemplo, había sido uno de los últimos regalos de mi padre. Tres toques en la puerta hacen que esconda el paquete bajo las sábanas de Mile y poniendo la foto dentro rápidamente cierre la maleta.

Voy a abrir la puerta cuando quedo cara a cara con un Josef que no mas verme aparta su vista y me ignora.

- Mile, pequeña, ¿mi maleta está aquí? - le dice.

- Si padre- le dice señalando su maleta, el entra, besa a las niñas en la frente, toma la maleta y se va sin mirarme.

10 pm

Iba bajando hacia la cocina cuando escuchó unas voces conocidas en la biblioteca y me dispongo a oír detrás de la puerta.

- Alexia, ¿sabes que te consideramos sexy cierto?- le dice Isaac a la chica con picardía, lo que hace a mi sangre querer hervir.

- ¿No quisieras jugar con nosotros hoy, pequeña?- le pregunta Josef acariciando su mejilla y rompiendo lo que queda de mi corazón en pedazos.

- Es, es que yo no voy a desobedecer a la zarina- admite la chica saliendo por la otra puerta de la biblioteca, temerosa como resultado de mi última amenaza.

-  ¿Qué mierda se piensan que hacen?- les cuestiono entrando a la sala enojada.

Sus miradas se clavan en la mía con indiferencia para cuando Ivan se dispone a hablar.

La emperatriz de la mafia roja Where stories live. Discover now