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Irina POV

-Nada de tu incumbencia como jefa- me suelta y quiero matarlo por su insolencia, sus palabras calando hondo dentro de mí.

-No quiero que se acerquen a ninguna de las mujeres de esta casa, ellas tienen prohibido acercarse a ustedes sexualmente y ustedes a ellas también - sentencie tragándome los celos.

-Podemos acercarnos sexualmente a quien queramos Irina, mientras estábamos contigo, te debíamos fidelidad, ya no, tu misma tienes a otro en tu cama, ¿por qué nosotros no deberíamos hacer lo mismo?- Pregunta Josef y comienzo a ver rojo de solo imaginármelo.

-Dije que no y es una orden Josef, o acaso quieres que te envíe a la posta de Siberia- amenazo, estoy enojada, muy enojada, siento como la sangre hierve en mis venas de solo pensarlo, si llegara a tocar a alguien más aquí iba a ocurrir una masacre.

- Más frío que el que tengo aquí no debe de hacer allá- se burla y me abalanzó sobre el con rabia.

Solo logre propinarle dos bofetadas antes de que me tuviera inmovilizada contra una pared con su cuerpo casi fundido con el mío, la sensación era tan increíble que un gemido suave salió de mis labios involuntariamente, solo quería que la ropa no existiera en este momento y poder sentir esa corriente eléctrica que me atravesaba el cuerpo cuando estábamos piel con piel. Su rostro se acerca peligrosamente al mío y sus ojos verdes refulgen con la excitación. Su rostro se escondió en mi cuello y poso un suave beso en mi clavícula desnuda que me hace estremecerme del placer, yo me derretía en sus manos y eso no cambiaría nunca. La punta de su nariz trazo un camino hasta el lóbulo de mi oreja.

-Mujerzuela traicionera y diabólica- susurro en mi oído.

-Yo también te amo- jadee antes de darme cuenta de lo que había dicho. Mientras más tiempo pasaba en sus brazos más peligraba mi plan. Sus ojos se fijaron en los míos esperando una confirmación de lo que había dicho y encontré tanta esperanza allí que casi flaquee.

- Suéltame Josef- demande, tratando de salir de su agarre antes de rendirme y confesarlo todo.

-Como desees- acepto soltándome y saliendo junto a sus hermanos de la habitación.

Mi cuerpo se deslizo por la pared hasta llegar al suelo y un pequeño sollozo se escapó de mis labios pero lo contuve rápidamente, no sé qué me estaba pasando, era capaz de controlar mis sentimientos en momentos de mayor estrés que este, entonces, ¿Por qué no puedo? Tengo que salir de Daemon lo antes posible, ya me da asco estar cerca de él y no deseo ver esa mirada destruida en el rostro de mis chicos por más tiempo.

******

La luz del sol se vierte sobre mi rostro anunciando que el gran día a llegado, quitando de encima de mí el brazo del ser que más odio en el mundo me dirijo al baño para ducharme, tras ponerme unos jeans y una blusa roja en honor al gran día, salgo de la habitación, no sin antes echar un vistazo al individuo que ocupa mi cama, solo dios sabe las ganas que tengo de degollarlo. Escribo un mensaje en el espejo para cuando se levante y me dirijo a la cocina con emoción, hoy por fin acaba todo.

Al llegar al umbral de la cocina me encuentro a Clarie preparando el desayuno para esos tres esculturales cuerpos que dominan mi mente. Se encuentran sentados en la barra con el asiento junto a Josef libre, mi asiento.

Creo sinceramente estar en desacuerdo con mi estómago, no necesito comida, la verdad se me antojaban más ellos que el desayuno, me quede observándolos hasta que mi estómago no estuvo de acuerdo conmigo y se revela haciendo un ruido tan divertido que todos se voltean a verme, nunca en mi vida había tenido hambre tras semejante cena como la de ayer.

La emperatriz de la mafia roja Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon