Capítulo 5

212 20 0
                                    

Nikita Pov

La electricidad que corría entre nosotros me estaba dejando sin sentido, esto no podía ser real y sobre todo no podía estar bien. Pero aun así aquí estaba sentada a horcajadas sobre un titán que me ponía de los nervios con la misma facilidad que manejaba mi cuerpo, como una muñeca. Sus manos recorriendo cada rincón, cada marca o lunar visible, hasta que toco mi muñeca izquierda y la sensación fue todo lo contrario, la rabia se acento dentro de mí con una intensidad desconocida, el odio a mí misma por ser tan cobarde. Con la misma facilidad que hace un minuto estuve sobre el en este momento me puse de pie para terminar en la punta contraria del cuadrilátero.

-Kiska, ¿Qué está mal?- indago preocupado.

Busque una forma de evadirme y solo encontré una solución rápida al problema.

-Tenemos que ir al campo de entrenamiento, la Zarina deseara ver tu desempeño por si misma- mentí.

Y así fue como terminamos en medio del aire frio conmigo tratando de esquivar sus ataques, su objetivo era volver a tenerme debajo de él, al punto que más que una pelea lo sentí un juego, el gato y el ratón, el trataba de cazarme y yo de huir. E increíblemente me resulto sensual, quería que me sometiera a sus deseos, más de lo que mi instinto me rogaba huir. Mi cuerpo había despertado bajo su toque, lo deseaba y no había sentido eso nunca, la necesidad de entregarme a alguien por voluntad propia.

Para cuando decidí terminar ambos nos encontrábamos empapados en sudor, debía ir a informar a la Zarina pero aun así necesitaba una ducha antes. Todos se habían ido ya a lavarse y cambiarse antes de presentarse con la Zarina, por lo que me dirigí a los baños del cuarto de entrenamiento exterior y Dmitri me siguió de cerca.

-Ve a tu habitación, aseate y espera en el salón principal- le pedí tratando de alejarme de él.

-¿Y tú que harás pequeña?- cuestiona

-Lo mismo que tu- agregue abriendo la puerta y dirigiéndome hacia una taquilla donde siempre tenía una muda de ropa- solo que tengo menos tiempo, debo dar un informa, ya sabes como es.

-Sí, claro, espero que no digas nada malo de mí, querida- susurra acercándose más a mí.

-No tendría por qué, eres un buen activo y la Zarina lo sabe, tenías la protección de su madre y Anastasia Marcov no ofrecía eso a cualquiera- confieso antes de finalmente dirigirme al baño y dejarlo fuera.

Ya estoy desnuda para cuando siento la puerta principal de la sala cerrarse, algo que quita un poco de tensión  a mi sistema, no puedo caer en la tentación, no debo confiar en nadie, si mi padre no fue capaz de quererme porque alguien más lo haría. Mi mente divagaba mientras el agua caliente lavaba mi cuerpo, mis ojos cerrados mientras intentaba recordar el rostro de mi madre, ahora tan difuso.

-Creo que aún me debes una respuesta, Kiska- susurro una voz desde mi espalda sobresaltándome.

-Sale de aquí- ordene aun sabiendo que estaba viendo mi cuerpo desnudo.

Su brazo me rodeo la cintura antes de que un leve movimiento me pusiera de frente a él, mirando su cuerpo absolutamente desnudo aplastado contra el mío, su miembro  duro dejándose notar en mi vientre, brazos cubiertos de tatuajes que llegaba justo hasta su pecho, Dmitri es musculo macizo bajo la ropa condimentado con ese descaro que tanto me ponía.

-Mejor ahorremos agua querida, de todas formas ambos necesitamos una ducha- alega poniendo cara de inocente mientras su mano derecha baja por mi columna hasta llegar a mis glúteos y los agarra con fuerza.

Mi sangre comienza a calentarse más que el agua que besa mi piel, pero aun así mis instintos no permitirán que me rinda. Trato de zafarme de su agarre pero mientras lucho él se acerca un paso haciéndome retroceder, hasta que mi espalda choca con el negro y frio mármol. Sé que puedo salir de su agarre con facilidad pero a la misma vez no quiero y en ese justo instante en el que mi juicio este nublado término con sus labios saqueando los míos, el beso es frenético y castigador de una forma sexy, sus manos no dejan de tocarme, hasta que en un mínimo movimiento tengo mis piernas rodeando sus caderas y su grueso falo rozando mi mojada entrada. Mentiría si dijera que no lo deseo, pero de igual forma lo haría si admitía que quería.

