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Pov Josef

La noticia que me dio Irina me dejo completamente destruido, esa pequeña era como una hija para mí, pero no podía permitir que ella se derrumbara y si llegara a hacerlo no sería frente a alguien que no fuéramos nosotros, por estos lares el mostrar debilidad es una sentencia de muerte y no pensaba perder a mi mujer. Tras dar a mis hermanos las ordenes de lo que debíamos hacer bajo a la cocina para hablar con Clarie.

- Clarie- Llamo y al instante esta frente a mí- Necesito que prepares un té de tila con algo que haga a Irina dormir por un rato, cuando lo tengas listo llevalo a su habitación y se lo das a Iván, luego llama a todos los que estén en la mansión a una reunión en la sala y me llamas al despacho.

-Sí, señor- responde la joven.

Salgo hacia el despacho de Irina y antes de llegar viene Iván con ella sollozando en brazos, me paro junto a ella y la beso con dulzura, responde débilmente y le susurró al oído.

- Por favor, mi reina, por nosotros, no hagas nada que atente contra tu vida, dejanos cuidar de ti- casi le suplico.

Ella da un asentimiento triste y esconde la cabeza en el pecho de Iván.

- Hazte cargo de todo hasta que tenga fuerzas para hacerlo por mí misma- me ordena Irina con voz rota

- Como ordenes, mi reina-Le digo y beso su pelo.

Le hago una seña a Iván para que la vigile, el asiente y sigue su camino.
Al entrar a la oficina recojo la ropa de Irina que quedo en el piso y las cosas que estaban en la bolsa devolviéndola a su lugar, busco la portátil de Irina que se encontraba sobre la mesa del imbécil al que beso y me siento frente a ella en el escritorio. Al desbloquearla veo dos cosas, la primera es una carpeta con un montón de fotos de la pequeña Ana y la otra es una ventana abierta con las grabaciones de la cámara que esta fuera de la oficina, ella sabía que la estábamos viendo cuando lo beso y supongo que lo hizo como una forma de que algo brusco la sacara de su estado de shock. La rabia me consume al darme cuenta de que nuevamente me utilizo, sabía que me pondría hecho una furia, no sería capaz de controlarme y aun así creyó que esa era la forma correcta de salir del trance. Camino por la habitación como gato encerrado pero cundo ya las voces en mi cabeza no paran de recriminarme lo que hice vuelvo al método de toda la vida, mi puño se estrella contra la pared haciendo un hueco en el yeso de la capa superficial. Antes de que sea capaz de sacar la mano de la pared unos ligeros toques en la puerta me sobresaltan.

-Señor Josef. Ya le lleve el té a la señorita y están todos en la sala esperándolo menos sus hermanos- informo Clarie

- Bajo en un instante-contesto

Ella se aleja de la oficina y yo tras recomponerme apago la computadora de Irina para luego descolgar un cuadro enorme que hay de Ana en la oficina e ir hacia la sala con él. Allí están todos reunidos como ordené. Un murmullo reina en el ambiente como señal del desconocimiento de por qué están allí.

- Buenas tardes a todos- les digo con gesto pétreo sin parecerme la elección correcta de palabras, definitivamente este día no es bueno para mi pareja ni mi familia.

- Buenas tardes- contestan observándome extrañados.

Nikita y las muñecas me miran intrigadas.

- En este momento lo primero que quiero decirles que yo voy a estar a cargo por un tiempo- Informo esperando a que alguno de los nuevos me desafié ya que nadie más se atrevería a hacerlo, necesito sacar mis frustraciones con alguien cuanto antes.

- ¿Qué?- Pregunta Koby

- Lo que oíste, hasta que cambien los acontecimientos, por orden de la zarina, yo estoy a cargo- digo firme- El día de hoy hemos sufrido una gran pérdida, Ana o Ángel para quien la conocía ha fallecido esta tarde en el hospital central- digo para aclarar la ausencia de Irina

Veo como Milenka se hecha a llorar desconsoladamente, me dirijo hacia ella y la cargo en mis brazos como la niña que es, luego veo a la muñecas y todas están el piso consolando a Nikita. El servicio esta con lágrimas en los ojos y los nuevos los miran extrañados. Milenka tiene mi camisa bañada en lágrimas y la entiendo, Ana y ella tenían la misma edad y eran muy amigas, todas sus misiones las hacían juntas, eran prácticamente inseparables.

