Capítulo 37 "Lo que sientas"

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El amor… Hacer el amor… ese era el término correcto para describir lo que había acabado de hacer con Flor… le había hecho el amor como nunca se lo había hecho a nadie en la vida… Ni siquiera  a mi prometida.
La había saboreado, besado, examinado, tocado cada parte de su cuerpo, como si fuera un pequeño manjar hecho especialmente para mí. Se sentía tan bien, tan correcto… por primera vez en mucho tiempo no me sentía fuera de lugar. Por primera vez sentía que estaba en el lugar correcto y en el  momento correcto… allí junto a ella, acostada sobre su pecho desnudo… contando los fuertes latidos de su corazón, y sintiendo como su cuerpo aún temblaba por lo que le había acabado de hacer sentir.
Plenitud… ese era el sentimiento que sentía en esos momentos, me sentía plena, como si hubiera cumplido un cometido en el mundo… como si acabara de sellar mi destino. No había culpa ni remordimientos… solo amor.
Alcé mi cabeza un poco para poder ver a la hermosa chica que tenía bajo mi cuerpo, la cual trataba de mantener la respiración
-¿Estás bien?- le dije para después dejar un pequeño beso en su barbilla
-Mejor que nunca… ¿Y vos?- su respiración aún estaba agitada
-¿Qué crees?- le dije con una sonrisa pícara
-No lo sé… decímelo-
Me mordí el labio mientras que con mis dedos jugaba con uno de sus pechos –Me siento como la mujer más feliz del planeta, Flor- confesé sin importarme lo que eso podría significar en nuestra relación –Vos no sabés cuánto tiempo esperé este momento… cuanto tiempo esperé por tenerte acá… conmigo… sin culpas- pude notar el brillo en sus ojos al oírme decir estas palabras –Te quiero-
Ella sonrió ampliamente, se notaba la emoción en su cara. Al parecer llevaba esperando bastante tiempo por esta confesión por mi parte
-Yo también te quiero, Jaz… Te quiero mucho- dijo y pude ver como una lagrimita se escapada de sus ojos
Nos fundimos en un beso lleno de cariño, delicadeza, amor… y antes de que pudiera darme cuenta ya Flor estaba sobre mí, y estaba comenzando a desabotonar la parte de arriba de mi pijama, la cual sinceramente no sabía que aún hacía en mi cuerpo.
Uno, dos, cuatro botones y ya estaba fuera esa pieza de mi cuerpo, dejándole a disposición mis pechos, que aún estaban cubiertos por un sujetador de color negro. Pude ver como sus ojos casi se salen de órbita al retirar aquellos sujetadores y dejar libres mis pechos… No es por ser egocéntrica, pero estoy bastante complacida con esa parte de mi cuerpo y más al ver el efecto que estaban causando en Flor.
-¿Qué pasa, Estrella? ¿Te has quedado muda?- bromeé al ver que se había quedado hipnotizada con mis pechos
Ella ladeó la cabeza y con una sonrisa pícara se acercó a ellos para comenzar a dejar pequeños besos por sus alrededores. Dios, se sentía tan bien sus caricias… era tan delicada a la vez que tan precisa... tal parecía que me conociera de hacía miles de años, pues sabía exactamente qué hacer con su boca para sacarme de circulación.
Se recreó un buen rato jugando con mis pechos, se notaba que era la primera vez que hacía algo así… no porque lo hiciera mal, sino por la delicadeza y el temor que expresaba cada vez que se atrevía a hacer un nuevo movimiento. Me miraba constantemente, como para tratar de analizar si me gustaba o no… Y si que me gustaba, me encantaba… Todo lo relacionado con Florencia Estrella me fascinaba, imagínense lo que era tenerla así… solo para mí.
Casi inconscientemente moví mi caderas, supongo que la sensación que llegaba conteniendo en mi entrepierna ya me estaba jugando una mala pasada. Ella lo notó y miró hacia la parte baja de mi pijama, para luego volver a mis ojos
-Jaz… Yo…- dijo nerviosa
Fruncí el ceño al ver como su cara se había transformado, y me alcé un poco para poder mirarla mejor
-Ey, bebé, ¿Qué pasa?- dije acariciando su mejilla llena de preocupación ¿Había hecho algo que la incomodó?
-Es que… yo…-
-Vos…- la animé a seguir
-Yo nunca he hecho esto… con una mujer- dijo tímida bajando la cabeza
-Lo sé- dije acariciándola y ella me miró inmediatamente
-¿Tanto se me nota?-
-No, para nada… pero es solo que por tu manera de actuar antes… ya sabes, cuando ni siquiera nos habíamos besado… sabía que era tu primera vez con una chica… ¿O no te acuerdas lo nerviosa que te comportabas al principio cuando estabas cerca de  mí?-
-Lo siento…-
-Ey, no lo sientas… Si no quieres no lo hagas… yo me siento bien así- le dije a pesar de que sabía el grado de excitación que manejaba, pero yo no la obligaría a nada.
Viendo que no contestaba decidí comenzar a levantarme de la cama, al parecer la noche había acabado… pero cuando ya casi estaba fuera de esta sentí la mano de Flor retenerme
-Es que yo quiero hacerlo… Me muero de ganas por hacerte el amor, Jaz-
No pude evitar sonreír y morderme el labio al oír esta confesión. Y sin dejar que dijera otra palabra volví a la cama, para colocarme justo al frente de su cuerpo.
-Ey, no te preocupes, ¿OK? Solo haz lo que sientas- dijo tomando su mano con mucha delicadeza
-Quiero tocarte- dijo con voz tímida y con la mirada fija en el centro de mi cuerpo, el cual aún estaba cubierto por mis pequeñas bragas.
Sonreí al darme cuenta de que ella me deseaba tanto o más que yo a ella. Sus ojos me mostraban un deseo, que hacía mucho tiempo que no demostraba alguien por mí… ni siquiera mi prometida.
Tener sexo con Elena ya no era como antes. Desde hacía varios años en los que este momento se había convertido en una obligación, algo que hacíamos sin casi sentimiento, solamente para relajarnos o quitarnos las ganas. Había cariño, pero la pasión… esa pasión que se debe sentir cuando amas a alguien, debía confesar que hacía mucho pero mucho tiempo que había desaparecido.
Tal vez por eso me gustaba tanto Florencia, pues con ella sentía como esa pasión estaba presente, tan presente que me quemó con su potente fuego.
Apreté su mano y sin pedirle permiso, al menos no con palabras  la fui dirigiendo hacia mis bragas, donde hice deslizar los dedos de Flor sobre aquella fina tela, la cual estaba con un alto grado de humedad.
-Jaz, estás…- dijo sorprendida, y pude notar cómo se dibujaba una sonrisa fugaz en su rostro
-Sí, Flor. Eso es lo que vos provocas… eso es lo que llevas provocando en mí desde el día uno que te vi en la puerta de mi oficina- susurré contra sus labios
Sin que fuera necesaria otra palabra entre nosotras, nos fundimos en un beso necesitado y lleno de esa pasión que nos caracterizaba.  Un gemido ahogado salió de mi boca al sentir los movimientos de los dedos de Flor sobre la parte más íntima de mi cuerpo.
El contacto no era directo debido a la presencia de mis bragas, pero se sentía tan bien que eso no importaba. Tenerla de esa forma, hurgando entre mis piernas me estaba haciendo perder la cabeza.
Sin separarme un minuto de su boca, comencé a quitarme la única pieza que quedaba en mi cuerpo, y pude notar como los ojos de Flor casi se salían de orbita al ver mi centro totalmente al descubierto.
POV Flor
-Solo siente, Flor- dijo Jazmín una vez desnuda frente a mí, y tomando m mano para volver a dirigirla a su palpitante centro.
Dios, estaba demasiado húmeda. No sabía que alguien podía llegar a tan alto nivel de excitación. Mis inexpertos dedos comenzaron a recorrer su centro bajo la guía de su mano. Tuve que cerrar los ojos al sentir directamente su centro entre mis dedos… era tan caliente, tan húmedo que me hacía perder la cabeza.
Estaba hechizada, hechizada con su cuerpo, con su belleza, con cada uno de sus movimientos… Jazmín del Río me estaba haciendo perder la cabeza.
Casi dejándome llevar por mi instinto más primitivo, la halé hacia mí, dejando caer su cuerpo sobre el mío, y atrapando su boca en un voraz beso… sin una gota de delicadeza. No había espacio para los pudores y miedos, no cuando tenía el cuerpo desnudo de la chica que amaba entre mis brazos.
