Capítulo 32: "Pasado"

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CALEB



Podría decir que mi infancia había sido buena, pero eso era una mentira total. Podría decir que mi padre se sentía orgulloso de mí y que a pesar de no convertirme en lobo como los otros niños, nunca se separaría de mí. Pero eso, también era una mentira.

No recordaba mucho a mi padre, tampoco recordaba que clase de persona era él. En cierta manera, sabía quién era mi papá, pero había olvidado su rostro. Cuando él murió, yo empecé a soñar toda mi infancia. Una infancia solitaria y llena de burlas por partes de los otros niños. Yo era el hijo del alfa y de una humana. La perra de mi madre decían algunos niños que se aprovechaban de burlarse de mí cuando otros no estaban presentes.

Recordaba las veces en que él ni siquiera me dirigía la palabra. Ni tampoco me miraba. Era como si, yo no existiera para él. Me sentía solo, aislado de otros niños. Siempre los veía jugar a las peleas con los otros y en convertirse por primera vez en lobos. Su primer aullido y el primer animal que cazaron. Los rituales que hacían tanto niños como niñas para convertirse en hombres y mujeres licántropos. Yo era el niño que había sido abandonado por la Diosa. Y por sus padres también.

Cuando mi padre murió, Paul se encargó de mí. Él me educó con nuestras creencias y me enseñó nuestro propio lenguaje. También me enseñó ser un cazador sin necesitar convertirme en lobo. Cacé varios animales con mis propias manos. Creando trampas y esperando todo el día hasta que algún animal cayera. Paul se había convertido en mi padre cuando el mío había dado su vida por nuestra gente.

Años más tarde, comprendí que él jamás me había abandonado. Entendí que para él, la muerte de mi madre, fue completamente doloroso. Perdió a su compañera y a la vez, su alma. Después de saber eso, me sentí avergonzado de no poder recordar los pocos momentos en que mi padre se daba el momento de quedarse conmigo y enseñarme las costumbres de nuestra gente. Él me regaló su profundo amor hacía la Luna. Él me enseñó su nombre cuando ella iluminaba toda la tierra oscura.

Cuando él murió. Kira se acercó a mí y se convirtió en mi mejor amiga. Ella me enseñó a jugar y a pelear. A pesar de haber sido un niño muy débil. Ella se tomó la molestia de enseñarme cosas que sólo un niño aprende en su infancia.

Mi pasado se ennegreció desde la muerte de mi padre. Sentí el rechazo del actual Alfa. Ian. Como también el rechazo de los Betas y Omegas.

Cuando tuve mi primera transformación. Sentí miedo. Esa noche, una noche de Luna Llena. Cuando todos estaban corriendo en los bosques libremente, aullándose entre sí o cantando canciones tan antiguas como la Luna. Yo estaba sufriendo mi primera transformación. Mi cuerpo ardía y sentía como mi piel se estuviera derritiendo. Sentí el agudo dolor de la piel abriéndose, descosiéndose entre sí, para darle paso al grueso pelaje negro. Había destruido mi cama cuando los huesos cambiaron de lugar y de tamaño. Escuché la carne moverse y la piel despegarse de mi cuerpo y caer. El horrible dolor de mis dientes moviéndose, cambiando de lugar. Dándole la bienvenida a los filosos colmillos. Y el punzante dolor de mis manos y pies convirtiéndose en enormes patas con filosas garras. Había perdido la noción del tiempo cuando me alcé al mundo. Cuando los colores vivos y los fuertes olores me golpearon oleada tras oleada. Los sonidos tan claros como el agua entraban y mi cerebro las analizaba de una manera increíblemente veloz. Me alcé como un lobo. Un lobo nuevo, con miedo de no poder controlar todo lo que sentía.

Salí de la caravana de Paul y la noche me dio la bienvenida. La Luna cantó para mí y el bosque me llamó al igual que todos sus animales nocturnos. Mi cuerpo temblaba por la intensa adrenalina que corría por mis venas. Esa noche corrí como nunca. Entré a los oscuros y pacíficos brazos del bosque que me llamaba constantemente. Jamás me había sentido tan libre como me sentí esa vez. Corriendo y saltando alturas impresionantes. Mi cuerpo había sido diseñado para ser libre. El helado viento de los primeros días del invierno golpear mi rostro. La brillante Luna iluminando el camino a seguir. Y los animales nocturnos correr a mi lado. Jamás cambiaría esta magnífica sensación a ser libre. A ser uno más en el bosque y poder correr con mi manada en el bosque. Por primera vez en mucho tiempo. Fui igual a los otros y no me sentí rechazado cada vez que estábamos en los bosques. Lideré varias noches de cacería con mis hermanos y hermanas. Maté varios animales, agradeciéndole a mi Diosa por el regalo que me concedió.

El lobo de los ojos amarillos | [Libro 1] (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now