Capítulo 35: "El ritual de emparejamiento"

157 29 5
                                    


Las candentes llamas de la chimenea ya se estaban desvaneciendo entre las densas cenizas que habían sustituido los gruesos troncos que ardían fieramente.
Pero el ambiente en la cabaña no era helado como uno podría imaginarse. La habitación se había fundido en un ambiente cálido e iluminado por la luz plateada-azulada de la gran Luna. En el centro de la sala, yacía una pareja completamente desnuda, disfrutando de la noche que se les había regalado. Una noche que ambos deseaban que no acabara nunca. El hombre, quién estaba abrazando protectoramente a su amada; llevó su mano hacía el cabello rojizo de ella y enredó sus dedos en estos. Sintió el fuerte olor de las galletitas y algo explotó nuevamente en él. Un sentimiento que no había dejado de sentir durante toda la noche. Ambos se amaron en aquellos momentos. Unieron sus cuerpos y almas, convirtiéndose en uno solo. Ella separó su cabeza del pecho de él y lo miró con sus ojos nublados y su rostro completamente congestionado. Se veía hermosa. Su fiero cabello se deslizó sobre su sedosa piel, hasta caer en el pecho de Caleb. Ella le sonrió ampliamente, arrugando peculiarmente su nariz. Sus pecas se perdían en ya enrojecido rostro, por lo que él tuvo que acercarse un poco a la pelirroja para lograr notar los lunares rojos.

—¿Qué miras? —Preguntó ella curiosa. Caleb satisfecho, besó la frente de su amada y volvió a recostarse con una sonrisa en su rostro.

—Nada—Peinó su cabello detrás de sus orejas.

El pequeño y desnudo cuerpo de Scarleth se separó de Caleb y se estiró, dejando a la vista su torso desnudo. Varios de sus huesos sonaron casi escalofriantemente, algo que para la pelirroja fue completamente satisfactorio. Ella se levantó y la plateada luz de la Luna la bañó completamente, enmarcando sus redondeados pechos y enmarcando su vientre. Caleb como si ella se pudiera tratar de alguna Diosa pagana. Ella buscó la camisa a cuadros que Caleb le había quitado hace unas horas atrás. Scarleth estaba pendiente de su desnudez y de la caliente mirada de su lobo.

Cuando Scarleth encontró finalmente la camisa a cuadros que estaba usando cuando despertó, se la colocó y regresó al lado de Caleb, quien en su parecer, se veía realmente sexy desnudo, mirándola con aquellos oscuros ojos que la volvían loca. Él la recibió con los brazos abiertos cuando la pelirroja regresó a la cama. Scarleth acomodó su mentón en su pecho, mientras que acariciaba su mejilla.

—Tengo hambre—Caleb río ante la confesión de la mujercita que estaba en su pecho.

—¿Qué te gustaría comer? —Preguntó él mirando como los pelirrojos cabellos de Scarleth se deslizaban por sus hombros, rodeándolos como si fueran cascadas onduladas de sangre.

—No lo sé—Dijo haciendo un puchero—. A ti—Ella lo miró con cierto toque de travesura en sus ojos y éste sonrío ampliamente. ¡Dios! Como amaba verlo sonreír. Miles de mariposas con bombas explotaban en su interior. Una sensación peculiarmente conocida. Caleb la empujó hasta quedar él encima de ella y la besó sin más.

En el exterior, todo estaba oscuro y frío. El ambiente azulado era perfecto para cualquier cazador. Pero adentro de la estructura, todo era cálido y anaranjado. Caleb tenía en sus propios brazos a su pequeño sol, quién iluminaba todo su camino con su simple presencia. Sintió la necesidad de despojarla nuevamente de la incómoda tela de la camisa que le había prestado Kira, pero para ser sincero, Scarleth se veía realmente hermosa con aquella prenda.

—Escápate conmigo—Dijo jadeante. Scarleth río.

—¿Y a dónde iríamos?

—Al norte quizás—Se acercó nuevamente a ella e hizo una delgada, pero húmeda camino de besos que iba desde su boca hasta la sedosa piel de su pecho.

—Aún no termino de estudiar—Enredó sus largos dedos en la densa cabellera negra de Caleb, él la miró—. Primero me pides que me case contigo y ahora quieres que nos escapemos.

—Un lobo alfa necesita a su compañera al lado para dirigir a la manada.

—Pero yo no soy un lobo.

—Pero eres mi compañera—Replicó inocentemente.

—Ni siquiera nos hemos casado.

—Porque tú me has dicho que no.

—Y eso fue porque me rechazaste—Se removió inquieta—Corresponde—Caleb gruñó casi peligrosamente y el instinto de Scarleth fue mantenerse quieta.

—Entonces si no te hubiera rechazado ¿Habrías aceptado a que me case contigo?

—Probablemente—Murmuró sonrojada.

—¿Eso significa que sí?

—Significa "Probablemente".

Completamente victorioso. Caleb sintió un fuerte rugido en su interior y casi en el momento en que lo sintió, unos poderosos y caninos colmillos hicieron su aparición. Casi podía sentir el fuerte llamado de su lado lobuno. Las inmensas ganas de arrancarse la piel para que un denso pelaje negro lo pudiera sustituir. Caleb rodeó las muñecas de Scarleth con sus manos, llevándolas hacía la altura de su cabeza, inmovilizándola completamente.

Los oscuros ojos de Caleb se aclararon y casi se podían ver unas tonalidades amarillentas. Para Scarleth, fue algo completamente escalofriante, pero no se sintió intimidada por aquellos enormes ojos. Es más, se sintió casi seducida por aquellos.
Caleb se acercó peligrosamente a su cuello y sin siquiera tener consideración en su amada; la mordió. Saboreó la poderosa sangre de Scarleth llenar su boca como si fuera un vampiro, pero en vez de consumir aquel elixir de la vida—quien podría hacerlo, pero no está en su naturaleza aquella atrocidad—, le ofreció su esencia, llenándola completamente. Marcándola como siempre. El ritual estaba casi completo, pero Caleb tenía que mantener firme su alma humana, por lo que no podía permitir que su lado lobuno tuviera el control absoluto de su cuerpo. Jamás lo permitiría.

Scarleth gimió de dolor y la poca cordura que tenía Caleb en aquellos momentos, lo regresó a la tierra. Limpió la herida con su lengua, barriendo todo rastro de sangre y cuando Caleb se alejó del cuello ya enrojecido de su amada, se encontró con una enorme marca de unos dientes, encontrándose las heridas más profundas en donde se encontraban sus colmillos amenazantes.

—¿Qué acabas de hacer? —Preguntó Scarleth con lágrimas en sus ojos.

—Comenzamos el ritual de emparejamiento.

—¿Y eso lo que acabas de hacer son tus votos de amor? —Los delgados dedos de Scarleth tocaron la herida que le había ocasionado Caleb. Parecía mucho peor que un chupón. ¿Qué se supone que les diría a sus padres? ¿Qué su novio licántropo acaba de morderla y que ya estaban casados, y además de eso, ahora tendría que irse a vivir con toda la manada de su marido lobo?

Caleb sonrío ampliamente y dijo:

—Espera y verás...


****************************************

DEJEN SU VOTO Y COMENTARIOS <3 DISFRUTEN DE SU SEMANA ;*


El lobo de los ojos amarillos | [Libro 1] (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now