-Jaz…- murmuré llena de excitación mientras no paraba de dejar hábiles caricias sobre su centro desnudo.
Ella se movía a la par de mis dedos, y respiraba de una forma muy agitada cerca de mi mejilla, donde dejaba besos desprolijos, sin coherencia. Estaba fuera de sí.
Nunca pensé decir esto, pero ver a Jazmín así… tan entregada, tan fuera de control, tan débil, tan mía… era la cosa más excitante que podía ver en mi vida.
Un grito ahogado en mi oído fue lo que tuve como respuesta al dejar entrar dos de mis dedos en su centro. Era tan caliente… tan apretado, tan perfecto que yo misma no pude contener un gemido al estar dentro de ella.
Busqué sus ojos y me pude encontrar el más grande de los deseos. Me deseaba, deseaba que siguiera dentro de ella…
-Hazme tuya, Florencia- susurró contra mis labios y estas palabras fueron suficientes como para hacer salir mi lado más salvaje, un lado que ni siquiera sabía que existía… hasta hoy.
-Ay, mierda… Sí, Flor… así- gemía una y otra vez
-Shhh… no grites- lo último que necesitaba era que Lucía me echara una bronca al otro día por nuestros gritos
-No… No puedo… cont… contenerme… ¡Flor!- exclamó con la respiración entre cortada y comenzó a moverse al ritmo de mis embestidas
Con la mano que tenía libre apreté uno de sus pechos, los cuales se movían al ritmo de su cuerpo. Dios, me lamí los labios al ver como una pequeña gota de sudor bajaba lentamente por su canalillo y se perdía en el resto de su cuerpo, tal y como yo había hecho.
Se aferraba a mi espalda con sus uñas, dejando seguramente marcas que me recordarían lo sucedido esta noche. Sonreí para mis adentros al pensar que yo no sería la única que tendría marcas en su cuerpo, debido a que en el medio de la excitación le había dejado un bonito regalo a Jazmín en su cuello, uno que seguramente la acompañaría por días.
Dos embestidas más fueron suficientes como para que Jazmín llegara al punto más alto de placer con mi nombre en sus labios. Con la respiración agitada se dejó caer sobre mí, tratando de recuperarse de lo recién ocurrido.
La observé por un rato, mientras acariciaba su pelo, y su respiración se fue haciendo normal…
-Jaz… Jaz…- dije tratando de llamar su atención -¿Estás dormida?-
-No… solo pienso- susurró y mi cuerpo se tensó al pensar en que había una gota de arrepentimiento en su cuerpo
-¿En qué?- tuve que admitir que sentía un miedo terrible de oír la respuesta
-Estaba pensando- se acomodó en mi pecho para poder mirarme a los ojos –En lo mucho que te amo- y ahí estaba de nuevo aquella sonrisa que tanto me mataba. No se había arrepentido. Sus ojos no mostraban rastros de arrepentimiento... solo amor, cariño, pasión -¿Vos me amas?-
La miré incrédula. ¿En serio no se daba cuenta?
-¿Vos qué crees?- susurré de forma sensual contra sus labios
-No lo sé- dijo de forma juguetona. Me mataba sin dudarlo este lado suyo lleno de ternura e infantilidad me mataba –Dímelo vos, señorita Estrella-
-Bueno, señorita del Río… temo decirle que desde el día uno tienes a esta pobre chica a tus pies- al oír esto Jaz se acercó a mí y me robó un pequeño beso, pero lleno de intensidad, de amor.
Aún no podía creerme lo que estaba viviendo, hacía unas horas  mi vida era un puro desastre y me consideraba la mierda más grande del mundo, por fijarme en ella, en alguien que supuestamente no me quería… pero ahora, después de tenerla en mis brazos, de besarla, de oírla gemir mi nombre… y de estas cosas tan bonitas que me decía, ya no tenía dudas… yo era la mujer más feliz del mundo en estos momentos, y todo gracias a ese amor.. a ese amor que solo Jazmín del Río podría darme.
-Vos también me tenés a tus pies, Florencia… Por siempre y para siempre- y sin más volvió a besarme intensamente
Esa noche sería larga, pues deberíamos recuperar el tiempo perdido y dejar que nuestros ansiosos cuerpos finalmente se conocieran del todo… ¿Y qué mejor manera de conocerse que hacer el amor hasta el amanecer?

Labios Compartidos (Flozmín)Where stories live. Discover now