Provoca tentativamente mi entrada con su miembro mientras besa mis labios, mi cuello, mis pechos. Era todo tan diferente que estaba llorando por probarlo.

-Sé que me deseas Kiska- admitió, haciéndome gemir en aceptación al hecho-pero quiero tus palabras.

-Te deseo- susurro con mi cara escondida en la curva de su cuello.

-¿Quieres que me hunda bien profundo en ese bonito coño tuyo, preciosa?-inquirió

-Si- jadee

-Quiero que ruegues por ello, que me supliques que te tome como el animal en celo que soy justo ahora, me haces perder la cabeza, pero en el momento que lo haga, en el momento en que este enterrado en tu interior, eres mía- confeso antes de separar un poco nuestros cuerpos y acariciar con habilidad mi clítoris, sus dedos entrando y saliendo en mi canal se sienten tan bien que estoy a punto de correrme y él lo sabe por lo que aleja la mano.- Vamos cariño, pídemelo y te lo daré con gusto.

Su provocación continua mientras toma uno de mis pezones entre sus dientes, lo chupa, lo mordisquea y une a eso nuevamente sus dedos en mí, entrando y saliendo, pero cuando me deja sin correrme por tercera vez ya estoy más que lista para suplicar. Lo miro a los ojos justo antes de que bese mi frente y mis mejillas pero aun si lo acompaña de otra provocación.

-Estas chorreando gatita- confirma mientras lame sus dedos.- Quiero tanto probar tu miel, tenerte extendida para mí en tu cama mientras pruebo tu néctar.

-Por favor- es lo único que soy capaz de pronunciar antes de que una sonrisa maligna se extienda en su rostro.

-¿Por favor que?- incita.

-Por favor te necesito, Dmitri, te quiero dentro de mí- suplico, pero antes de terminar pone mis pies en suelo, mi ojos mirando al mármol y de una sola estocada lo tengo completamente enterrado dentro de mí.

Un pequeño chillido escapándose de mis labios mientras no hace más que aumentar el ritmo y agarrar con fuerza mis caderas, estoy en un estado de éxtasis total para cuando su mano cae fuertemente sobre mi glúteo derecho haciéndome gemir con fuerza, pero aun así se las arregla para cargarme y apoyar mi torso en encimera justo frente a la ducha. Su mano izquierda enredada en mi cabello y jalándolo con fuerza para que vea la imagen en el espejo. Una imagen tan obscena que no hace más que aumentar mi libido cuando veo la otra caer sobre mi glúteo izquierdo. Ambos de color rojo para este momento, mi cuello tiene pequeñas marcas formándose y mis pechos claramente han sido marcados como una muestra de propiedad.

-Eres mía, Nikita, puedes verlo- señala- Nadie más te tocara así mientras yo esté en esta tierra- aseguro

Yo no paraba de gemir y jadear entre las nalgadas, su ritmo castigador y las imágenes que podía ver en el espejo frente a mí. La intensidad de su mirada que no dejaba la mía como si esperara algo, pero qué. Sus embistes disminuyeron hasta estar prácticamente solo jugando conmigo, me tenía lloriqueando por correrme y la sonrisa triunfal en su cara se hizo presente.

-¿A quién le perteneces, Kiska?- susurro a mi oído.

-A nadie- contraataque rápidamente ganándome una serie de fuertes palmadas en el culo.

-¿A quién perteneces, querida?- volvió a susurrar- Deja de jugar alrededor ya, muñeca, deja de negar lo que tu cuerpo sabe, quiero darte lo que necesitas.

-A ti, te pertenezco a ti- grite desesperada ganándome toda la intensidad que había reprimido anteriormente.

-Así es Kiska, eres mía- gruño en mi oído- Y ahora voy a enseñarte lo que eso significa.

Su mano finalmente se dirigió a mi garganta, presionándolo justo para ponerme en un estado de éxtasis tan intenso  que me rompí en cuestión de segundos.

Cuando finalmente fui capaz de  recordar donde me encontraba, él me tenía acunada entre sus brazos como una pequeña niña, mi cuerpo se sentía como si flotara y algo que no estaba segura de comprender me enlazaba a este inmenso neandertal.


La emperatriz de la mafia roja Where stories live. Discover now