Capítulo 9: "Dicha"

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SCARLETH

RESIDENCIA MOORE

23:00 PM


Esa noche, me fue imposible dormir, la ventana estaba cerrada, pero aun así era capaz de escuchar a los grillos y algún que otro perro ladrarle a la oscuridad.

Abrí los ojos por décima vez en esa noche y a pesar de la oscuridad, percibí la chaqueta de cuero de Caleb que estaba perfectamente colgada en el respaldar de mi silla, y en el escritorio estaba su ropa doblada y lista para ser entregada a su dueño. Pero su chaqueta, era la que más me costaba dejarla ir. Su olor me ataba de una manera increíble, por lo que estuve más que tentada a pedirle al día siguiente si es que me la pudiera obsequiar, pero no hallaba la valentía de pedírsela, aunque lo más probable él se negaría a dármela y yo quedaría como una boba al pedirle su abrigo. Cada vez que cerraba los ojos, sentía su presencia en mi dormitorio, y a lo mejor era por esa simple razón que no podía conciliar el sueño, más aun teniendo su ropa en mi habitación que emanaba su aroma, perfumando cada mueble, cada objeto y cada parte de mí con su esencia.

Anhelé en lo más profundo de mi ser tener a Caleb en mi habitación, olerlo más de cerca y sentir su cálida piel tocar la mía... Dios. ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué tendría que tener ese deseo por alguien que ni siquiera lo conocía? Aunque, ¿eso importaba? Claro que no, no importaba en lo absoluto, quería tenerlo cerca, quería sentir su presencia acompañarme, aunque sea, un minuto más.
Me acurruqué en las pesadas cobijas que tapaban mi cuerpo. ¿Qué es lo que estoy sintiendo? Mi corazón ya no sé si late porque debe latir o porque simplemente lo hace por él. Carajo, cualquiera que me escuchara en éste momento diría que me gusta. Pero no hay razón para que me atraiga aunque sea físicamente, si bien. Es un chico apuesto, había que admitir que estaba más que bueno. ¿Bueno? ¡Dios santo! Es todo un dios griego, si es que me permito exagerar aunque sea un poco, claro está.

Permanecí con los ojos cerrados por varios minutos y aun así, no era capaz de conciliar el sueño. Abrí los ojos para ver la hora y eran las 23:20 de la noche. Alguien tendrá demasiado sueño en la mañana y querrá morirse para no levantarse, pero en un momento dado, escuché mi ventana cerrarse con suavidad, algo que logró espantarme, a tal modo que utilicé mis cobijas para protegerme de cualquier mal, pero la ventana estaba cerrada y las cortinas estaban levemente corridas, justo como los había dejado antes de acostarme y sufrir esta pesadilla. Todo sería diferente si ahora estuviera durmiendo y no estaría pasando por éste susto de los mil demonios.

Cuando desvié la mirada hacía mi dormitorio, una sombra en la oscuridad se movió y yo ahogué un grito, pero ésta figura se convirtió en una conocida. Su oscuro cabello estaba revuelto haciendo que sus rizos estuvieran en cualquier lado excepto en su lugar correcto, incluso sus ojos parecían penetrarme y ver mi alma en la oscuridad provocando que mi piel se erizaba cuando se acercó más a mí.

Me avergoncé sinceramente de no haberme puesto mi pijama "sexy", pero en vez de eso. Estaba usando mi pijama de polar con las vaquitas dibujadas en todas partes, dios... Esto me va a superar.
Caleb sonrío cuando bajé las cobijas y vio la gran vaca que decía "Las vacas dicen Moo". Abrí la boca para decir algo, pero él se me adelantó y con una voz baja dijo:

—Tus padres están durmiendo, no sabrán que estuve aquí.

—¿Cómo sabes? —Pregunté manteniendo mi voz baja.

—Tu padre está roncando sonoramente y tu madre está hablando entre sueños—Dijo sonriendo mientras se sentaba en los pies de la cama. —No sueles hacerle cambios a tu habitación.

El lobo de los ojos amarillos | [Libro 1] (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora