Capítulo 43: "Penúltimo"

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Maratón: 2/2


SCARLETH


Sentí el impacto del suelo en mi espalda y yo no sabía si había gritado por el golpe o porque Caleb me derribó en plan de atacar. Tenía los ojos cerrados cuando aterricé, y cuando los abrí, me encontré con el enorme hocico de Caleb manchado de sangre y sus ojos. Por dios, sus ojos eran una mezcla de rojo y amarillo. Mi corazón martilleaba sonoramente en mis oídos. El gruñó y yo sentí como las lágrimas caían de mi rostro. Sentí miedo de él, sentí miedo por él.

—Caleb—Gimoteé su nombre y sentí su cálido aliento en mi rostro. Me vi reflejada en sus inmaculados dientes blancos, las cuales estaban manchados en sangre. La sangre goteaba de su boca y dientes, ensuciando mi ropa y mi rostro con ella. Extendí mi mano hacía él y acaricié su áspero pelaje, sintiendo la sensación en mis dedos, provocándome cosquillas—Caleb—Volví a pronunciar su nombre. Cuando lo volví a mirar a los ojos, pude ver como su iris volvía a convertirse en amarillo y sentí como él regresaba nuevamente a su cuerpo. Violentamente, él se alejó de mí, permitiéndome que yo me pudiera inclinar. Se veía arrepentido por su acción.

Me levanté con dificultad, sintiendo mi cuerpo reclamar por todo el maltrato que fue recibido en estos últimos minutos. Me acerqué a Caleb, quién estaba sentado en cuatro patas con la cabeza agachada. Estaba arrepentido y yo sabía que la bestia en su interior se había apoderado de él. Caleb notó mi cercanía y alzó la cabeza, buscando mi mirada, sin esperarse a que yo me lanzaría a su cuello. Hundí mi cabeza en su pelaje. Mi corazón estaba aliviado, él estaba bien. Pero, aun así la advertencia continuaba. Mi cabeza había empeorado y no pude evitar jadear por el dolor. Mi estómago volvió a contraerse y a pesar de tener a Caleb a mi lado, no lograba hacerme sentir mejor.

¿Estás bien?

Su voz apaciguó un poco el dolor en mi cabeza. Pero cuando su cálido eco desapareció, el dolor regresó. Yo asentí sin lograr articular alguna palabra. Simplemente me quedé allí, abrazada al cuello de Caleb, buscando las fuerzas necesarias para controlar el malestar y buscar la razón de mi dolor.

—Caleb, por favor—Me alejé de él—Llévame a casa.

Él se agachó, facilitándome la posibilidad de subir a su lomo y viajar mucho más rápido. Pero ya casi no podía pensar, y ya ni siquiera tenía la energía suficiente como para erguirme.

¿Lista?

Sonreí por la calidez que sentía en mi cabeza cada vez que él me hablaba. No sabía muy bien cuál era el motivo de comunicarme con él cuando está así. Pero ahora la gran prioridad que tenía en mente, era en llegar a casa.

—Corre, Caleb—Jadeé—Corre.

El enorme animal obedeció mi petición y sin demorarse ningún segundo más, él empezó a correr a gran velocidad, permitiéndome a mí sentir el viento golpear mi cara, refrescándome un poco. Cerré los ojos sintiendo que mi malestar ya estaba disminuyendo. Mi corazón latía fuertemente cuando Caleb acortaba el camino saltando por riscos o tomando impulso con algunos árboles. Cada vez que lo hacía, me sentí completamente apenada por ello. Sentía sus energías reclamar el atrevimiento, pero sabía que ellos estaban bien, y aun así, no podía evitar sentirme apenada por la marca que tendrían de ahora en adelante.

Creí que había pasado una eternidad cuando identifiqué el paisaje que nos empezó a rodear. Caleb pasó por encima la primera vez en que lo vi. Asustado e indefenso. Mi corazón se llenó de amor y ternura cuando recordé aquel momento. Incluso cuando el enorme animal empezó a correr siguiendo el camino que seguía a mi casa, no pude evitar sonreír ante el recuerdo de haberlo cargado. En aquel entonces, Caleb no tenía nada más que el tamaño de un macho joven buscando su lugar en el mundo. Ahora, era mucho más grande que un caballo salvaje. Mucho más fornido que un oso y mucho más peligroso que el hombre.

El lobo de los ojos amarillos | [Libro 1] (EN EDICIÓN)Kde žijí příběhy. Začni objevovat