- Para los que no saben de qué hablo. Ana, era la hermana menor de Irina y junto a Milenka, la menor miembro de las muñecas rojas- digo ante la pregunta explícita en la mirada de los nuevos reclutas.

Con Milenka aun en brazos tomo el cuadro y lo pongo encima de la vacía chimenea, en ese momento llega Isaac con tres ramos de flores blancas con los que rodea la foto y una caja de velas de las que toma una y la pone frente a la foto, tomo dos y le doy una a Mile con la que repito la misma acción, todos los demás a pesar del llanto hacen lo mismo respetando dos lugares en el centro, el de Irina y el de Iván, ya que para todos merecemos esos lugares en este homenaje luego de Irina.

Luego de un rato Milenka se queda dormida llorando, así que la cargo y llevo a su habitación. Cuando bajo Irina está en el centro de la sala con mis hermanos a su lado mirando fijamente el homenaje que preparamos para nuestro Ángel. Me acerco a ella y la abrazo por la espalda, ella se gira y esconde la cabeza en mi cuello, la abrazo fuertemente y ella me susurra un gracias apagado antes de desmayarse en mis brazos. Le digo a los chicos que arreglen todo para que la casa no se incendie y luego suban a la habitación de Irina.
Pongo a mi reina sobre la cama y cuando voy a sentarme cerca de ella en una silla me toma de la mano y me pide:

- Por favor duerme conmigo- Su mirada se fija en la puerta y vuelve a pedir casi suplicante- Duerman conmigo.

De inmediato los tres obedecemos. Irina cobija su cabeza en mi cuello mientras Isaac la abraza por la cintura e Iván duerme entre sus piernas con la cabeza apoyada en su abdomen.

Dos días después

El sepelio de Ana se realizará hoy, hemos acordado fijar su lápida junto a la de sus padres pero solo por formalidad, ya que su cuerpo, al igual que el de ellos será cremado y sus cenizas esparcidas en el lago Baikal, por lo que estamos en Siberia desde ayer en la noche. Nuestra chica quería esparcir sus cenizas justo al amanecer y le daríamos todo lo que pidiera.

Irina cada día se encuentra peor, no come, no duerme, su aspecto esta demacrado, pero a quien le importa eso cuando el dolor supera el límite en su mente. Y justo de esa parte de ella estoy preocupado, su mente, me inquietan sus crisis depresivas y que intente quitarse la vida, pero nuestra doctora me aseguro que ese último escenario no estaba en cuestión. Tras dos noches llorando el día de hoy se despierta con los ojos rojos e hinchados pero con su mejor cara de póker, hoy necesita ser fuerte frente a los rivales y lo consigue.
De nuestras manos, las de Nikita y Milenka las cenizas son liberadas al viento, y con cada una de ellas se fue un poco de su alma solamente consolada por la libertad de saber que está ya tendría paz eterna.

El paisaje glorioso del Baikal es algo agradable de ver cuando la tristeza no lo rodea, pero ver a Irina sentada en el suelo mirando al horizonte mientras abraza sus rodillas y tararea algo para sí misma no es algo que quisiera volver a ver en un futuro. Tras dejarla un rato disfrutar de la soledad nos sentamos a su lado esperando pacientemente a que sacara todo lo que llevaba dentro.

-Necesito- susurra llorosa.

-¿Qué necesitas mi reina?- cuestiono preocupado

-Necesito alejarme- concreta- no puedo estar donde ella estuvo, no lo aguantaria en este momento, todo esto me esta sobrepasando- confiesa.

-Lo sabemos- declara Ivan- Esto es dificil querida, pero debes ser fuerte.

-No puedes dejarte caer, te necesitamos- alego Isaac esta vez para levantarle el animo.

Y si bien ellos no estoy seguro de que la necesitaran, yo seria incapaz de vivir sin ella, ya que es la unica capaz de controlar mis demonios.

-Si lo necesitas hazlo, tenemos una casa en Tula, puedes ir alli, es como un piso franco, estaras segura- le concedi, no queria que se alejara pero la necesitaba sana- Necesito que organices tu mente, recuerda a la doctora y tomate tu tiempo, regresa cuando estes lista yo tendre todo en orden para tu regreso.

-Confió en ti Jos, sé que lo harás- agrego antes de tomar lugar en mi regazo como una niña pequeña escondiendo su cabeza en mi cuello mientras Ivan acariciaba su pelo y Isaac tatareaba algo para calmarla.

Tres días después nos dejó todo y se marchó.

La emperatriz de la mafia roja Where stories live. Discover now