Capítulo 55 Maratón parte 3

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Todos se encontraban fuera de la secretaría de peritaje, le han mandado una copia al juez que han designado para el caso. Mónica estaba tranquila puesto que sabía que los documentos eran falsos. Uno de los peritos saco el resultado en conjunto al comprobante de pago y la firma de Adamaris en cheque, una hoja tamaño carta con letras en negritas donde se podía leer el resultado. El perito al mostrarlo a los abogados incluyendo a Mónica y Alan quienes reaccionaron completamente sorprendidos al leer su contenido. Y lo leyó.

Alejandro quedó sorprendido cuando sus abogados le dieron a conocer el contenido del papel. ¿Qué otra prueba quería? ¿A caso quería ella misma se lo confirmara? Se sintió ingenuo, fue un estúpido que se dejó llevar por los sentimientos, se engañó el sólo.

Sintió impotencia, rabia, pero a la vez le dolía el pecho, sentía que su cabeza explotaría, los ojos le escocían, sin esperar un segundo más salió como alma que lleva el diablo, se subió a su coche y empezó a recorrer las calles como si la vida se le fuera en ello.

Adamaris decidió repasar una vez más lo que Mónica le había dicho sin sospechar lo que se le avecinaba. Estaba nerviosa, ansiosa, las ojeras marcaban aún más sus ojos, los hacía más grandes incluso con más intensidad en su color natural. Su cabello estaba despeinado pues no podía bañarse ahí. Al segundo día de estar allí encerrada su cuerpo había desarrollado una constante ansiedad y paranoia que llegaban a convertirse en ataques de pánico. 

Pero no podía pensar en otra cosa que no fuera en el. 

Empezó a torturarse ella sola con la idea de que Alejandro no iba a volver, y al tercer día lo confirmó. Sin darle oportunidad de pensar algo más una sombra llamó su atención. Pasaban de las diez de la noche, se supone que ya no puede recibir visitas.

Al vislumbrar al hombre que se apodero de sus sueños del otro lado de las rejas corre hacia él. Necesitaba abrazarlo, olerle, pero él al contrario se alejó de aquellos barrotes.

—¡Alejandro, amor! —exclama feliz, sintiendo su pecho agitarse. Adamaris lo agarro de la mano, pero Alejandro rápidamente la aparta, sintiendo frialdad en la zona que la castaña había tocado.

Se arrepintió de no haber escuchado a su padre cuando le llamo al celular pidiéndole que regresara a casa, pero necesitaba verla, la anhelaba tocarla y extrañaba sentirla. Noto que el estado de la castaña no era el mejor y sin embargo, no pudo evitar apartar sus brazos lejos del toque de esta.  Por otro lado, pese a que la castaña estaba desconcertada por aquel gesto de su novio, no le dio importancia y sonrió con calidez, aunque su corazón se había apretado solo un poco.

—Viniste... —murmura ilusionada con sus ojos brillantes al igual que su flácido rostro. 

Su corazón saltaba de alegría que era  incapaz de creer que el castaño no corriera a consolarla, y en cambio el silencio reinara entre ellos. Adamaris no se imaginaba el gran esfuerzo que hacía Alejandro para no gritarle cuan ruin creía que era.

Si antes dudaba en su inocencia ahora no tenía ninguna duda que era culpable. Los documentos y firmas que tenía en su poder y que Victoria se había encargado de mostrarle, eran reales, por más que su corazón y mente le gritasen otra cosa ya el sabía la verdad.

 Ella lo había engañado, enamorado y estafado, todo por su propio beneficio.

 Ahora... Sólo quería verla pagar, era lo único que deseaba... o eso creía.

—¿Amor?

—¿Qué soy para ti? No, no, me equivoque de pregunta —ríe con ironía—, mejor dime, ¿Qué fui para ti? ¿Un imbécil, un patético, ridículo tal vez o idiota, no sé... tu dime?—cuestiona tosco apretando con fuerza su puño. 

Los Cambios En El AmorWhere stories live. Discover now