Capítulo 30: "Carretera"

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Maratón: 2/3



SCARLETH


Sus ojos se oscurecieron ante mi respuesta, ni siquiera yo estoy segura de si lo que dije era lo que realmente sentía.

—No— Dije con convicción, como si supiera de ante mano lo que me iba a pedir. Su reacción era de esperarse, su rostro de devastación y sus oscuros ojos que parecían más a los de un depredador hablaban por él.

—¿Q-Qué? —Balbuceó y yo me moví hasta sentarme en el asiento del copiloto.

Me mordí el labio inferior, viendo como intentaba reponerse ante la respuesta de hace unos momentos. Él volteó y abrió la boca como si quisiera decir algo, pero de inmediato la cerró. Apoyé mi espalda en la puerta y apegué mis piernas a mi pecho, acunándome a mí misma con mis brazos.

—Tú también me rechazaste—Dije finalmente al disfrutar como trataba de contenerse y sus músculos tensarse bajo su sudadera. Él volteó a mirarme con sus ojos de un feroz animal.

—¿Qué? —Su voz estaba demasiado ronca y mi piel se erizó.

—Dicen que la venganza es dul...—Su pesado cuerpo se abalanzó encima del mío, interrumpiéndome y quitándome el aire que tenía en mis pulmones—. ¿C-Caleb? ¿Qué haces?

Caleb me apretó contra su pecho, acurrucándome entre sus brazos. Me llevó hasta los asientos traseros del vehículo y me acunó encima de él, abrazándome y apretándome. Sus dedos se enredaron alrededor de mi cuello, acariciándolo con las yemas de estos. Por un momento, pensé que me estrangularía, pero en vez de eso, llevó sus manos hasta mi cabeza y procedió a aplicar relajantes masajes en mi cuero cabelludo.

—Scarleth, tú juegas con fuego—Dijo roncamente mientras que me miraba con sus oscuros ojos, los cuales ya se habían suavizado.

—¿Qué yo juego con fuego? —Reí y puse ambas manos en su pecho, tratando de alejarlo y de impulsarme a mí misma para levantarme.

—¿A dónde vas? —Pregunto enderezándose, mirando como yo me movía hacía el asiento del conductor.

—Te llevo a casa—Empecé a conducir, alejándome cada vez más de la ciudad. Adentrándome en el oscuro bosque.

Caleb se sentó en el asiento del copiloto y entrelazó sus brazos, mientras que fruncía los labios. Sonreí de ternura y alargué mi brazo hasta tocar el suyo con mis dedos. Caleb volteó a mirarme y sonrío desganadamente.

—¿Cómo puedo convencerte? —Preguntó.

—Estás actuando como un niño—Voltee a mirarlo—. Más bien como un cachorro.

Caleb se encogió de hombros.

—No puedo estar lejos de ti. No sabes lo difícil que es para nosotros lo que es eso.

—Estuviste lejos de mí durante semanas. No me vengas con cuentos, porque yo no te creo—Ya casi sonaba como mi madre.

—Entonces si no puedo pasar la noche en tu casa, tú tendrás que pasar la noche en la mía.

—Espera ¿Qué? —Frené de golpe y le agradecí a todos los dioses existentes en este mundo, que no hubiera nadie en la carretera para que pudiera ocasionar algún accidente.

—Ahora sé porque el motor de tu auto suena horrible—Caleb se colocó el cinturón de seguridad y al finalizar, levantó sus pulgares en señal de aprobación.

El lobo de los ojos amarillos | [Libro 1] (EN EDICIÓN)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt